jueves, 26 de julio de 2012

Capítulo 42



Momentos después, se quedó inmóvil, como si las sensaciones de su cuerpo y las emociones hubieran sido demasiado abrumadoras. Se colocó en posición fetal y se hundió en el sopor. Danny bajó la mirada al darse cuenta de que en algún momento él la había tomado de la mano y que ella todavía lo agarraba con fuerza. El rugiente climax que había envuelto el cuerpo de Alex, había satisfecho a Danny, pero todas aquellas lágrimas... No era una coincidencia que los dos se hubieran corrido después de que Alex le hubiera dicho que ella lo amaba y él le hubiera confesado lo mismo. Y después, ella le había dicho que no deseaba ser compartida, pero había quedado claro que él no podía hacer el amor solo con ella.

-¿Nunca más qué? -preguntó Harry; parecía tenso. ¿Se refería a lo que creía que se estaba refiriendo?

«Maldición». Ahora llegaba la parte en la que tenía que ser honesto con Harry sobre algo que apenas podía aceptar él mismo. Algo que lo cambiaría todo.

Danny suspiró.

-Sabes que te considero más que un hermano.

Una expresión de cautela y enojo apareció en los ojos oscuros de Harry.

-¿Sí?

-Te das cuenta de lo que pasa, ¿verdad? No podemos continuar haciéndole esto. Alex no quiere volver a ser compartida.

-¿Y qué...vas a follarla tú solo? -le desafió Harry -. ¿Igual que hace unos minutos?

«Bastardo observador ». Danny no tenía ni idea de cómo sería el sexo entre ellos a partir de ahora. Hoy se había demostrado más allá de toda duda que no era un hombre completo, que no podía hacer el amor con una mujer si no había otro hombre con ellos. Incluso aunque, como aquella mañana, Harry no la follara también. Sólo necesitaba la seguridad de que había alguien más con ellos..., por si acaso.

Harry continuó.

-Le has dicho que ibas a reclamarla para ti. ¿Cómo piensas hacerlo?

-Esas son palabras mayores, sabes que no puedo hacerlo solo. -Danny estaba avergonzado, sonaba tan tenso como Harry parecía-. Incluso así, esto de nosotros tres... tiene que parar.

-¡Maldita sea!

-Vamos. Ella no vale para esto. ¿No te das cuenta?

-¡Yo lo necesito! Tú lo necesitas. ¿Qué diablos quieres que hagamos?

Danny estudió a su hermano con el ceño fruncido.

-¿Por qué lo necesitas tú? ¿Qué obtienes con ello?

-Ya basta. Yo no voy a tirarlo todo por la borda. Hasta hoy, Alex se ha portado maravillosamente con nosotros. Ha sido perfecta. Esto ha sido algo aislado...

-No lo es. ¿Acaso no has visto cómo lloraba?

En lo más profundo de su corazón, Danny deseaba que Harry tuviera razón. Pero la realidad era que Alex probablemente se sintiera despreciada, incluso sucia, sabiendo que él la amaba pero que, a pesar de ello, permitía que su hermano la tocara. Y él apenas podía soportar ver cómo Harry le ponía las manos encima.

-¿Qué coño ha pasado?

«Oh, aquí viene otra dura verdad». Danny contuvo el impulso de hacer una mueca.

-Alex me ha dicho que me ama.

-También me lo ha dicho a mí. - Harry no sonaba celoso en absoluto.

Danny estaba confundido.

-Yo también le he dicho que la amo.

-¿Acaso te ha dicho que sólo quiere estar contigo? -La tensa y amarga sonrisa de su hermano le dijo a Danny que aquello podía ponerse feo.

Se encogió de hombros.

-Ambos sabemos que yo no puedo mantener una relación así. Me siento... -Danny apartó la mirada y enterró la cara entre las manos- destrozado. ¿Qué clase de hombre necesita que un amigo o en este caso su primo le eche una mano para poder hacer el amor con su mujer?

-¿Crees que ella lo entiende? ¿Qué sabe por qué?

-No. - Harry abrió la boca, pero Danny lo interrumpió antes de que dijera nada-. Decírselo no cambiará las cosas.

-Esas son chorradas que te dices a ti mismo para no tener que decirle la verdad.

«Quizá». Pero no estaba dispuesto a comprobar su teoría. Demonios, lo más probable es que ella lo dejara por lo que ya había pasado. ¿Para qué iba a contarle su pasado?

-Déjalo ya.

Harry se encogió de hombros, claramente enojado.

-¿Y ahora qué?

Con un suspiro, Danny bajó la mirada hacia Alex. Buena pregunta.

-Ahora nos iremos a casa y le diremos a Alex, después de la cena, que no la vamos a volver a compartir. Luego, supongo que la dejaremos decidir qué quiere hacer.

-¿Querrás decir a quién de los dos quiere?

«O a un hombre roto o uno al que no amaba. Menuda elección».

Danny se pasó la mano por el cabello.

-Sí.

No dejaba de tener su gracia. Cuando Alex había acudido a él para pedirle que le enseñara todo sobre los ménages, le había preguntado cómo se las arreglaban con los celos.

Su respuesta había consistido en una serie de estupideces y mentiras propias de un ignorante en la materia. Aunque también era cierto que nunca antes se había encontrado con una situación semejante. Ninguna de las mujeres con las que Harry y él habían mantenido relaciones le había importado. Ahora que había sentido el mordisco de los celos, no lo estaba llevando demasiado bien.

Y lo más probable era que la perdiera en gran parte por culpa de eso. Ambos hombres guardaron un inquietante silencio el resto del día, lo que le vino bien a Alex.

Se despertó a primera hora de la tarde, sola y agotada en la enorme cama de la cabaña del pantano. Harry le llevó el almuerzo, pero no pudo probar bocado. Danny le anunció que volvían a Londres. Alex supuso que aquello debería de hacerla feliz. Pero la felicidad no llegó.

Los ojos de Harry y los deslumbrantes ojos azules de Danny parecían ver a través de ella, y lo que vio pareció dejarles muy preocupados. Tenía el presentimiento de que ambos tramaban algo.

Apática y extenuada por el llanto, hizo la maleta en silencio. Oyó que en la cocina, Harry recogía los enseres y suministros que había llevado. En cuanto a Danny, a saber dónde estaba. Alex había sentido el extraño impulso de buscarlo -en ese mismo momento- y de preguntarle si todavía la amaba. Si excluir a Harry de su cama iba a poner fin a la relación.

Tenía un mal presentimiento en cuanto a la respuesta, en especial después de ver su reacción cuando Harry intentó abandonar el dormitorio esa misma mañana. Parecía algo descabellado, casi increíble, que un hombre tan viril como Danny no pudiera hacer el amor sin otro hombre en la estancia, pero ¿y si era cierto?

Que se negara a decirle por qué era algo que le corroía las entrañas y que, francamente, la disgustaba mucho. Y para colmo había surgido otra complicación que ella no había esperado...
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Mrs. L. Poynter & Mrs. Y. Jones

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viernes, 20 de julio de 2012

Capítulo 41



Con unos envites largos y duros, Danny gimió jadeando ásperamente mientras penetraba profundamente a Alex, que le ceñía el miembro mientras él se movía contra su cerviz. Bajo el cuerpo masculino, ella se retorcía, jadeaba, se ablandaba. Pero para Danny eso no era suficiente, no era lo suficientemente profundo.

Tenía que envolverla, llenarla. Rodeándola con los brazos, introduciéndolos entre la espalda femenina y el colchón, le alzó el pecho contra su torso y empujó con más fuerza. Jadeando con frenesí, consumido por un fuego interior, fusionó su boca con la de ella y la penetró de nuevo.

Ella respondió con un estremecimiento y un gemido. Pero aun así, seguía sin ser suficiente. Jamás lo sería. Siguió moviéndose con dureza y rapidez, deslizando su carne resbaladiza dentro de la de ella de una manera que era a la vez el cielo y el infierno. Una exquisita tortura.

Cada palpitación de la vagina de Alex lo llevaba más cerca del olvido. Ella era todo lo que él había querido siempre y que nunca creyó que existiera o que se mereciera. Y no pensaba dejar aquella cama hasta que ella estallara en otro orgasmo y gritara roncamente su nombre.

-Danny -la voz de Harry interrumpió el ritmo salvaje con el que embestía en ella-. ¡Daniel!

-¿Qué? -gruñó él.

-Sé más suave.

¿Más suave? «Maldita sea».

Danny bajó la mirada llena de deseo hacia Alex. Los ojos color avellana estaban dilatados y un impulso eléctrico recorrió su miembro cuando ella gimió de necesidad y desasosiego.

-¿Te hago daño?

Sí, él sonaba como si se hubiera pasado un papel de lija por la garganta. «¿Y qué?». Antes que ella pudiera contestarle, él la penetró con otro largo enviste hasta el fondo de la vagina. El movimiento provoca en ella un estremecimiento y una ardiente sensación o al menos eso dedujo por la manera en que ella le arañó la espalda y se arqueó hacia él, mientras lo estrechaba con su sexo.

-¿Te lo hago? -exigió saber.

-No. Más. ¡Oh, Dios mío, quiero mucho más!

Las palabras de Alex hicieron desaparecer cualquier barniz de civilización que le quedara. Embistiendo contra ella como un maníaco enloquecido de lujuria, Danny la estrechó contra su cuerpo, inmovilizándola y obligándola a aceptar la brutal necesidad de cada uno de sus envites mientras poseía su boca con un beso desesperado.

-Bueno, parece que no me necesitas aquí después de todo. Así que... me voy.

Danny oyó a Harry por encima del rugido de su corazón. Su hermano se levantó y atravesó el dormitorio hacia la puerta. El impacto de saber que Harry lo dejaría allí solo con Alex, hizo que se detuviera. Se quedó paralizado. Como si alguien le hubiera arrebatado el placer y despojado del deseo. La sangre abandonó su erección, y el temor sustituyó el deseo.

«¿Qué demonios...?». Aquello no le había ocurrido nunca. El pánico se coló en sus venas como agujas punzantes. «¡No, no, no!». Eso no podía estar sucediendo. Quería hacer el amor con Alex, quería que fuera sólo suya. Pero su cuerpo no opinaba lo mismo. «¡Maldición!». Su erección...estaba desapareciendo. ¿Cómo? ¿Por qué sucedía aquello de repente?

Danny cerró los ojos, intentando centrarse en el sexo, en cualquier cosa que devolviera la vida a su polla. «Nada». En ese instante, supo que no podría correrse si Harry se marchaba.

«¡Maldito hijo de la gran perra!». ¿Qué coño le pasaba? Quizá debería preguntárselo a Heather. Oh, espera...ella estaba muerta.

La mortificación lo invadió mientras se preguntaba con mareante frustración cómo podía fallarle su cuerpo de esa manera. Todo aquel tiempo había pensado que aquellos temores que lo reconcomían sólo le afectaban a nivel emocional, impidiéndole que se tirara a una mujer a solas, tener a su hermano al lado para que le cogiera de la mano. Se sintió menos hombre. Como si fuera un bicho raro.

-¡Detente! -le ordenó Danny pero por lo visto también le afectaba a nivel físico. Ni siquiera podía mantener una erección sin con voz ahogada-. Detente, por el amor de Dios, ven aquí y háblale con suavidad. Yo no puedo.

Harry vaciló.

-Por favor. -Le dolió incluso físicamente escupir las palabras, pero Danny sabía que no podría reclamar a Alex si Harry salía de la habitación.

¿Acaso no dejaba claro eso cuan jodida tenía la cabeza? Con un suspiro de derrota, Harry regresó lentamente al lado de la cama y se subió a ella. Mordiéndose el interior de la mejilla con tanta fuerza que sintió el sabor de la sangre, Danny rodó sobre su costado para que la espalda de Alex reposara sobre el pecho de Harry.

Su hermano le puso las manos en los hombros y la besó en la nuca húmeda.

-Eres tan hermosa cuando te mueres de placer.

Todo volvía a la normalidad... o a lo que él consideraba normalidad. Al ver que Alex se relajaba contra Harry, y que su hermano deslizaba la boca por aquella piel ruborizada, su miembro revivió.

Sujetándola de las caderas, Danny se impulsó en el interior de Alex con toda la fuerza que pudo.

-Eres preciosa, gatita. Jamás he querido a nadie como te quiero a ti.

Nuevas lágrimas anegaron los ojos de Alex mientras rodeaba el cuello de Danny con los brazos. Su sexo se contrajo en torno a él. Con otro duro envite, él empujó contra el punto G de Alex, al mismo tiempo que se rozaba contra su clítoris. Y Alex explotó, soltando un torturado grito de satisfacción salvaje y diferente de cualquier otro que Danny le hubiera oído.

-¡Danny!

Ella se contrajo salvajemente alrededor de su miembro, y sus gritos de placer resonaron en las paredes, llenándole de tal éxtasis que a Danny se le encogió el corazón. Soltando un gruñido sollozante, las sensaciones se agolparon en su interior hasta que se convirtieron en una bola de fuego peligrosa y envolvente. Estremeciéndose violentamente, él derramó todo en ella. Todo su amor, su deseo, sus esperanzas, su alma.

Alex lo aceptó en su interior con un largo grito. Sus miradas se encontraron y la conexión entre ellos les impidió apartarlas. Danny no hubiera podido apartar la vista de ella ni para salvar su jodida vida.

Tiempo después, el tumulto cesó. Alex se relajó y rompió la conexión entre ellos, hundiéndose en el colchón, apartándose de él y girándose hacia los brazos de Harry con un sollozo desgarrador y lágrimas ardientes.

Harry la envolvió entre sus brazos, pero buscó a Danny con la mirada. Estaba confundido. No había otra palabra para describirlo. Por la reacción física de Danny. Por la reacción emocional de Alex. Por la completa incapacidad de Danny de llegar al orgasmo solo. Por la acerada desesperación de su hermano. Y ahora, Danny estaba agotado. Alex sollozaba.

Harry no tenía ni idea de qué iba a pasar con todos ellos a partir de ahora. Danny no estaba seguro de sí mismo, pero, por el momento, centraba su atención en Alex.

-¿Gatita? -se acercó a ella y se inclinó sobre la espalda femenina-. ¿Qué te pasa?
Durante unos interminables minutos, ella se negó a hablar. Él insistió. Harry también.

Pero no les respondió. Sólo siguió vertiendo aquellas lágrimas histéricas que desgarraba dolorosamente el corazón de Danny.

Danny hizo lo único que podía hacer. Y Harry se unió a él. La acariciaron, la tranquilizaron, le dijeron que todo estaba bien. Pero Danny sabía que cada una de las palabras que salía de su boca era una sandez.

-Nunca más -sollozó ella. Luego cerró los ojos para no verlo.
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4 de 4

Sorry por no actualizar antes u.u no tenía internet, y les debia un gran maratón, y Yanan ho ha podido actualizar tampoco :(...  ¡pero ya estamos de vuelta! :D

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Capítulo 40

chillin'

Danny intentó respirar profundamente mientras Alex se dejaba caer sobre el pecho de su hermano, una masa jadeante de piernas y brazos totalmente envuelta en sudor. Alex estrechó a Harry entre sus brazos y enterró la cara en su cuello. De repente, ella soltó un gemido de angustia que surcó el aire. Parecía muy triste. Derrotada.

Aquello hizo salir a Danny de su ensimismamiento. Cuando ella soltó un sollozo entrecortado, cálidas lágrimas se deslizaron por su cara mientras lo miraba a él con furia e impotencia. Danny la arrancó bruscamente del abrazo de Harry y la estrechó contra su cuerpo.

-No quiero que la toques sin mí -le gruñó a Harry -. Es mía. ¡Mía!

De inmediato, ella comenzó a forcejear contra él, a luchar y a contorsionarse para liberarse. Los sollozos arreciaron, pero Danny comprendió lo que Alex no preguntaba, ¿cómo había podido dejar que otro hombre tocara su cuerpo? Oh, Dios, ¿qué le había hecho a Alex?

La vergüenza inundó a Danny, lo aplastó y desoló. La furia -sobre todo hacia sí mismo- llegó a continuación.

Danny supo entonces el significado de la expresión «ver rojo». Un rojo intenso y brillante, como el de la sangre, inundó su mirada, saturando su lógica. Cualquier pensamiento racional... desapareció. El instinto lo empujó cuando tumbó a Alex en la cama, le agarró los muslos y se los separó.

Brillante, dulcemente pegajosa, y muy mojada, así se mostraba ante él. Los pétalos rosados de su sexo se habían puesto rojos e hinchados por el deseo. Esos pliegues que todavía parecían palpitar y desear más. Aquella visión lo dejaban condenadamente hambriento de ella.

-No soy sólo tuya. También lo soy de él -le respondió ella.

Él levantó la vista de entre sus muslos y clavó su penetrante mirada en aquellos ojos empapados de lágrimas. Bravuconería. Cólera. Un callado «que te jodan». Oh, y él la jodería, a base de bien. Se aseguraría de que ella comprendiera que tocara quien la tocara, ella le pertenecía a él.

De un brinco, Danny la cubrió con su cuerpo, se envolvió las piernas de Alex en torno a las caderas y deslizó la dolorida longitud de su miembro profundamente en su sexo. Hasta el fondo. Ella jadeó. Él no supo si de sorpresa, placer o dolor. Posiblemente por las tres cosas a la vez. La sensación de su vaina succionándolo como una boquita hambrienta, destruyó cualquier rastro de conciencia.

Danny le mostró los dientes en algo parecido a una sonrisa.

-Vas a aprender algo muy distinto, gatita. Ahora mismo.
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3 de 4  wiiiiiiiiiiiiiiiii

Capítulo 39



-¿Más? -Dios, ¿podría aguantar más sorpresas? Se sentía totalmente destrozada a nivel emocional. ¿Cómo iba a poder mantener la compostura?

-Estamos seguros de saber quién es el imbécil que puso la bomba.

-¿Qué? ¿Lo han detenido?

-Sí. -La voz de Logan reflejaba una alegría que Alex rara vez había oído-. Lo habíamos visto rondar por el hospital durante los diez últimos días. Esta mañana estaba husmeando por los pasillos. Entró con un arma en la habitación de papá. Hunter estaba en el rincón y lo desarmó antes de que pudiera vaciar el cargador de la treinta y ocho en la cabeza de papá.

El corazón de Alex se detuvo.

-Oh, Dios mío. ¿Está ya bajo custodia?

-Por supuesto. Hunter está abajo con la policía. Por el momento, niega haber puesto la bomba, pero fijo que ha sido él. Creo que es cuestión de tiempo que lo confiese. ¿Qué otra cosa puede hacer?

-Genial -murmuró ella. Lo que aquello implicaba cruzó veloz por su mente.

Alguien había intentado matar a su padre que no sólo estaba vivo, sino consciente y fuera de peligro. Por lo tanto, ella estaba fuera de peligro también. Podrían abandonar el pantano. ¡En ese mismo momento! No tendría que andar escondiéndose ni... Ni quedarse bajo el mismo techo que Danny las veinticuatro horas del día. Quien la amaba, la había reclamado, pero no estaba dispuesto a estar con ella. Sólo con ella. Alex tenía que decidir si dejarle o quedarse y esperar que las cosas entre ellos -entre los tres-cambiaran. Pero ahora no podía pensar en ello. Ahora tenía que pensar en su padre.

-¡Son tan buenas noticias! Es como si hubiera ocurrido un milagro. -Le tembló la voz, apenas podía controlarla.

-¿Estás bien, hermanita? -Sabía que Logan tenía el ceño fruncido por el tono de su voz-. No es propio de ti llorar.

-Es que me siento tan feliz. -«Y tan desgraciada a la vez»-. Cerró los ojos con fuerza, pero aun así no pudo contener las lágrimas.

-Bueno -pero no sonaba convencido-. Te llamaré más tarde y entonces podrás hablar con papá. ¿De acuerdo?

-Sí. Gracias.

-Cuídate, hermanita. -Luego colgó el teléfono.

Alex continuó sin moverse, apoyada contra el mostrador, sin notar apenas el frío de la madera contra su piel desnuda.

-¿Ha salido tu padre del coma? -la apremió Harry.

-¿Han detenido al psicópata que te amenazaba? -exigió saber Danny.

-Sí. -Le tembló la voz mientras los miraba a los dos-. Sí.

Harry le pasó un brazo por la cintura y la atrajo contra la dura piel de su torso. Le cubrió la boca suavemente con la de él, recreándose en su sabor, y luego murmuró:

-Es genial, cariño. Me alegro mucho.

Danny permaneció inmóvil, observándolos sin pestañear. Siguió sin moverse mientras Harry la besaba de nuevo y la recostaba contra la alacena, cubriendo su cuerpo con el suyo. La erección contra su vientre era imposible de ignorar. Harry le rozó los labios, jugueteando con ellos, acariciándolos con la lengua... como si fuera una obra de arte. Alex sintió resurgir el deseo.

Harry era asombroso, podía conseguir que lo deseara. Pero nada más. ¿Por qué, maldita sea? ¿Por qué no podía amar a un hombre que estaba preparado para estar con ella y sólo con ella?

Alex interrumpió el beso intentando no llorar y Harry lo interpretó como una sacudida emocional.

-Ven acá, no llores. Todo está bien. Ya podemos abandonar este paraíso en el pantano, y regresar a casa y a nuestra vida. Tú, yo... y Danny. -Le ahuecó la cara con las manos y le brindó una sonrisa-. No puedo esperar.

Luego la besó de nuevo, más profundamente, casi con exigencia. Mientras lo hacía, Alex abrió los ojos. Danny tenía la mirada clavada en ellos, una mirada dura y colérica, pero aun así excitada.

Dando un paso atrás, Harry la tomó de la mano para llevarla al dormitorio.

-Ven conmigo. Quiero celebrarlo amándote.

Dios, ¿tenía que hacerlo? Si Danny continuaba igual, ¿podría soportar ser compartida por ambos, sabiendo que las cosas jamás cambiarían? ¿Sería capaz de quedarse allí sentando y ver cómo su hermano se la tiraba como si compartir no le supusiera ningún problema? De una manera u otra, tenía que hacerle ver que aquel trío no era una solución a largo plazo.

Alex se puso de puntillas y plantó un largo y apasionado beso en la boca de Harry hasta que él la cogió por las caderas y la apretó contra la dura protuberancia de sú pene. Cuando él gimió y dejó caer la toalla, quedándose completamente desnudo en la cocina, ella se apartó con una sonrisa de arpía.

-Ven conmigo.

Danny no dijo una sola palabra; la observó con ojos ardientes, con los puños cerrados. Así que aquello no le gustaba. «Bien». Había llegado el momento de follar con Harry a fondo. Quizás Danny no soportara mirar hasta el final. Sería mejor que se preparara para una buena función.


Alex no miró en dirección a Danny ni una sola vez desde que Harry le había sugerido celebrar las buenas noticias en la cama y ella se había mostrado de acuerdo. Maldita sea, debería de alegrarse de que ella estuviera dispuesta a aceptar algo que él no iba a cambiar. Pero mirar cómo las grandes manos bronceadas de Harry recorrían el cuerpo femenino, se deslizaban sobre los erectos pezones, y las húmedas hendiduras... no era aceptable. No, cuando las noticias de que el coronel estaba consciente y de que el energúmeno que había puesto la bomba estaba entre rejas eran más que buenas razones para celebrarlo todos juntos. Y, estando en medio del pantano, ¿qué mejor que una sesión maratoniana de sexo? Era una fantástica manera de deshacerse de la adrenalina que habían segregado las tres últimas semanas.

Pero era algo más profundo que todo eso. Danny tenía que tocarla antes de regresar a la civilización con su familia. Y no sólo su cuerpo. Eso lo había hecho en abundancia. Esta vez, su misión sería tocar su corazón. Meterse en él y capturarlo, si fuera posible. Tenía que ser uno con ella.

Tenía que hacerle comprender eso, que incluso aunque Harry la tocara, ella era suya. Bueno, ella le había dicho que le amaba. Rezaba para que fuera verdad. Había bajado sus defensas al admitir en voz alta que él también la amaba. Pero una mujer como Alex se merecía un hombre entero. Él no lo era. Pero también era un bastardo egoísta que no estaba dispuesto a renunciar a ella.

-Quiero abrazarte, cariño -dijo Harry -. Quiero...

-Los dos -Danny se aproximó a ellos-queremos abrazarte.

-Por supuesto - Harry le acarició la mejilla-. Estamos igual de aliviados que tú. Emocionados. No podemos esperar para celebrarlo contigo.

En parte era verdad. Lo cierto era que Danny sólo quería tumbar a Alex para que ella pudiera sentirlo, saborearlo y olerlo. Danny quería penetrar por cada uno de sus poros de manera que ella no pudiera volver a pensar en un trío, de manera que le diera la espalda a todo aquello y se marchara.

Pero ¿cómo de grande sería el agujero que le quedaría en el pecho si ella se marchaba? Sería tan grande que haría que el Gran Cañón pareciera diminuto. Tenía que recordarle, de la manera más gráfica posible, que lo mejor era que se quedara con él. Y si bien Alex prefería tener una sola pareja, Danny sabía de hecho que Harry y él eran una tentación para su libido.

Harry se aproximó a la cama y se dejó caer en ella desgarbadamente, con los brazos abiertos. Alex vaciló sólo un momento. Danny imaginaba que una parte de ella no quería seguir, pero a pesar de pensar que dejar que su primo se acercara a ella -la penetrara- era como pasarse por los testículos una navaja oxidada, la empujó hacia él.

Lanzándole una mirada furiosa por encima del hombro, ella se subió a la cama, encima de su hermano. Con su temperamento inflamado por la cólera, le brindó a Harry todo su fulgor flamígero. Sin malgastar un segundo más, curvó su cuerpo sobre el de él y amoldó sus labios a los suyos para buscar su respuesta, hambrienta y desesperada. Alex penetró la boca de Harry con la lengua, emitiendo unos ronroneantes gemidos que fueron directos al pene de Danny y que le partieron el corazón.

Alex se montó a horcajadas sobre su primo. Harry se agitó cuando ella profundizó aún más aquel beso duro y alocado. «¡Santo cielo!». La sorpresa se reflejó en la cara de Harry, pero no por mucho tiempo. El deseo prendió en su hermano como un tornado, haciéndolo arder con el sexo salvaje que prometía aquel beso. Harry respondió a ese beso con cada gramo de delicadeza que poseía y agarró con firmeza las curvas del cuerpo femenino -pechos, cintura, caderas- mientras se arqueaba para responder a la cruda demanda de Alex.

Gimiendo, ella se ubicó sobre la longitud del miembro de su hermano, que ya estaba duro para ella. Contoneando las caderas, onduló y restregó su sexo suave y mojado sobre el pene de Harry y dejó escapar un largo gemido con el que le pedía que fuera todavía mejor. Que la hiciera correrse.

Aquellos sonidos, el hecho de ver a su mujer rozando su clítoris sobre el glande de otro hombre...hizo que Danny tragara saliva. No era una visión fácil de contemplar.

«¡Sandeces!». Apretó la mandíbula. Ver con sus propios ojos cómo Alex le daba la espalda y transmitía a Harry su cruda y rugiente necesidad, ver cómo lo besaba, cómo le exigía que aplacara su deseo... le provocaba un dolor desgarrador. Como si alguien le arrancara las entrañas con las manos. Dios, no podía mirar. Pero se obligó a hacerlo.

Observó cómo el roce del sexo de Alex sobre el miembro de Harry se convertía con rapidez en un tormento húmedo y sedoso. Ella interrumpió el beso con una boqueada y echó la cabeza hacia atrás.

-No te pares. Frótate sobre mí -gruñó Harry cuando ella bajó hacia él-. ¿No sientes lo duro que estoy para ti?

Alex gimió, y el sonido atravesó a Danny como un cuchillo ardiente en los testículos.

-Sí -lloriqueó ella, mientras se estremecía de placer-. Estoy mojada, muy mojada. Harry...

-¿Quieres correrte?

Echando la cabeza, bruscamente hacia atrás, Alex hizo ondular sus cabellos castaño rojizo sobre la pálida piel de su espalda, arqueando sus pechos. Maldita sea, estaba tan jodidamente hermosa...tan jodidamente excitada por otro hombre.

Eran una imagen perfecta. Y era él quien la había empujado a los brazos de Harry. De repente, Danny quiso separarla de esos brazos. No por primera vez, se preguntó por qué Harry quería mantener aquellas relaciones a tres bandas cuando no tenía problemas en llevarse a una mujer a la cama él solo. Pero ahora que veía a Alex y a su hermano juntos, temió saber la respuesta.

Permaneció allí de pie, paralizado. Era como cuando uno se detenía a observar un accidente de tráfico: sabe que no debe mirar, pero aun así lo hace.

Apoyada sobre sus manos y rodillas sobre el cuerpo de Harry, ella frotaba su clítoris sobre el glande de su primo. Sudorosa y temblorosa, miró a Harry a los ojos.

-Dime que quieres correrte -susurró Harry, agarrándola por las caderas para detener sus movimientos hasta que contestara.

Su grito de protesta y el deseo que rugía en su interior, hicieron que Danny se moviera. Dio un paso adelante para darle a Alex lo que necesitaba, para darle él mismo aquel orgasmo edificante, para arrancarla de los brazos de Harry ...

-Sí -gritó ella-. Sí, ¡quiero correrme!

Entonces, ella se liberó de las manos de Harry, arqueándose, retorciéndose y gritando hasta que todo su cuerpo tembló por la liberación. Alex se agarró a él con firmeza, frotando su dulce sexo -ése que pertenecía a Danny- por la polla de Harry, intentando encontrar el clímax salvaje que Danny sabía que necesitaba.

«Ni hablar». Danny no podía permitirlo. Ella era suya. Ese orgasmo tendría que dárselo él. Quiso arrancar a Alex de Harry, tirarla encima de la cama y montarla. Quería ser él quien la liberara, proporcionarle las explosivas sensaciones del orgasmo. Antes de que pudiera tocar a Alex, todo el cuerpo femenino se sacudió, como si hubiera sido atravesado por un rayo.

Alex soltó un largo y rudo grito gutural de satisfacción. Y la palabra que soltó, amenazó con destruirle:

-¡ Harry!

Las entrañas de Danny se desgarraron cuando ella se corrió gritando con una fiera necesidad el nombre...de otro hombre.

Sus vísceras burbujearon como si las hubieran rociado con ácido. La necesidad de follar a Alex reclamarla como suya una vez más luchaba contra el violento deseo de dejar a su hermano hecho un guiñapo. Estaba en un estado volátil. Inestable. Cerca del jodido límite de algo que no podía predecir. Jamás había  experimentado aquella sensación tan salvaje y violenta.
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2 de 4 :D

Capítulo 38



-Tengo que poner fin a todo esto.

-No.

-Pero...

-No.

-Maldita sea, ¿por qué no?

-Nos hemos esforzado mucho para protegerte. Dougie se ha hecho su propia cama. Ya tuve que ver una vez cómo te ibas con él, y luego no pudo hacer que lo nuestro funcionara. No vas a arriesgar tu vida para sacar a ese estúpido asno del lío en que se ha metido.

-Pero...

-¿Quieres volver con él?

Maldición. Sabía cómo acorralarla con sólo unas palabras.

-No.

Danny le lanzó una mirada con aquellos salvajes ojos azules que ella no pudo descifrar.

-¿Quieres estar con Harry y conmigo?

-No me gusta tener que ocultarme en medio de la nada y tener que estar lejos de mi padre.

-Responde a la pregunta.

¿Estaba Danny preguntándole si era feliz y quería quedarse con su hermano y con él? La respuesta parecía importante para él. Contuvo una sonrisa. La pregunta había sido casi... dulce. Había hecho que en el interior de Alex creciera la esperanza. Extendió el brazo hacia él y le puso una mano sobre el muslo.

-Sabes que sí.

El asintió con la cabeza como si con eso diera por finalizada la conversación.

-Entonces no vuelvas a mencionar a ese idiota jamás.

****

La semana siguiente transcurrió lentamente, a caballo entre los eufóricos encuentros en los brazos de Danny y Harry y el abatimiento por la falta de mejoría en la salud de su padre. La desaprobación de Hunter resonaba a través del teléfono cada vez que hablaba con él, empeorando su conflicto emocional.

Esa mañana, como si detectara su confusión y tristeza, Danny la había despertado con unos tiernos besos en el cuello y sus exigentes dedos dentro de su sexo. Harry había añadido su talentosa lengua en sus pezones y aquellas pinzas a las que parecía haber cogido tanto cariño.

Al cabo de unos minutos habían eliminado de su cabeza cualquier pensamiento que no fuera la necesidad de sentirlos en su interior. Como era natural, la habían complacido, llevándola de nuevo a unas alturas que ella apenas podía comprender. Ahora, después de que hubiera salido el sol, Harry le depositó un suave beso en la frente y salió de la cama en dirección a la ducha, dejándola sola con Danny. El enorme guerrero la estrechó contra su cuerpo; sus pieles húmedas se pegaron mientras respiraban al unísono.

Alex contuvo las ganas de llorar. No sabía si su padre mejoraría, ni si sus decisiones la distanciarían de su hermano mayor. Ni si alguna vez obtendría el amor de Danny. Allí en el pantano, parecía vivir en una burbuja. Nada era real. No existía ni el pasado ni el futuro, sólo el presente, hasta que algo ocurriera, hasta que su padre se recuperara o hasta que pillaran al idiota que había puesto la bomba.

-¿Alex? -Danny la acarició la espalda con la ancha palma de su mano. Era su manera de preguntar si estaba bien.

Ella a su vez, quería preguntarle si la amaba. Pero sabía que no debía. No estaba segura de querer saber la respuesta. Danny la deseaba. Tenía que conformarse por el momento. Los dos hombres la acariciaban a todas horas, la sentaban en sus regazos, la besaban. Se acostaban con ella tres o cuatro veces al día. Era un milagro que no se hubiera vuelto loca a base de orgasmos. Pero no se quejaba, a pesar de no saber qué sentía Danny por ella. Jamás había dicho una palabra, y ella seguía sin conocer aquel pasado que pesaba sobre él como una losa.

-Estoy bien -mintió. ¿Qué otra cosa podía decir?

Él cambió de postura y rodó de lado para mirarla a la cara. Dios, era muy guapo. No era perfecto, pero se acercaba. La pequeña curva de la nariz le decía que se la había roto alguna vez. Pero aquellos ojos, aquella piel, el corte de su cabellera sólo acentuaba los duros rasgos ingleses que gritaban ¡macho! ¿Qué haría si ella no era más que un buen polvo para él?

-Estás demasiado tensa para estar bien. -Le deslizó una mano por el vientre, hacia su sexo-. ¿Necesitas correrte de nuevo, gatita?

Alex le agarró de la muñeca para detenerla. Dios sabía que él podía llevarla el orgasmo de nuevo. Pero no hacía el amor con ella a solas. Y no le contaba nada sobre sus sentimientos, si es que tenía alguno. Harry insistía en que Danny la amaba, pero ¿quién podía asegurarlo?

-No sigas. -Se apartó de él y se dispuso a levantarse.

Danny le rodeó la cintura con uno de sus musculosos brazos y la atrajo hacia él de nuevo.

-¿Quieres volver a llamar a Logan para saber cómo está tu padre?

-Apenas son las seis de la mañana. Ni siquiera estarán aún en el hospital. Estoy preocupada por papá, pero no hay nada que pueda hacer por él en este momento.

-Entonces cuéntame por qué demonios pareces a punto de echarte a llorar.

«¿Es que no se daba cuenta?». Alex se retorció bajo él, pero era difícil liberarse. Él era tan fuerte como el hierro. Maldita sea, no estaba ocultando sus sentimientos demasiado bien. Y si no escapaba, iba a perder el control y hacer algo estúpido, como decirle a aquel hombre que lo amaba.

-¿No crees que tengo motivos para echarme a llorar?

-Sí. Pero no es lo habitual en ti. ¿Qué te pasa?

Desesperada, Alex intentó liberarse. Él la sujetó como un campeón de pesos pesados. Ella apenas pudo contener un grito de frustración.

-¿Qué demonios quieres de mí? ¿Qué te abra mi corazón? No veo que tú estés ansioso de hacer lo mismo conmigo.

-Vayamos por partes, gatita. Habla conmigo.

-Bien, pues allá voy: no sé si esto significa algo para ti -dijo ella señalando la cama-. Y cada día, yo te abro mi corazón y mi cuerpo, esperando que te des cuenta de que ¡te amo!

En cuanto soltó las palabras, se puso las manos en la boca, deseando no haberlas dicho. Encima de ella, él se puso rígido y entornó los ojos.

-Hace sólo unas semanas, amabas a Dougie Poynter.

-Hace unas semanas pensaba que lo que sentía por él era amor, ahora conozco la diferencia. Pero no te preocupes, sé que tienes un horrible pasado que te mantiene alejado de mí. Que me protegerás y...

-Yo también te amo.

La sorpresa atravesó su cuerpo como el voltaje de un cable eléctrico, seguida de un estallido de alegría. ¿Había oído bien?

-¿Qué?

Él suspiró, le retiró el pelo de la cara, se inclinó hacia delante y la besó suavemente. Alex estaba a punto de echarse a llorar.

-Te amo. Ojalá fuera... un hombre mejor para ti. Pero mi vida personal y mi mente... están jodidas. Algunas veces -Danny hizo una pausa y tragó saliva-, odio tener que compartirte.

Awwww, era la primera -y sorprendente- noticia que tenía al respecto. Alex parpadeó. Luego se lo quedó mirando. Él había deseado que Harry no estuviera en la cama con ellos. En secreto, ella había tenido el mismo deseo. Sentía muchísimo cariño por Harry, pero no amor.

-Entonces no lo hagas. Me encantaría estar sola contigo, sólo nosotros dos. Por favor.

Danny soltó un largo suspiro tembloroso.

-No puedo. Ésta es la única forma en que puedo estar contigo.

«Pero ¿por qué?». Alex se mordió el interior de la mejilla. Quizá... si ella trataba el tema con cautela, él se decidiera a revelarle su secreto. Y por fin sabría qué era lo que le impedía estar a solas con ella.

-Si pudieras decirme por qué...

-Eso no cambiaría nada.

-Puede que te equivoques. Los dos estamos aceptando esta situación por una razón que no entiendo. Es posible que si habláramos de ello...

-Es complicado, y jugar a los psiquiatras no va a cambiar las cosas. Por el momento... no tengo otra opción. -El se encogió de hombros como si no tuviera importancia, pero la angustia que se reflejaba en su ceño, le decía que le importaba y mucho-. Tómalo o déjalo. Es elección tuya.

Así que ésas teníamos. O lo tomaba o lo dejaba. No iba abrirse a ella. Su pasado no era un tema a debatir. Danny la dejaba fuera.

Alex le dio la espalda, tras rodar sobre sí misma. Resistió el impulso de hacerse un ovillo y echarse a llorar. Tocar el cielo para luego bajar al infierno. Danny la amaba, pero no confiaba en ella. No podía -o no quería-dejar de compartirla con su hermano. Ninguno de los dos se movió, ella podía sentir la mirada de él clavada en su espalda. Fue un momento doloroso. Alex no tenía ni idea de qué decir o qué hacer. El sonido estridente del teléfono rompió el tenso silencio entre ellos. Sin embargo, siguieron sin moverse.

-¿Por qué no responde nadie? -Harry sonó molesto cuando cruzó el suelo de la cocina con los pies húmedos y una toalla alrededor de su cintura-. ¿Diga?

Hizo una pausa, escuchó y asintió. Mientras, Alex observaba sus húmedos mechones de su pelo y fuerte anchura de sus hombros. Finalmente Harry se giró. Alex se incorporó y lo miró por encima de Danny.

-Es para ti, cariño. Es Logan.

Asintiendo con la cabeza, ella decidió levantarse de la cama completamente desnuda mientras ambos la miraban. Si Danny tenía intención de seguir compartiéndola, entonces ella no tenía nada que ocultar. Ya habían visto, acariciado y saboreado todo lo que había. Por el rabillo del ojo, vio cómo Danny se inclinaba y recogía la corta bata blanca. Se la lanzó al vuelo. Con una mirada acusadora, Alex dejó que se cayera a sus pies.

-¿Para qué molestarse?

Danny torció el gesto. Alex no sintió ni el más leve triunfo. No sentía más que desesperación cuando agarró el teléfono.

-Dime, Logan.

-Hola. Tengo buenas noticias, hermanita. ¡Papá está consciente! Y en perfecto estado.

Otra oleada de júbilo la recorrió. Pero ésta era mejor. La llevaba de vuelta al cielo. Algo debió de reflejarse en su rostro porque Harry corrió a su lado y le cogió la mano. Danny se acercó lentamente, y se cernió sobre ella.

-¿Cuándo? -preguntó ella.

-Hace unos veinte minutos. Hoy van a hacerle más pruebas. Pero si todo va bien, pueden darle el alta en unos días.

-Oh, Dios mío...eso es genial. -Alex apenas podía contener las lágrimas de alegría-Es asombroso Estoy tan...Dios, gracias por llamarme. ¿Puedo hablar con él?

-Acaban de bajarlo para hacerle un TAC, pero en unas horas estará aquí. Te volveremos a llamar entonces.

-No puedo esperar. Me siento tan emocionada...-sollozó en el teléfono.

-Espera, hermanita. No llores. Hay más.
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