miércoles, 1 de agosto de 2012

Capítulo 43



En el tenso y silencioso viaje de regreso a Londres ella se consoló pensando que pronto vería a su padre...y que entonces resolvería hacia dónde encauzar su vida.

Apenas habían puesto un pie en la casa de Harry y Danny, cuando este último anunció que tenía que resolver un asunto. Dios, ya comenzaba a distanciarse de ella. Puede que la amara, pero eso no era suficiente para vencer aquello que lo afectaba tanto. ¿Tendría algo que ver aquella repentina marcha con darle vía libre a Alex para que se largara?

En el momento en que Danny desapareció por la puerta, Harry se acercó a ella, mirándola como si tuviera algo en mente.

-¿Necesitas algo, cariño? ¿Un café? ¿Algo de comer? Ya sabes que te prepararé cualquier cosa.

En aquel momento, ella sólo quería estar sola, en especial si él tenía intención de dejarse llevar por lo que le rondaba la cabeza y que se reflejaba en su oscura mirada color chocolate, que parecía derretirse por ella.

-Tengo que comprar algunas cosas, ¿puedes prestarme el coche?

Él asintió con el ceño fruncido.

-¿Podrías estar de vuelta a las seis? Tengo que hacer una presentación en un restaurante del centro.

Alex asintió y suspiró de alivio cuando salió de la casa -demasiado llena de recuerdos para su tranquilidad-para dirigirse al coche.

No tenía que comprar demasiadas cosas. Escoger una tarjeta de «te echo de menos» para su padre fue sencillo. Comprar un nuevo móvil tampoco le llevó demasiado tiempo. Luego llamó a Logan y a Hunter para darles el número, y le dijeron que su padre sería dado de alta al cabo de dos días. Incluso pudo hablar con el coronel unos breves minutos.

Eufórica al ver que su padre se estaba recuperando con rapidez, Alex compró el resto de los artículos que necesitaba, intentando no pensar en aquello que la preocupaba.

Estaba de vuelta en casa de Harry poco después de las cinco. Lo encontró muy sexy y atractivo con el pelo húmedo, los pantalones de pinzas y una camisa de lino blanca cuando se inclinó para darle un beso en la mejilla.

-No tardaré mucho. ¿Me esperarás? Debemos hablar...

Alex no amaba a aquel hombre de la misma manera que amaba a Danny, pero la sensación de la mano de Harry ahuecándole la mejilla la tranquilizaba.

-¿Vas a decirme que vas a terminar conmigo?

-Lo que suceda será por decisión tuya. -La besó de nuevo, esta vez fue una tierna presión de sus labios sobre los de ella, una caricia suave de su lengua... luego se fue.

Con un fuerte sollozo, Alex se sentó en el sofá y comenzó a llorar de nuevo. Una lágrima tras otra se deslizaron por su rostro, cálidas y molestas, provocándole un gran dolor de cabeza. ¿Desde cuándo se había vuelto tan sensible? Aquel llanto continuo la dejaba exhausta. Y también el sexo. Varios enormes orgasmos por día habían convertido dormir en su nuevo pasatiempo.

Al menos esperaba que no hubiera otra razón oculta tras ese agotamiento... Maldición, tenía que dejar de sentir compasión por sí misma. Tenía que obtener algunas respuestas, hablar con ellos y averiguar qué camino iba a tomar. Las cosas no podían seguir así. No podía vivir de esa manera.

Se levantó del sofá, se hizo una sopa y se puso a ver la tele, intentando no pensar en nada. Los programas de risa no surtieron efecto y volvió a quedarse dormida. La despertó un coche aparcando frente a la puerta. Danny estaba de vuelta. Ya había anochecido. Alex no se sentía preparada para hablar con él, ni para soltar ultimátums ni para tomar decisiones drásticas. Agarró las bolsas con sus compras, el móvil recién comprado y se dirigió al cuarto de baño.

Qué jodida pesadilla, pensó Danny, mientras entraba en la casa. Había pasado la tarde hablando con Jack sobre negocios y problemas personales. Los negocios iban bien. De hecho, iban geniales. Jack había hecho un gran trabajo ocupándose de todo mientras él había estado protegiendo a Alex del psicópata de la bomba. Eran las cuestiones personales las que no parecían tener solución.

Ahora tenía que esperar a que Harry regresara a casa para poder discutirlas a fondo. Y esperaba no terminar peleándose a puñetazos con él.

Llamó a Harry para decirle que ya estaba en casa. Su hermano estaría de vuelta a las nueve. Aún faltaba un rato para poner fin a toda aquella mierda. «Estupendo». Lo estaba deseando... tanto como deseaba que lo castraran con la tapa mellada de una lata.

Intentando controlar los nervios, Danny fue en busca de Alex. Antes de que llegara Harry, tenía que decirle algunas cosas. Era una chica lista, así que no dudaba que ya habría comprendido que él necesitaba a una tercera persona para poder hacer el amor con ella. Alex tenía que saber además, antes de que tomara una decisión sobre su futuro, que eso era algo que no cambiaría. Y que además había otra cosa que él nunca podría darle. Y el por qué.

Había llegado el momento de sacar a la luz las heridas del pasado. Oh, Dios. Estaba en el pasillo cuando la oyó hablar y siguió el sonido de su voz. ¿Con quién estaba hablando? ¿Con alguno de sus hermanos? ¿Con su padre? ¿Con una amiga?

-Yo también me alegro de hablar contigo. -Una pausa-. Sí, tenemos que aclarar algunas cosas.

Frunciendo el ceño, Danny se apoyó contra la pared exterior del cuarto de baño y escuchó el suspiro de Alex al otro lado de la habitación. Danny sabía que no debería escuchar a escondidas, pero siguió haciéndolo.

-Lo sé. He tenido que ocultarme, es por eso que no estaba disponible. Por el hombre que puso la bomba en casa de mi padre. -Alex se interrumpió para volver a comenzar de nuevo-. Se encuentra bien. Yo también estoy bien. Sólo estoy un poco cansada. Quizá podríamos hablar mañana.

Danny se pasó una mano por la cara. Una ligera sospecha hizo que se le encogiera el estómago.

-No, no estoy tratando de darte largas. Es que he tenido un día infernal. -Otra pausa. Luego un fuerte sollozo-. Por favor, déjame en paz. No me amas, Dougie. Tú quieres alcanzar la redención o la salvación o algo por el estilo, y yo no puedo conseguirlo por ti. Ni siquiera puedo resolver mis propios problemas.

Así que sus sospechas eran ciertas. «Dougie». ¿Aquella jodida estrella del Rock/pop seguía dándole la lata? ¿Y qué coño quería? Le rechinaron los dientes. Aquel idiota estaba haciéndola llorar.

Danny se dispuso a entrar en el dormitorio, arrebatar el teléfono de la mano de Alex y decirle al señor estrella del Rock/pop que le dieran por el culo. Antes de que pudiera hacer nada de eso, Alex comenzó a gritar.

-¡Maldita sea, ahora no! ¡Para de una vez!

Danny nunca la había oído perder el control de esa manera. Alex jamás se ponía tan histérica como se había puesto ese día. Ya había oído suficiente. Irrumpió en el cuarto de baño hecho una furia. De nuevo volvía a ver rojo cuando le quitó el teléfono y dijo entre gruñidos:

-Si vuelves a llamar y a molestar a mi mujer, te romperé todos los huesos del cuerpo, cabrón.

Resistiendo el impulso de arrojar el teléfono contra la pared, apretó el botón rojo con el pulgar para finalizar la llamada. Luego bajó el brazo y lanzó el teléfono sobre el aparador. Acto seguido, agarró a Alex y la estrechó entre sus brazos.

Ella estaba temblando. Y no se trataba de un simple temblor. Todo su cuerpo se estremecía violentamente; hasta su respiración era temblorosa.

-Gatita. Cariño...

Le acarició el pelo con toda la suavidad que pudo. Aunque todo lo que quería era ir a buscar a Dougie Poynter y aplastarle la cara de un golpe. Danny era mucho mejor peleando que tranquilizando. Pero Alex necesitaba ternura en ese momento.

A lo lejos, oyó que Harry aparcaba frente a la casa. Por primera vez de ese día, le dio gracias a Dios por la presencia de su hermano. Harry sabría cómo tratar con las emociones de Alex. Su hermano la tranquilizaría.

-Déjame llamar a Harry.

-No. -Ella se aferró a él con fuerza-. Danny, tengo miedo.

Danny se sintió a la vez aliviado y preocupado de que ella siguiera queriéndolo. Si lo quería a él en vez de a Harry si todavía seguía interesada en él, a pesar de la dura realidad a la que todavía no se había enfrentado...

-No tengas miedo de Dougie. Si es necesario lo haré entrar en razón personalmente...

-No es por eso.

Alex comenzó a sollozar de una manera tan incontrolable que él sintió miedo. Si no paraba de hacerlo, ella se desmayaría, vomitaría o algo por el estilo. Danny se sentó en el borde de la bañera y la colocó en su regazo, pensando a toda velocidad.

-Entonces, ¿qué ocurre? Si es por lo de esta mañana, lo siento, gatita. De verdad que lo siento. Respira profundamente y...

Ella levantó sus ojos color avellana llenos de lágrimas y lo miró. Aquella mirada lo dejó paralizado.

-Estoy embarazada.

Aquellas palabras fueron como un mazazo en sus entrañas. Él la soltó bruscamente a un lado y se puso en pie de un salto, mirándola fijamente. La sangre abandonó su cabeza a una velocidad alarmante. ¿Acababa de oír que...? «Por el amor de Dios. ¡No...!».

-¿Embarazada?

Lentamente, Alex se puso en pie y metió la mano en el bolsillo de los pantalones cortos para sacar una varilla de plástico blanco. Tenía dos líneas azules en la ventanita central.

Danny retrocedió mientras tragaba saliva. Aquello no podía estar ocurriendo. No era posible. Estaba a punto de vomitar.

-¿Cómo coño ha pasado? ¿No estabas tomando la pildora...?

-En el hospital me dieron antibiótico para que no se infectaran los puntos. Se me olvidó que reducen el efecto de la pildora...Oh, Dios. Tienes mala cara.

Danny se sentía mareado. Más que mareado. Aquello era la peor pesadilla de su vida. Volvía a revivir el pasado.

-No puede ser. -Negó con la cabeza-. Jamás debería de haber tomado tu virginidad. Sabía que no debería haberlo hecho.

Danny se dio la vuelta y salió disparado del cuarto de baño. Oyó el llanto de Alex a sus espaldas, cada vez más lejos. Antes de que pudiera salir por la puerta, vio que Harry ya había llegado.

Una mirada a su primo y supo que lo había escuchado todo. Harry lo agarró por los hombros.

-Inspira profundamente.

-La has oído. ¡Está embarazada!

De todas las personas del mundo, Harry era quien mejor debía entenderlo. ¿Por qué parecía tan calmado?

Danny volvió a sentir el deseo de vomitar. «Embarazada». ¿Por qué coño no había utilizado un condón? Porque sabía que una vez que experimentara lo bueno, no soportaría volver a usarlos. ¿Qué iba a hacer ahora? ¿Vigilarla día y noche? ¿Cómo podía estar seguro de que todo iba a ir bien cuando no estaba seguro ni de sí mismo?

-Lo sé. - Harry le habló en un tono tranquilizador-. Danny, sé que estás molesto. Pero es una bendición...

-Bueno, no fue una maldita bendición para Heather.

-¿Quién es Heather? -preguntó Alex desde el umbral, rodeándose el estómago con los brazos.

Danny se giró con rapidez hacia ella. Sus ojos estaban tan rojos como su cara, pálida y fantasmal. Aquella expresión atormentada le retorció las entrañas. Santo Dios, parecía como si... la hubiera golpeado.

Harry suspiró.

-Heather es...

-Es la razón por la que no valgo ni para tí... ni para ninguna otra mujer -lo interrumpió Danny-. Es la razón por la que no puedo follar con ninguna si no hay otro hombre conmigo. Y yo soy la razón de que ella esté muerta.

A ciegas, Danny avanzó a tientas y tropezó con el sofá. Se hundió en él y se sujetó la cabeza con las manos.

-Y ahora la historia vuelve a repetirse, y volverá a ser culpa mía.

-¿De qué estás hablando? -murmuró ella.

Danny levantó la cabeza de repente y clavó una mirada afilada en ella.

-De todas maneras iba a contártelo todo esta noche. Pero no de esta manera.

Alex retrocedió para sentarse en una silla con una expresión vacilante. Ahora dudaba de él. Era una pena que no se hubiera dado cuenta del peligro antes.

Danny respiró hondo, luchando contra el dolor que le provocaba sumergirse en el pasado.

-Heather era mi novia del instituto. Comenzamos a salir cuando ella tenía quince años. Yo tenía dieciséis. Salimos un año antes de comenzar... '-«Maldición, era duro hablar de ello. Muy duro»- a mantener relaciones sexuales. Ella acababa de cumplir los dieciséis. Era virgen.

-Supongo que quedó embarazada -adivinó Alex.

-Sí. Estábamos muy asustados. Aún no había cumplido los dieciocho. Su padre era el sheriff del pueblo. Jamás le caí bien.

-Imagino que murió. ¿Fue en el parto? -El horrorizado susurro de Alex apenas se oyó en la habitación.

-No. -Él cerró los puños, luego los abrió. Se obligó a mirarla-. Se suicidó.

Con un jadeo horrorizado, Alex se cubrió la boca. Pero él todavía podía ver la sorpresa en aquellos ojos color avellana. ¿Estaba Alex condenándole por ello? Probablemente. Se lo merecía por haberla dejado embarazada y luego no saber qué decir. Por no ser un hombre completo.

-Se tomó un bote entero de somníferos. En la carta de despedida, le decía a su familia que me odiaba y que había sido una estúpida por dejar que la tocara. Les decía que sería un padre horrible -dijo con voz ahogada.

-Danny, no. Sólo eras un niño.

-Pero ella tenía razón. Yo y mi estúpida polla hicimos que se tomara ese bote de pastillas.

-Ella fue la que tomó esa decisión -insistió Alex.

-Sí, pero después de que yo la dejara embarazada. Me juré a mí mismo que jamás permitiría que volviera a ocurrir algo así. Y ahora mira. -Levantó las manos al cielo.

Demonios, su vida se iba al garete más rápido de lo que había creído posible y no sabía qué hacer.

-¿Nunca? ¿Pretendías no tener hijos nunca? -Alex parecía consternada-. Danny, no es posible que creas que todas las mujeres sean capaces de reaccionar igual que Heather. Yo, por ejemplo... ¿acaso has pensado que podría hacer lo mismo que ella ahora que estoy embarazada?

«Sí». El pensamiento se le había pasado por la cabeza. Más que pasado, se había hecho un hueco en su mente y le había retorcido el alma.

-Alex, sólo hace unos minutos que sabes que estás embarazada. Pero ¿cómo te sentirás dentro de unas semanas cuando tengas náuseas sin parar? ¿O dentro de unos meses, cuando tu cuerpo haya cambiado y no te parezca tuyo?

Ella parecía... traicionada. No había otra palabra para describirlo. Y Danny se sentía completamente confundido.

-Un embarazo no es el fin del mundo. Lo llevaré bien. Si piensas por un momento que haría algo que pudiera ponerme en peligro a mí o al bebé para intentar llamar la atención, es que no me conoces. En absoluto. -Las lágrimas anegaron sus ojos y le resbalaron por las mejillas.

-Eso dices ahora...

-Y lo diré siempre -juró Alex.

Dios, cómo quería creerla. Pero después del ataque de histeria en el cuarto de baño, del drama acaecido esa noche... ¿qué ocurriría si no era así? ¿Y si al final Alex decidía que no quería al bebé, a él, o a su propia vida?

La culpa por la muerte de Heather lo había dejado destrozado. Había vivido como un zombi durante, al menos, dos años. A duras penas pudo acabar el instituto. Si no hubiera sido por Harry, el ejército y los ménages, se hubiera sentido tentado a seguir el destino de Heather.

-Eso al menos deja las cosas claras. Comenzaste a participar en los ménages después de la muerte de Heather, ¿verdad? Así, si la chica se quedaba embarazada, podías echarle la culpa a otro hombre.

Qué rápido lo había entendido. Exacto. Había dado en el clavo... ¡Un momento!

Clavó la mirada en Harry.

-Quizá tú seas el padre del bebé. Quizá...

-Ojalá fuera así. - Harry se arrodilló delante de Alex, le levantó la camiseta y le dio un beso en el vientre aún plano.

Danny se mantuvo a la espera. Pero al observar la reverencia con la que Harry acariciaba suavemente el vientre de Alex, se mareó ante la posibilidad de que su primo creara una vida dentro de su mujer. Sintió nauseas y deseos de romper algo a la vez.

Luego Harry se puso en pie y lo miró, pero no era tristeza lo que asomaba a sus ojos oscuro, sino algo parecido a la fatalidad.

-Pero no puedo ser el responsable, Danny. Ese bebé no puede ser mío.

-Tú también te acostaste con ella. Lo hicimos los dos.

-Cierto. - Harry cruzó la habitación, se sentó a su lado y le dio una palmadita en la espalda-. Pero yo no puedo tener hijos. Soy estéril.

Alex soltó un jadeo ahogado, pero Danny apenas la oyó.

Clavó los ojos en su primo, incapaz de procesar las palabras. Era la segunda bomba de la noche. La primera habían sido las noticias de Alex: Hiroshima; la segunda, la confesión de Harry: Nagasaki. Una auténtica devastación nuclear.

-¿No puedes?

-No. -Harry clavó la mirada en la ventana-. Cuando tenía catorce años o algo así, me infecte con algún tipo de virus. Tuve muchísima fiebre durante días. -Se encogió de hombros-. Al parecer se encargó de matar a todos mis espermatozoides.

¿Estaba hablando en serio? Danny no podía comprenderlo.

-¿¡Qué!?

-¿Estás seguro, Harry? -preguntó Alex.

-Hace unos años hice que me repitieran las pruebas una y otra vez. Visité a varios especialistas. Me dijeron que mi recuento de espermatozoides era tan bajo que era prácticamente imposible que pudiera dejar embarazada a una mujer.

-¿Por qué nunca me lo dijiste?

Harry volvió a encogerse de hombros.

-Les pedí a mis padres que no se lo contaran a nadie de la familia.

-¿Ni siquiera a mi? ¿Por qué?

-Ya sabes cómo somos las personas, siempre queremos lo único que no podemos tener. -Su sonrisa era tensa y contrita-. Quería tener un bebé que al menos compartiera un poco de mi sangre. Un bebé que quizás se pareciera a mí. Quería conocer a su madre. Ser parte de la familia. Sentirme conectado a ella durante la concepción, embarazo, parto y crecimiento del niño. Te habría pedido que fueras el donante, de veras, pero sabía que tú no querías aceptar la responsabilidad de un hijo.

Con repentina claridad, Danny comprendió que ésa había sido la intención de Harry desde el principio.

-¿Llevas doce años esperando que dejemos embarazada a una mujer? -Danny se había quedado boquiabierto-. ¿Por eso siempre hablabas de esposas y de casitas con una cerca? ¿Por eso me presionaste para que tomara la virginidad de Alex?

Harry era su primo, su mejor amigo, su familiar más cercano. ¿Y todo ese tiempo él sólo lo había visto como un donante de esperma?

-La habrías tomado de todas maneras. Reconócelo.

Rechinando los dientes, Danny admitió para sus adentros que Harry tenía razón. Pero en ese momento, no pensaba darle a su manipulador hermano esa satisfacción.

Harry suspiró.

-Danny, hay muchas razones por las que he estado contigo durante todos estos años. Pero tengo que admitir que esperaba que, finalmente, encontráramos a una mujer con la que pudiéramos tener hijos. Jamás te lo oculté.

-¡Sabías que lo último que quería era dejar embarazada a otra mujer!

-Pero también sabía que algún día volverías a sentirte un hombre completo y que querrías tener hijos. Algo que tú también creías en lo más profundo de tu ser. Si no, te habrías hecho una vasectomía hace ya tiempo. Te conozco.

Danny no había querido pensar demasiado en ello. Había considerado la posibilidad de practicarse una vasectomía. Incluso había llegado a concertar una cita. Pero luego... algo lo detenido. Jamás había sabido qué. Le había parecido demasiado drástico; los condones y los ménages, eran suficiente.

-Pero como no lo hiciste, me aseguré de que encontraras a la mujer perfecta...

-¿Para que la follara, la preñara y formara una familia para ti?

-No. Jamás tuve la intención de dejarte fuera. Pensaba que...

-Puedo imaginar lo que pensaste-gruñó Danny-. Felicidades, ya has conseguido tu jodido deseo. Ahora ya tienes a una mujer encinta bajo tu techo que te dará un bebé. Y tú - clavó una acerada mirada en Alex-, tienes un hombre completo que desea casarse contigo y formar una familia. Puedes considerarlo el uno al otro como mi regalo de bodas perfecto.
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Feliz cumple Azuuuuu!!!!! :D

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