lunes, 21 de mayo de 2012

Capítulo 28



La tarde de verano había convertido el escondrijo de Jack en el pantano en un horno. Danny tenía la camiseta pegada a la piel. Había mucha humedad y hacía calor. Muchísimo calor. Y no sólo por el clima. Ya fuera por el calor o porque quisiera volverse loco, Alex rondaba por la cocina con una bata blanca muy corta, de una tela tan fina que era casi transparente. El pelo castaño rojizo le caía sobre la espalda en suaves ondas que imploraban ser acariciadas por sus dedos. Alex vestía aquella ropa con aire despreocupado y provocador. Y eran esas mismas cualidades las que la impulsaban a mirarlo fijamente en ese momento.

La mitad de su ser quería evitarla como a la peste, pero la otra mitad, quería enseñarle con exactitud por qué debería dejar de pavonearse delante de él y empezar a tenerle miedo. Mucho miedo. Por desgracia, Alex no sólo era única, atrevida y lista. Era, además, muy apetitosa. Su aroma a melocotón y a canela lo tentaba cada vez que estaba cerca de ella. Lo ponía duro y hambriento. Y minaba su resolución. Soltando un tembloroso suspiro, se dirigió a la sala para evitar la mirada insinuante de Alex y la tentación que ella representaba.

Pasarían días o semanas hasta que Jack o Logan descubrieran quién le había puesto la bomba al coronel. Y hasta entonces, por seguridad, Danny sabía que Alex, Harry y él no abandonarían ese lugar. La risa repentina y dulce de Alex resonó en la cabaña y atrajo de nuevo la atención de Danny, engrosando su miembro. Resistir el deseo de mirarla era imposible. Soltando una imprecación, Danny se volvió hacia ella. Estaba hablando con Harry, que, sin camisa y sonriente, estaba picando algo que Danny suponía formaría parte de la cena. Alex absorbía extasiada cada palabra, coqueteando con él, deslizando su mirada por los hombros poderosos y los pectorales bien definidos de su primo.

En respuesta, Harry le acarició el cuello con la nariz y le susurró algo al oído. Alex se estremeció y se apretó contra él. ¡Maldición! No necesitaba eso... Pero se estaba mintiendo a sí mismo. Sí que lo necesitaba... necesitaba tener sexo con ella. En verdad era Alex quien no lo necesitaba. Le correspondía a Danny actuar como un adulto responsable y ejercer un poco de control sobre su cuerpo. De esa manera la salvaría de sí misma y de algo que ella sólo entendía a medias.

Danny se giró y encendió el televisor, decidido a olvidarse de aquella dolorosa erección que clamaba por ella. Fuera lo que fuese lo que quisieran hacer Alex y Harry, podían hacerlo solos. No era asunto suyo. Si querían implicarse más el uno con el otro, pues allá ellos.

Valientes palabras. Pero mientras la televisión estuvo prendida supuestamente viendo Will & Grace, Danny no dejó de mirar por encima del hombro. Harry y Alex juntos... no estaba bien. Le revolvía el estómago y lo llenaba de furia. Las mismas viejas mentiras que se había dicho a sí mismo durante tanto tiempo ya no funcionaban.

Harry terminó de cortar aquellas cosas verdes que había estado transformando en algo comestible, y las echó en una fuente. La metió en la nevera, luego cerró el electrodoméstico con un golpe de caderas mientras le brindaba a Alex una sonrisa provocativa.

Y por si eso no hubiera sido suficiente para que Danny quisiera romper algo, Harry la envolvió entre sus brazos, acariciándole la suave curva de las caderas. Luego la besó, primero un ligero roce de los labios en el cuello femenino, luego amoldando su boca a la de ella. Alex se derritió contra él, arqueando la cabeza hacia la mano que se la sostenía, y ofreciéndole la grácil curva de la garganta. Harry bajó los labios a la tentadora piel y se la mordisqueó. Ella gimió entre sus brazos.

A Danny le dolieron los testículos. Le dolió el pecho. Incluso le dolieron los dedos. Bajó la mirada para ver que estaba prácticamente rompiendo el mando de la tele. Al mirar la pantalla observó que había terminado Will & Grace y comenzado Friends. ¿Cuándo había ocurrido eso? Maldición, no podía soportarlo. Con una imprecación, Danny apagó la televisión y se puso en pie. Abrió la boca para decir... ¿qué? No, no qué decir, sino qué hacer.

Entraría en la cocina, cogería a Alex entre sus brazos y la llevaría al dormitorio. Se recreó en aquella fantasía. Danny quería hacerla gozar, observar cómo lo tomaba. Todo eso... y mucho más. Quería más que cualquier otra cosa en el mundo penetrarla profundamente, tomar una parte de ella que Alex no le había ofrecido a ningún otro hombre y quedarse allí. Quería reclamarla. Ante esa idea, la sangre abandonó su cabeza y se dirigió a su miembro. Maldita sea, la lujuria le golpeó en el pecho con fuerza, casi no podía respirar. Entre un jadeo y otro, su miembro se endureció hasta el punto de poder pulverizar un bloque de hormigón armado, y su débil determinación cedió lo suficiente como para permitir que eróticas imágenes de sí mismo penetrando el apretado sexo de Alex y bombeando en ella sin piedad le invadieran la mente. «¡No, ni hablar!».

Pero el deseo era ya incontenible. Había crecido hasta convertirse en una necesidad. Tenía que tocarla. Tenía que saber que, costara lo que costase, iba a dejar su marca en ella de la misma manera que ella la había dejado en él. ¿Cuándo había ocurrido eso? ¿Y por qué?

Destrozado, hambriento y jadeante, siguió con la mirada clavada en Harry y Alex que compartían húmedos besos en la cocina, animando a su calenturienta mente. Entonces, Harry echó más leña al fuego deslizando una mano por la barbilla de Alex, por su clavícula, y metiéndola bajo la bata blanca. Rozándole la suave piel, Harry apartó lentamente la tela a un lado y dejó el hombro al descubierto, ofreciéndole a Danny una buena vista del pecho de Alexy del pezón duro y enrojecido. La poca sangre que le quedaba en el cerebro se unió en una oleada a la que ya estaba en su miembro.

Harry pasó el pulgar por el prominente pezón, excitándolo y apaciguándolo a la vez. Alex jadeó, moviéndose para acercarse a él hasta que sus muslos se rozaron. Dios, lo que daría él por estar allí con ella, estrechándola contra su cuerpo, metiéndole la lengua en la boca, poseyendo la de ella, dulce y rosada, mientras la despojaba de la bata.

Dio un paso adelante. Ninguno de los otros dos pareció darse cuenta. Harry siguió a lo suyo, deslizando las yemas de los dedos por el seno desnudo de Alex y luego bajó una mano hasta su cadera. Después movió la otra mano y dejó el otro hombro al descubierto. Alex tenía ahora ambos senos desnudos. Un par de exuberantes pezones que suplicaban una atención que Danny se moría por proporcionar. Harry los ignoró, dedicándose a tirar con suavidad del cinturón que todavía ceñía la bata a la cintura femenina. No lo desanudó, sino que lo utilizó para acercarla más hacia él. Con un grácil balanceo, Alex relajó su cuerpo contra el de Harry y levantó su boca rosada para darle un beso.

Incluso de perfil, el deseo que suavizaba los rasgos femeninos le sentó como un puñetazo en el estómago. El sudor humedeció los pectorales y la espalda de Danny. Maldición, sólo con mirar a aquella mujer quedaba noqueado. Observar cómo el deseo la inundaba, cómo se ruborizaba su cuerpo, hacía que Danny perdiera la cordura. Harry dio un paso atrás y se dejó caer en una de las sillas de la cocina, aferrando las caderas de Alex con ambas manos y haciendo que casi desaparecieran de su vista. Maldición, algunas veces llegaba a olvidarse de lo menuda que era. Era una mujer frágil. Debería de considerarla casi intocable. Pero no lo hacía.

Por encima de uno de sus hombros desnudos, Alex le dirigió a él una mirada coqueta. «¡Bang!». Aquella mirada le había engrosado el miembro antes siquiera de que ella bajara los párpados y volviera a subirlos. Y, sin embargo, aquel deseo no era sólo sexo. Había habido muchos momentos en su vida en que se había sentido muy excitado. Pero aquello era diferente. Era algo nuevo. Y le daba un miedo mortal.

Los ojos de Alex y Danny se fundieron y la electricidad que crepitó entre ellos le golpeó y le atravesó el cuerpo. Luego sintió otra sacudida cuando ella le miró las pelotas. Esa sensación lo golpeó de nuevo en el pecho y se intensificó cuando ella se mordisqueó el labio inferior mostrando una apariencia tímida e insegura. Excitada.

Luego Harry la sentó en su regazo, y le dio un largo y profundo beso, murmurando algo contra su boca, haciendo que Danny se sintiera crispado, enojado y anhelante. ¡A la mierda con todo! Dio un par de pasos más hacia ellos. Al verlo, Harry hizo girar a Alex en su regazo de manera que la espalda femenina se reclinara contra su tórax. Ahora ambos miraban a Danny. ¿ Harry sabía que los había estado observando? El reto que brillaba en los ojos de su primo para que dejara de ser un mero espectador lo decía todo.

La mirada de Alex era igualmente una muda invitación. Danny se detuvo en seco. Aquello estaba mal. Muy mal. Lo habían provocado, le habían tendido una trampa. Si bien sabía que debería darse la vuelta y marcharse, aquellas miradas habían provocado un auténtico infierno en sus entrañas y no pudo mover ni un músculo. La velocidad a la que Harry deshizo el lazo del cinturón que rodeaba la delgada cintura de Alex sólo podía llamarse «tortura prolongada». Sin ninguna prisa, su hermano tiró del cinturón con una lentitud exasperante. Arrastró la tira de seda por las rodillas de Alex y la deslizó bajo el dobladillo de la bata hasta que ella jadeó y se le irguieron los pezones. Las areolas estaban oscuras, arrugadas y eran muy tentadoras.

-¿Continúo? -le preguntó Harry, desatando con manos firmes el último nudo que sujetaba el cinturón en su sitio.

Danny tragó saliva. Si Harry seguía, Alex se quedaría desnuda por completo. Dejaría el cuerpo femenino expuesto a su hambrienta mirada.

Accesible al toque controlado de Harry. Nadie dijo nada, nadie respiró ni se movió. Pero uno de los dedos de Harry se deslizó lentamente entre las piernas de Alex por encima de la tela para acariciar ligeramente lo que tenía que ser la sensible zona próxima al clítoris. Danny le dirigió a su primo una mirada inquisitiva. ¿Qué diablos pretendía hacer? ¿Qué debería hacer él? Harry le respondió con una sonrisa y arqueando una ceja. Mientras tanto, continuaba moviendo el dedo en círculos justo encima del sexo de Alex.

El silencio se extendió entre ellos sólo interrumpido por la respiración jadeante de Alex. Con lentitud, Harry apartó el dedo y cogió el cinturón con ambas manos. Era imposible no fijarse en el pequeño círculo de tela mojada donde había estado el dedo de Harry. Ese pequeño punto dejaba a las claras lo mojada que tenía que estar Alex. Aquella húmeda visión casi lo hizo caer de rodillas.

-¿Continúo? -Las manos de Harry tiraron un poquito más del cinturón de la bata.

Danny supo que iría al infierno por eso.

-Sí.
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Parte 2 de 4...

1 comentario:

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