lunes, 28 de mayo de 2012

Capítulo 32


Ante esas palabras, Harry salió de la neblina sensual en que se encontraba y abrió los ojos. Oscura, hambrienta, insondable, centró la mirada en ella y le prometió vengarse si continuaba por ese camino. ¿Acaso no la había sometido ya a la peor de las torturas? La elocuente mirada masculina decía que no. Alex se estremeció.


Harry le metió los dedos en el pelo y se lo agarró con un puño.


-No juegues conmigo, cariño. No podré ser suave y delicado si haces eso.


A sus espaldas, Danny se movió, instándola a bajar la cabeza otra vez.


-Sólo succiónale profundamente. Yo te diré cuándo debes detenerte. Si te apartas antes de tiempo, descubrirás que Harry se queda corto comparado conmigo en lo que se refiere a negarte el orgasmo.


Alex no dudó ni por un momento de que Danny cumpliría esa amenaza de buen grado. Relamiéndose los labios, le brindó a Harry una mirada ardiente y tomó su miembro en la boca, conduciéndolo hasta su garganta. Entre aplacado y excitado, Harry la alentó con gemidos y palabras de ánimo. Ella quedó satisfecha del resultado cuando una capa de sudor le cubrió el pecho y él comenzó a follarle la boca con unos lentos envites de caderas. Vaya, aquel hombre era, sencillamente, delicioso. Pero Danny no se conformó con solo mirar. Por supuesto que no. Todavía detrás de ella, volvió a cubrirle la espalda con su pecho y le acarició los pechos, tomando los sensibilizados pezones entre el pulgar y el índice, y pellizcándolo suavemente. El cálido aliento de Danny en su cuello la hizo temblar.


Luego él comenzó a hablar.


-Sigue succionándole y siénteme...aquí.


«Aquí» resultó ser la palma de su mano cubriéndole el sexo, presionándole el clítoris con ella. Su sexo se inundó de deseo. Y, al instante, estuvo tan mojada que casi goteó. Con manos ansiosas, le separó más las rodillas, y comenzó a trabajarla con los dedos.

-Podría seguir tocándote hasta que te corrieras -le gruñó Danny al oído-, pero contigo voy a poner en práctica otra cosa. Voy a rodear con firmeza tu clítoris, luego voy a tocarlo suavemente con la yema del dedo. Tan suavemente que te preguntarás si lo has imaginado. ¿Me equivoco? -se lo demostró mientras hablaba. Ante su gemido, él continuó-: 

Luego voy a atraparlo entre dos dedos y a frotarlo lentamente.


Y así lo hizo. Alex se quedó sin aliento. Una sensación nueva la atravesó cuando él
atrapó su clítoris entre los dedos índice y corazón y lo acarició por los lados, friccionándola hasta que prendió fuego a todo su cuerpo.


-Ahora, voy a empezar de nuevo y, de paso, acariciaré el resto de tu ardiente sexo
húmedo. Pero no lo suficiente para que te corras.


Durante los siguientes minutos, él demostró lo mortalmente efectiva que era su técnica.
Con un grito, ella se retorció cada vez que él cambiaba de toque. Cada vez que sabía que ella estaba a un par de caricias de correrse, cambiaba de tercio, y hacía vagar sus dedos por otro lugar hasta conducirla a la locura.


Cuanto más excitada estaba Alex, más voraz era con el miembro de Harry. Gimió en
torno a la gruesa erección, pasándole la lengua por el glande hinchado, curvando los dedos en la base y apretándolos. Luego jugaba con sus testículos, pasándole un dedo por debajo y restregando sus pezones por la superficie.


-Lo haces muy bien, cariño. - Harry parecía sudoroso y estupefacto-. ¿Dónde demonios has aprendido eso?

Alex no contestó. No podía. Además, no quería dejar de lamer cada delicioso
centímetro de Harry.


El atractivo y sexy chef inspiró profundamente.


-No sigas. No puedo soportarlo más.


Eso le pasaba a ella también.


Danny seguía moviendo sus manos, cambiando la presión de su toque, acariciando en
aquella ocasión el nudo hipersensible de su clítoris. Un ligero y lento roce de la yema del dedo masculino sobre su piel la llevó al límite otra vez. Oh... el placer era cada vez más intenso, estaba a punto de acabar con ella. Se acercaba un orgasmo atronador. Alex jadeó y se retorció, soltando el miembro de Harry.


En cuanto ella hizo eso, Danny aligeró sus caricias electrizantes. Lágrimas de frustración -y
de necesidad-se agolparon en los ojos de Alex.


-¡No! -gimió ella.


-Sí -la contradijo Harry, cogiéndola con insistente fuerza del pelo y obligándola a
encontrar su hambrienta mirada-. No puedo esperar a sentir cómo te corres en torno a mí.
La agarró de las caderas y la aproximó hacia él, apartándola bruscamente del agarre de
Danny y montándola a horcajadas sobre su anhelante erección.


Cuando Harry la empujó hacia abajo, arqueó a la vez las caderas, deslizándose dentro de ella.

Y de golpe, Alex se sintió completamente colmada con aquella carne increíblemente dura.


Él soltó un prolongado y ronco gemido. Y siguió penetrándola, hasta que ella hubiera
jurado que podía sentirlo en las amígdalas. El sexo de Alex estaba definitivamente dilatado ante esa penetración, casi al borde del dolor.


Encima de él, ella gimió, se tensó, haciendo fuerza con los muslos para detener la profunda embestida. Ambos fueron en su rescate levantándola ligeramente.


-¿Estás dolorida? -murmuró Harry.


Ella asintió débilmente con la cabeza.
-Un poco.


A sus espaldas, Danny la instó a bajar de nuevo sobre el miembro de Harry mientras la besaba en el hombro.


-Sólo duele un poco al principio, pero puedes tomarlo, gatita. Acéptalo entero. Quiero ver cómo te corres.


Antes de que ella pudiera siquiera contestar, le exploró con la punta de los dedos los
pliegues mojados, y apretó su clítoris anhelante.


Harry se hundió hasta el fondo al mismo tiempo que Danny le presionaba el clítoris. Su grito se convirtió en un gemido cuando Harry apretó su miembro contra la sensible cara anterior de su vagina. Danny la acarició levemente con los dedos. La llevaban casi al borde del éxtasis para a continuación retirarse a la vez en perfecta sincronía.


-Más duro. Ahora. ¡Más!


Apretando los dientes, Harry entró en ella de nuevo, llenándola lentamente, rozando el
glande sobre su sensible punto G. Danny se tomó su tiempo describiendo lentos círculos sobre el único lugar que la haría estallar en mil pedazos.


El deseo crepitante se convirtió en ardor. La presión en una necesidad imparable. Todo se
juntó, se concentró. Alex comenzó a jadear, sujetándose a los hombros de Harry para apoyarse y agradeciendo el soporte que ofrecía el brazo de Danny en su cintura cuando las sensaciones la hicieron subir todavía más.


Luego comenzó a volar, ingrávida y jadeante. Subió, y siguió subiendo hasta que explotó en un calor ardiente. Alex se estremeció, y su cuerpo se cerró firmemente en torno al miembro, duro y tenso, que Harry enterraba en su cuerpo mientras que aquel intenso placer palpitante se extendía a través de su cuerpo como una inyección de alcohol puro.
Tras unos minutos, Alex regresó a la tierra. Con los ojos cerrados, luchó por recobrar la
respiración. Estaba cubierta de sudor.


Dios, estaba cansada. Rendida. No creía tener fuerzas para más. Otro orgasmo como ése y
perdería el conocimiento.


Pero el roce del duro miembro masculino que llenaba su sexo, que se apretaba contra su
cerviz la hizo regresar con una boqueada. Harry apretaba los dientes y se aferraba a sus caderas. No había terminado.


Casi con desesperación, Danny empujó la espalda de Alex. Ella cayó sobre el pecho de
Harry, y éste la agarró y la urgió a separar los labios para enredar su lengua con la de él, dominando su boca con un beso voraz.


Antes de que ella pudiera siquiera responder al asalto de Harry, Danny comenzó a moverse, indagando en su entrada trasera con un par de dedos lubricados. La prohibida sensación de ese acto envió nuevas oleadas de deseo a los lugares adecuados. Terminaciones nerviosas que ella había creído dormidas se excitaron. Se sintió llena, por delante y detrás, dilatada, tensa.


Estaba claro que tampoco Danny había terminado con ella.


Echando la cabeza hacia atrás, ofreció la garganta a Harry. Él aprovechó la ocasión y le
mordisqueó el cuello hasta alcanzar el lóbulo de su oreja con los dientes, haciéndola estremecer con su cálido aliento sobre el hombro.


Oyó una especie de rasgadura. Oh, Dios, conocía el sonido. Danny estaba abriendo un
condón. Danny no podía estar pensando en...


La pecaminosa sonrisa de Harry le dijo que Danny sí lo hacía.


-Estate quieta, cariño. - Harry la agarró por las caderas para asegurarse de que lo hiciera.


-Pero Danny...Va a...


-Va a follarte mientras Harry te folla -le gruñó Danny al oído, con aquel tono ronco que hizo que se estremeciera-. Bienvenida a los auténticos ménages (Trios), gatita. Prepárate para conocer qué significa tener un orgasmo múltiple.

La ardiente promesa de su tono hizo que otro violento despliegue de deseo detonara en su vientre, en su sexo, esparciéndose como un río de lava por sus piernas, por sus pezones. 
Pero eso no fue todo. El deseo se mezcló con la ansiedad. Tomarles a los dos a la vez implicaba no sólo éxtasis sino dolor.


-No te tenses -susurró Harry, tranquilizándola.


Era fácil para él decirlo. No estaba a punto de ser penetrado por dos sitios distintos... a la vez.


-El condón está lubricado para facilitar la penetración. Danny te tomará lenta y suavemente. Tú sólo debes relajarte.


A Alex se le cubrió la espalda de sudor. Danny comenzó a indagar en su entrada trasera, deslizando el glande en su interior.


-Empuja hacia mí. -Su voz no era más que un duro jadeo.


Ella lo hizo, mientras él la agarraba por los hombros y comenzaba a penetrar en el tenso anillo de músculos...y más allá.


Tras una punzada inicial de dolor, Alex se quedó sin aliento. Luego Danny comenzó a presionar, estimulando prohibidas terminaciones nerviosas que de repente cobraron vida. Al fin, Danny estuvo completamente enterrado dentro de su recto.


Oh, Dios, se sentía completamente llena con aquellas dos duras erecciones. Tan empalada, que con sólo respirar profundamente se acrecentaba esa sensación de desbordamiento. Sólo una fina pared de tejidos separaba los dos miembros y ella intentó imaginar qué sentiría cuando comenzaran a moverse. ¿Fricción? Seguro. ¿Placer? Condenadamente intenso.


-¿Puedes soportarlo? -Por el tono áspero y ronco de Danny, era innegable el tenso control que ejercía sobre sí mismo.


Antes de que ella pudiera siquiera contestar, ambos se dispusieron a conseguir que la respuesta fuera un sí; Danny trazó un sendero de dulces besos desde el cuello al hombro y jugueteó con su clítoris mientras que Harry la besaba en la garganta y le rozaba los sensibilizados pezones.


No había lugar donde no la tocaran, donde no la hicieran arder con un intenso placer que inundaba su cuerpo de pies a cabeza, ahogando sus miedos. Pero no se movían. Alex frunció el ceño, preguntándose por qué. Luego se dio cuenta de que esperaban su respuesta. Tenían que ser un infierno contenerse -no es que no se lo merecieran por juguetear con ella hasta casi tenerla a un suspiro de perder el juicio-, pero sabía no se moverían hasta que ella les diera luz verde. Ese tipo de consideraciones -como atravesar Texas al pensar que estaba herida o que podría necesitarlos después de la explosión- le decían a Alex cuánto les importaba.


Contoneó las caderas. Sus terminaciones nerviosas brincaron prácticamente al ritmo del chachachá. Un atisbo del placer que estaba por venir le atravesó los sentidos, y Alex supo que no podría esperar más para disfrutar de esa experiencia.


-Puedo soportarlo. ¿Acaso no están preparados ya, chicos?


-Yo que tú no me burlaría. -La voz de Harry sonaba tensa.


Alex contoneó las caderas de nuevo y le dirigió una sonrisa insinuante. Él siseó en respuesta.


-Dejaré de burlarme si comienzan a follarme de una vez.


-Trato hecho -gruñó Danny, a la vez que se retiraba para luego zambullirse en su ano con una embestida asesina a la vez que le pellizcaba el clítoris.


Alex gritó, pero se interrumpió cuando la boca de Harry cubrió la suya mientras se retiraba lentamente de su vagina, provocando una fantástica fricción en el momento que Danny se introducía en su recto. Luego cambiaron las tornas, Danny se retiró y Harry, arqueó las caderas, llenando su hinchada vagina con cada centímetro de su miembro. Repitieron el proceso una y otra vez, sin dejar de mover sus bocas, sus dedos y sus miembros implacables.

La trabajaron como una máquina bien engrasada. Era obvio que habían hecho eso antes, que lo habían hecho montones de veces. Que sabían con exactitud cómo moverse para incrementar al máximo el placer de ella. Un placer que se preveía muchísimo mejor que cuando sólo la poseía uno. Iba a suceder algo...extraordinario.


Al cabo de unos minutos, la sensación la abrumó. Todo su cuerpo comenzó a estremecerse mientras el palpito entre sus piernas comenzaba a crecer, a incrementarse, a multiplicarse más rápido de lo que ella podía soportar. Casi se le detuvo la respiración mientras empleaba todas sus energías para moverse con ellos y canalizaba la oleada de intenso placer que la embargaba.


-Estás a punto de correrte -le murmuró Harry en el oído-. Me muero por sentirte otra vez mientras lo haces.


No, era ella la que se moría. Punto. Se sentía abrumada, avasallada. Las sensaciones eran cada vez más intensas, casi aterradoras. Todo su cuerpo se centraba en el ardiente ritmo que marcaban los dos miembros que asaltaban su cuerpo, en los insistentes dedos que la acariciaban y pellizcaban, en el aliento de esas dos bocas masculinas que la lamían, la mordían... le exigían todo.


-No vas a aguantar más que nosotros, gatita -le prometió Danny.


Harry la penetró tan profundamente, que ella pudo sentirlo rozándole la matriz; una nueva oleada de chispas ardientes mermó su autocontrol. Danny le pellizcó suavemente el clítoris con el pulgar y el índice y luego se lo frotó suavemente por los lados, lo que definitivamente acabó con su control.


La sensación la propulsó directamente a las estrellas. Todo su cuerpo se estremeció con intensas sacudidas, su vientre convulsionó, su sexo se contrajo y el placer incendió todo su ser. Llegó hasta un reino más allá de su imaginación. Le ardía la garganta, y se dio cuenta de golpe de que era porque no podía dejar de gritar. El orgasmo era siempre una experiencia fabulosa, pero eso no era un simple orgasmo, era el mayor éxtasis que había experimentado en su vida y que amenazaba con consumirla mientras el placer se derramaba por todo su cuerpo.


-¡Oh, Dios...Maldición! Yo...


No fue necesario que Harry terminara la frase para que Alex supiera que él estaba a punto de seguirla en el clímax.


-¡No! Contente -le gruñó Danny a su primo-. Hemos esperado demasiado para dejarnos llevar como un par de adolescentes.


Tras llegar a la cima, el orgasmo de Alex remitió suavemente. Una dulce languidez se extendió por sus miembros. Harry no fue tan afortunado. Al tiempo que recuperaba la consciencia, ella observó con fascinación cómo él se tensaba, se estremecía conteniendo el aliento, y luchaba con los ojos y los puños cerrados para no dejarse llevar. Los tendones de su cuello parecían a punto de estallar. Alex jamás había sentido su miembro tan duro en su interior. Al final, él soltó un tembloroso suspiro.

-Bastardo.


-Con tal de que te contengas y la sigas penetrando hasta que se vuelva a correr, puedes llamarme lo que quieras.


-¿Otra vez? -jadeó Alex-. Danny, no creo que pueda...


-Claro que puedes. Conozco tu cuerpo. Eres como un coche de carreras. En cuanto tienes el motor caliente, es fácil ponerte a tope repetidamente. Lo difícil es conseguir que tu motor ronronee la primera vez.


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¡MUCHAS GRACIAS POR ESTAR COMENTANDO! amamos leer lo que dicen, en serio, nos sacan cada sonrisa hahaha y creanme que nosotras estamos igual de picadas con este fic, y eso que no es la primera vez que lo leemos hahahaha

Entre más comentarios nos dejen y haya más de 15 likes en el capítulo, más rápido actualizamos.


Los queremos ;)

Mrs. Y. Jones & Mrs L. Poynter

PD: No se les olvide que si quieren que les avisemos cuando subamos capítulos dejen su user de twitter o manden un tweet a @MissLPoynter ♥ Sorry por tardar en subir u.u

PD: y si gustan pasar a mi fic de Danny, acá esta el link {x}

jueves, 24 de mayo de 2012

Capítulo 31



En el capítulo anterior...
Levantándose de la cama, Danny se puso de pie a su lado, y acariciándole los muslos y las caderas, la acercó al borde de la cama, haciendo que le rodeara las caderas con los muslos.

-¿Danny?

Él se inclinó y depositó un suave beso en su vientre.

-No voy a irme. En esta posición, puedo controlar mejor el ángulo y la presión. Si te duele demasiado, podré retirarme.

O al menos, esperaba poder hacerlo. Aunque lo que en realidad quería era arremeter contra ella como el toro embestía un capote rojo.

Danny inspiró profundamente, reteniendo el aire e intentando centrarse.

-Un poco de dolor no me hará daño.

-También dejo sitio para que Harry se dedique a otras partes de tu cuerpo. -Indicó con los dedos las líneas de su torso, y luego los bajó, deteniéndose para describir unos círculos en el clítoris de Alex-. Confía en mí. Al final de la noche, te sentirás bien follada.

Alex enlazó las piernas en torno a su cintura, atrapándolo entre ellas.

-¿Me lo prometes?

Aquellas burlonas palabras lo atravesaron y se clavaron directamente en su miembro. Danny levantó la mirada al techo, intentando conservar su autocontrol. También quería que Alex se sintiera bien amada.

-Sí -graznó-. Oh, sí.

Ella le respondió con una sonrisa radiante que sólo incrementó el deseo que sentía. El control de Danny se evaporó. Cogiéndose el rígido pene con la mano, lo guió a la pequeña e hinchada abertura. Ella era menuda. Y él no era un hombre pequeño. Iba a tener que hacer fuerza para penetrarla. Aquel pensamiento provocó otra nueva oleada de sudor.

Danny se inclinó hacia adelante un poco e introdujo el glande en el interior de Alex. «Oh, maldita sea. Era tan caliente y estrecha». Bajo él, Alex se movió con agitación, arqueándose, forzándolo a penetrarla un poco más. Agarrándola de las caderas, se introdujo un centímetro más.

Hasta tropezar con su himen.

-No te detengas -le imploró ella.

Danny no hubiera podido detenerse aunque hubiera querido. Pero un millón de pensamientos cruzaron por su mente. ¿Y sí... la lastimaba demasiado? ¿Y si a ella no le gustaba la intensa sensación de sentirlo en su interior? ¿Y si no estaba tan preparada como pensaba? O peor todavía, ¿y si volvía a repetirse la misma historia?

-Estás pensando demasiado -murmuró Harry -. La quieres. Y a menos que me equivoque, la amas. Está protegida y yo estoy aquí. No podría ser más perfecto de lo que es.

Eso puso fin a todas sus reservas. Harry tenía razón. Preocuparse por el dolor o la preparación de Alex -incluso por el futuro- no era más que una excusa. Tras doce años, había llegado el momento de darse otra oportunidad.


Danny agarró la cadera de Alex con la mano izquierda. La derecha, la deslizó hasta su sexo donde comenzó a trazar suaves y lentos círculos, rozando con la yema de los dedos el brote de su clítoris. La acarició hasta que ella se quedó sin aliento. Hasta que se aferró a las sábanas y un nuevo rubor le cubrió la piel pálida. Tras habérsele negado el clímax tantas veces, ella comenzó a implorar.

-Por favor, Danny. Ahora. Dios, ahora...

Volvía a estar a punto de correrse. Danny no iba a impedírselo esta vez. Colocó las manos sobre sus muslos abiertos, los separó aún más, y, apretando los dientes, empujó con fuerza en su interior. El canal de Alex cedió lentamente. Aunque Danny sentía el latido de su corazón en los oídos, el grito femenino se abrió paso en su mente. Pero no había vuelta atrás. Se deslizó dentro de ella. Luego la agarró por las caderas, las alzó hacia él e inclinándose sobre ella, introdujo su miembro un poco más. Por fin, estaba dentro. Por completo.

Estremeciéndose, Danny se dio cuenta de que jamás se había sentido tan bien con una mujer. Era como estar en... casa. Antes de Alex, no lo había echado de menos. Ahora, de una manera primitiva y elemental, Danny supo que ella era suya. Bajo él, ella se retorció sobre las sábanas blancas y lo observó con los ojos color avellana ahora verdes y brillantes por las lágrimas no derramadas. Quizás debería de haber ido un poco más despacio. La culpa ante su dolor lo inundó.

-Lo siento -gimió él.


-Ahora es cuando viene la mejor parte, ¿verdad? -jadeó ella-. Ni se te ocurra detenerte ahora.

Alex debía de haber perdido el juicio si pensaba que él podría retirarse en ese momento. Pero estaba resuelto a aliviar su dolor. Obligándose a permanecer inmóvil, a pesar de todo el esfuerzo que le costó, Danny hizo girar de nuevo las yemas de sus dedos sobre el clítoris de Alex, aliviándola y enardeciéndola al mismo tiempo. Le llevó un momento conseguirlo, como si el cuerpo femenino se hubiera replegado ante la invasión de su miembro. A Danny le hervían los testículos mientras mantenía su miembro envuelto en aquella funda, pero no se movió ni un centímetro. Harry pareció comprender su propósito y se dispuso a ayudarlo acariciando los pezones de Alex y besándola profundamente en la boca.

Poco después, Danny sintió cómo ella se tensaba en torno a él, apretándolo todavía más. Se estremeció y jadeó. La explosión era inminente. Maldición, era asombrosa. Danny quería que Alex se corriera ahora... por si acaso el resto del coito era demasiado doloroso esa primera vez.

Bajo sus dedos, los sollozos femeninos se convirtieron en gemidos. Los gemidos en súplicas, y, por fin, las súplicas en un grito espectacular de liberación cuando todo su cuerpo se arqueó hacia él, y su sexo lo apretó con un agarre desesperado, casi robándole el control y el semen. Dios, era hermosa así unida a él, despojada de cualquier brizna de control ante el placer...

Danny se tensó ante la promesa de éxtasis que tentaba a su pene. Apenas logró controlarse. Pero había esperado demasiado tiempo para estar dentro de Alex para correrse a la primera de cambio. Ella había esperado demasiado para su primera vez y no iba a dejar que todo acabara en un santiamén. De alguna manera, tenía que conseguir que aquella primera vez fuera especial para ella. Memorable. Incluso aunque ella los abandonara después de que pasara el peligro, él quería que lo recordara. Quería formar parte de su corazón como ella formaba parte del suyo.

Cuando los estremecimientos del orgasmo remitieron y las paredes de su sexo lo acariciaron con lentas palpitaciones, Danny se retiró un poco, hasta que sólo el glande permaneció en el interior de la vagina, y luego volvió a penetrarla. Comenzó a marcar un ritmo lento y suave, pensado para deslumbrarla. Ella respondió desde el principio a sus caricias, jadeando, ciñéndose en torno a él, mirándolo con los ojos llenos de admiración.

-Danny. Tú...er... ¡Oh, Dios mío! -jadeó ella-. Ese roce es...

-Eso es, gatita. -Él también lo sentía. Sin el látex entre ellos, el roce piel contra piel los recompensaba con las sensaciones más asombrosas. Pero no se trataba sólo de algo físico; él podía sentir a Alex en todas partes, de todas las maneras posibles, dentro y fuera y quería que ella también lo sintiera.

No creía que fuera fácil conseguir que ella se corriera de nuevo. Normalmente las vírgenes no alcanzaban el orgasmo en el primer coito. Alex acababa de tener un clímax mortífero. Pero él siguió intentándolo... deslizando lentamente su glande desnudo por las paredes vaginales, rozándolo contra su cerviz mientras ella lo acogía en su interior.

Iba a intentar con todas sus fuerzas que ella alcanzara un último estallido de placer. Doblando las rodillas, Danny se aseguró de que el extremo de su pene rozara contra la pared superior de la vagina de Alex, deslizándolo suavemente hasta que ella contuvo el aliento, hasta que se tensó en torno a él. Había encontrado su punto G. «¡Te tengo!», pensó él con una sonrisa.

-¿Quieres volver a correrte? -preguntó él, aguijoneando aquel nudo de nervios.

Ella asintió débilmente con la cabeza y se volvió a tensar en torno a él.

-¿Lo harás conmigo?

Cuando él se sumergió de nuevo, el roce casi lo hizo poner los ojos en blanco.

-Oh, por supuesto.

Harry le acarició a Alex las húmedas mejillas, apartándole con suavidad el pelo de la sien. Se acomodóla su lado y, enterrando la cara en su cuello, comenzó a provocarla con sus palabras.

-Eres asombrosa -le murmuró al oído-. Quiero que te abras. Has aceptado cada centímetro de Danny a la perfección. Quiero ver cómo te corres de nuevo. ¿Puedes hacerlo por mí? solo la visión me pone a cien. No quiero ni imaginar qué provoca en Danny.

Cielos, su hermano era muy bueno para estimular la imaginación de una mujer. Un mental frenesí de deseo siempre se traducía en un éxtasis corporal. Pero por si acaso, Harry apartó los dedos de Danny de su clítoris y los reemplazó con los suyos.

-Aaaahhhh -gimió Alex, moviendo la cabeza frenéticamente de una manera que decía que estaba camino de alcanzar el orgasmo de nuevo.

Demonios, Harry incluso lo había provocado a él. Eso y ver cómo su grueso pene desaparecía en el interior de Alex, cómo ella se dilataba para él, tomándole por completo. Mientras miraba cómo su miembro penetraba en el cuerpo femenino, Danny supo que ella lo acogía de buen grado porque él le importaba. Aquel pensamiento casi lo hizo explotar.

-¿Te gusta sentirlo dentro de ti, cariño? ¿Te gusta sentirte llena?

Ella asintió frenéticamente con la cabeza mientras él volvía a rozarle el punto G con su pene y Harry continuaba acariciándole el pequeño brote del clítoris. Alex le agarró el brazo, cogió a Harry por el pelo y gimió.

-Me encanta observar cuánto te gusta esto, tan entregada y excitada -masculló Harry.

Danny tragó saliva, intentando detener la creciente necesidad de correrse y centró su atención en Alex, en su cuerpo, en las señales que emitía. Parecía estar llegando al clímax.

Ojalá no tardará mucho. «Por favor...».

-Cuando estás a punto de correrte, tus pezones están preciosos, enrojecidos y duros. -Harry se inclinó sobre ellos, los mordisqueó y los succionó, con un ritmo lento y metódico, como si no tuviera otra cosa que hacer en todo el día.

Alex latió en torno al miembro de Danny, se tensó con fuerza. Ella buscó la mirada de él, implorando con aquellos ojos color avellana, cerca del pánico. Danny la animó.

-Sí, gatita. Eso es. Córrete por mí. Quiero sentirte...

-Bésame -le rogó ella.

Tras una rápida mirada a Harry, que asintió con la cabeza, Danny se inclinó y apoyó su vientre sobre el de ella. Luego se rozaron sus pechos. El contacto fue ardiente, y Danny contuvo el aliento ante las impactantes sensaciones. Luego asaltó sus labios, fusionando sus bocas. «Oh, demonios...». Era caliente por dentro y por fuera. El sudor cubría ambos cuerpos, produciendo fricción en cada punto de contacto. Aquello pezones duros se deslizaron por su torso, y ella jadeó entrecortadamente.

Danny movió su cuerpo con la misma violencia que su boca, aferrándose a las caderas de Alex con cada posesivo envite. Ella le rodeó con las piernas y lo atrajo todavía más profundamente en su interior. Él se estrelló contra ella una y otra vez. Y otra. Retorciéndose, Alex gimió con fuerza. La sangre corrió por sus venas. Los corazones latieron a un mismo ritmo desesperado. Alex gritó en su boca. Su cuerpo se convulsionó bajo él, y Danny la apretó con fuerza, bombeando en aquella apretada funda rítmicamente y sin piedad.

Luego, una luz ardiente y cegadora lo envolvió, consumiendo todo su cuerpo. La bola de fuego descendió desde la base de su espalda hasta sus testículos que se tensaron y estremecieron con una fuerza que lo dejó sin aliento. Inmediatamente después, un sublime placer estalló en su miembro, y algo se abrió paso en su pecho cuando se vertió en ella, inundándola con su pasión, con su semen. Algo que se parecía sospechosamente al amor.

****************

La luz del amanecer entraba por una pequeña ventana a la izquierda. Alex parpadeó, y miró a su alrededor del dormitorio desconocido. Una cama antigua, un tocador igual de antiguo, una enorme mecedora vacía en una esquina...

Luego lo recordó todo. Brasil. La bomba. Su padre. La cabaña de Jack. La noche anterior. Danny penetrando en su cuerpo. Harry observando cada instante mientras la alentaba con sus palabras provocativas.

Después de eso, Alex no recordaba nada más.

-Buenos días -le murmuró Harry al oído.

Él se acurrucó más cerca, el calor emanaba de él como de un horno. Algo en la manera de saludarla, en la manera en que la rodeó con los brazos y la acercó a su cuerpo, le dijo a Alex que Harry se había despertado excitado y preparado para algo más que un saludo casual.

-Hola. -Alex ocultó su cara con timidez.

Era una locura sentir vergüenza después de todo lo que había hecho con él.

-¿Has dormido bien? -Le depositó unos suaves besos en el cuello, en la curva de la garganta, en la curva de sus pechos.

-Mmm, como un tronco. ¿Y tú?

Harry se acercó todavía más hasta que la parte delantera de su cuerpo estuvo pegada contra el costado de Alex. La acerada longitud de su erección presionó contra la cadera femenina en una pregunta silenciosa.

-No tan bien.

¿De veras? Harry solía dormir bien, en especial después de... oh, él no se había corrido la noche anterior. Ella había hecho el amor con Danny y luego se había quedado dormida.

-No llegué a hacer nada contigo, ¿verdad? Te dejé...

-¿Con los testículos azules? - Harry sonrió, haciéndole saber que estaba bien.

-Lo siento.

Con otra sonrisa sensual y un roce del pulgar sobre sus pezones, ligeramente doloridos, Harry dijo bromeando:

-¿Estás dispuesta a resarcirme? Es decir, si quieres.

Alex vaciló al saber que Harry quería hacer el amor con ella. ¿Cómo se sentiría ella si aceptaba? ¿Cómo se sentiría Danny? Alex había sabido desde el principio que iban a compartirla. Danny y Harry jamás habían indicado otra cosa. Si sus intenciones hubieran cambiado, Danny hubiera echado a su hermano del dormitorio la noche anterior, ¿no?

Aun así, Alex vaciló. La noche anterior no sólo había habido sexo entre Danny y ella. Y no era la única que se había dado cuenta. Danny la había poseído con sentimiento y pasión. Y no había negado que la amara. ¿La convertía eso en amante exclusiva de él? Y si así fuera, ¿por qué era Harry el hombre que estaba ahora tumbado a su lado, en especial cuando Danny sabía que su hermano siempre se despertaba excitado?

En vista de eso, Alex dudaba que lo de mantener una relación a tres bandas hubiera cambiado. Además, Danny parecía querer que Harry estuviera con ellos, casi como si fuera su red de seguridad. Si ella quería tranquilizar a Danny y alentarlo para que le abriera el corazón y le contara sus secretos, decirle que no a Harry no era una sabia elección. No es que fuera un sacrificio. Puede que Alex amara a Danny con todo su corazón, incluso era posible que lo amara cuando tenía diecisiete años y apenas era capaz de manejar las demandas que Danny provocaba en su cuerpo ni la fuerza de sus sentimientos. Pero permitir que Harry siguiera allí, era un pequeño precio a pagar, si con eso conseguía que Danny permaneciera con ella. Además, ella adoraba a aquel chef tan sexy y caliente. Su manejo de las palabras -y de las manos-era, sencillamente, sublime.

Alex se contoneó, cambió de posición, para observar cómo se sentía.

-Estoy dolorida, pero no demasiado. Si eres suave...

-Por ti, cariño, sí.

-Mmm, antes necesito hacer una visita rápida al cuarto de baño. -Definitivamente sentía cada una de las diez horas de sueño en la vejiga llena.

-Por supuesto. Te estaré esperando. Con impaciencia -bromeó él-, pero esperaré.

Ella depositó un beso de agradecimiento en su mejilla y rodó al lado contrario con la intención de salir de la cama y atravesar el pasillo hacia el pequeño cuarto de baño. Pero se tropezó con Danny. Ahora estaba despierto, pero allí, enredado entre las sábanas, parecía somnoliento. El corazón de Alex dio un vuelco.

-¿Has dormido aquí?

Danny se puso tenso.

-Sí.

Alex no pudo contener una sonrisa de oreja a oreja.

-¿A mi lado?

-Sí. -Porque no había querido separarse de ella, decía su mirada.

Eso era nuevo. Era la primera vez que dormía con ella. Como... si hubiera dado un poquito más de sí mismo. Alex no se detuvo, no cuestionó su deseo, sólo lo abrazó y le plantó un suave beso en la boca. La conexión que había surgido en la intimidad de la noche anterior, surgió entre ellos una vez más, rápida y audaz. Él la rodeó con sus brazos y la colocó encima de él, sobre una saludable erección. Cuando la apretó contra ella, el sexo de Alex volvió a la vida.

-¿Estás bien? -le preguntó él.

-¿Y tú?

Los ojos se le veían preocupados y tormentosos ante la pregunta. Ella intentó preguntárselo con otras palabras.

-¿Si Harry y yo...?

Él lanzó una rápida mirada a su hermano mientras le acariciaba la espalda. En ese instante, ella percibió vacilación, luego resignación.

-Sí. Harry y yo compartimos. No es ningún secreto.

Puede que no hubiera sido un secreto, pero no parecía gustarle que ella mantuviera relaciones con Harry. Quería presionar un poco más a Danny, pero la llamada de la naturaleza la reclamaba de manera insistente. Mientras se ponía la bata blanca y atravesaba el pasillo en dirección al baño, donde se encargó de sus necesidades y de cepillarse los dientes, Alex consideró la reacción de Danny.

Parecía no estar seguro de querer compartirla pero se sentía obligado a ello por alguna razón que ella no podía entender. Quería hablarlo con él. Harry había estado convencido de que si ella persuadía a Danny para que hiciera el amor con ella, éste le contaría todo su pasado. Pero sabía por intuición femenina - y por haber estado viviendo con militares toda su vida- que no iba a ser tan fácil. Los agentes de las fuerzas especiales estaban entrenados para no divulgar información clasificada bajo ningún tipo de coacción o tortura. Ni siquiera utilizando su mejor arma, conseguiría que Danny se fuera de la lengua.

¿Y ahora qué? Alex negó con la cabeza. Parecía que no podía hacer otra cosa que dejarse llevar y ver cómo terminaba todo. No era su estrategia favorita. El coronel siempre había sido partidario de los planes cuidadosos, pero a veces, a grandes males, grandes remedios...Guardó el cepillo de dientes y volvió a recorrer el pasillo. Harry estaba tumbado en medio de la cama como una pacha esperando a la mujer que le proporcionaría placer. No resultaba difícil imaginarlo como algún tipo de príncipe del desierto con aquel cabello alborotado, los ojos azules entornados de aquella manera intrigante, y toda esa piel bronceada.

-Ven aquí, cariño -murmuró él, abriendo los brazos.

Alex sintió un pequeño estremecimiento producido en parte por el afecto y en parte por el deseo. Un deseo pujante. A Alex le gustaba Harry, sencillamente lo adoraba. Pero, ¿llegaría a amarle alguna vez con el mismo fuego incontrolado, con la misma pasión arrolla dura que sentía por Danny?

Entro en la habitación con vacilación. Sintió a Danny en la esquina, se giró y lo observó, vigilante y silencioso. Alex le tendió la mano. Él se la cogió y tragó saliva.

-Danny, si no quieres...

- Harry lleva toda la noche esperando esto, esperándote a ti. Te necesita. Dios sabe que yo no lo tocaré.

Alex sonrió ante aquella tentativa de humor, pero podía ver que se sentía desgarrado por eso. ¿Por qué la compartía? ¿Por deber? ¿Por lealtad? Sencillamente, no lo comprendía. Y si le preguntaba, sabía que no le respondería.

-Supongo que entonces es cosa mía.

Soltando la mano de Danny, se subió a la cama, donde Harry la recibió con un suave beso. Con una tierna caricia, él le ahuecó la cabeza con la palma de la mano y la deslizó por su cuello y su hombro.

-Eres tan suave, cariño. Voy a ser muy cuidadoso contigo.

«Dulce». Era la palabra que mejor describía a Harry. Alex le acarició la cara.

-Suena muy bien.

Él le dio otro beso, un poco más largo que el anterior, un intercambio de alientos, un suave roce de labios, y de lenguas. Unos minutos más tarde, Alex levantó la cabeza y se dio cuenta de que, sólo con un beso, el corazón le latía como un pelotón militar de marcha por el campo. Y que su sexo ya estaba...mojado. Pero faltaba algo. Miró a Danny.

-¿Vienes?

No pasó ni un instante antes de que él diese dos enormes zancadas y saltase en la cama a su lado.

-Tomaré eso como un sí.


Danny la empujó para que se tumbara sobre la espalda y cubrió su boca en un beso arrollador y ardiente... rápido, intenso, voraz. Luego la hizo girar hacia Harry, arrancó la sábana de un tirón y la instó a tomar el miembro de su hermano.

-Succiónale. Con suavidad. Juega con él. Pero no dejes que se corra.

Danny impartió las órdenes con la cara inexpresiva y dura como el granito. Alex quería
conocer las razones de su insistencia y su reticencia, pero Danny no se las diría ahora, y ella lo sabía. Además, Alex quería mantener a Harry a su lado, no sólo porque eso era lo que quería Danny, sino porque, si bien Danny poseía su corazón, Harry era un magnifico amante. Pero tampoco estaba dispuesta a permitir que Danny tomara el mando. Quería que él también la tocara.

-¿Y tú qué vas a hacer? -lo desafió, pasándose la lengua por los labios.

-Anoche, Harry casi te llevó al borde de la locura antes de que yo te poseyera. Ahora vas a devolverle el favor.

Antes de que Alex pudiera responderle, Danny la empujó hacia abajo. Harry le deslizó la mano en el pelo y la atrajo hacia sí, urgiéndola hacia su expectante erección. Después de haber oído sin querer cómo Tom y Danny discutían los méritos de una buena mamada, Alex tenía algunos conocimientos más para avivar el fuego de Harry.

Sonriendo, le pasó los dedos por el interior de los muslos, desrizándolos lentamente hacia sus testículos. Él gimió cuando Alex bajó la mano hacia ellos, levantándolos y ahuecándolos. Restregando con suavidad el pulgar por la tersa superficie, centró su atención en la tensa longitud de su erección. Era enorme. No se podía negar que estaba bien dotado. En eso, era evidente su parentesco con Danny. En eso y en que siempre estaba duro. El glande de Harry estaba tan hinchado que parecía una ciruela, púrpura y deliciosa.

Alex deslizó la punta de la lengua a lo largo del pene, desde la base al glande, lamiendo todo el recorrido y encontrando un sensible lugar en la parte inferior que lo hizo jadear. Entretanto, buscó la piel suave de debajo de los testículos y presionó allí. Harry contuvo el aliento y casi dio un brinco.

-Santo Dios...

Mientras él intentaba dominarse, Alex sintió a Danny observándolos por encima de su hombro. Para comprobar si era así, pasó la punta de la lengua a lo largo del miembro de Harry, y Danny cerró los puños sobre ella.

Finalmente, Danny la puso de rodillas y le arrancó la bata, cubriéndole la espalda con su cuerpo. Fue imposible ignorar el duro torso que se apretó contra su espalda y la dura y desnuda erección que se pegó a su trasero.

-Alex, cariño. -Debajo de ella, Harry arqueó las caderas hacia su lengua azuzadora-. Tómame con la boca.

-Pronto -se burló ella, depositando una lluvia de besos sobre su vientre y pasándole las yemas de los dedos por los muslos y las caderas. Al llegar al abdomen, trazó la forma de su miembro con la lengua.

Harry aspiró de forma audible.

-Vas a hacerme pagar por lo de anoche, ¿verdad?

No era una pregunta; Harry conocía la respuesta. Alex sabía que no tenía ni un pelo de tonta. Aun así, ella sí se hizo la tonta.

-¿A qué te refieres? Danny ha dicho que juegue contigo.

Alex deslizó el dedo a lo largo de su miembro sin ejercer presión. Él rechinó los dientes e intentó contenerse.

-Maldición, pero no que me vuelvas loco.

-Oh, ¿quieres correrte? -le preguntó ella, retrocediendo.

-Estaría bien -masculló él.

-Seguro. Pero ayer por la noche casi me llevaste al clímax ocho veces para luego dejarme con las ganas, así que tengo todo el derecho del mundo a tomarme la revancha. Aún te quedan siete.
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¡¡¡Ah que puede ser mala Alex cuando quiera!!!

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Los queremos ;)

Mrs. L. Poynter & Mrs. Y. Jones

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martes, 22 de mayo de 2012

Capítulo 30



Danny levantó la cabeza de golpe. Harry lo decía en serio. Completamente en serio. Observó a su primo durante un instante. Harry no sugería nada que Danny no hubiera pensado y ansiado hacer más de lo que su limitado vocabulario de cavernícola fuera capaz de expresar en ese momento.

-Por favor... ¡Oh, por favor! -suplicó Alex interrumpiendo sus pensamientos, con voz estrangulada-. Te necesito.

Soltando el aliento, Danny no hizo más que mirarla fijamente mientras le imploraba. La cabeza le daba vueltas. Quería darle lo que necesitaba. Todo lo que necesitara. Dios lo sabía, pero...

-Ahora -le instó Harry -, o lo haré yo.

Danny se agarró con desesperación a la silla.

-Harry...

-Fóllala -insistió-, o lo haré yo.

«Oh, maldición». Sintió un estremecimiento.

Inspirando profundamente, Danny volvió a mirar a Alex. No podía ignorar los implorantes y sinuosos movimientos de la mujer que ruborizada de pies a cabeza lo observaba con una mirada ardiente y entornada.

-No es eso lo que ella quiere.

-¿Y qué crees que quiere en este estado? Necesita correrse. Me he asegurado de ello.

-Debería de tener la mente despejada para acceder a esto. Tal y como está ahora...

-Alex dijo que sí antes de que entráramos en la cocina. Antes de que le pusiera un dedo encima. Quiere que hagamos el amor con ella. La única pregunta aquí es, ¿cuál de los dos lo hará primero?

Harry acababa de acorralarlo. Santo Dios, ¿por qué? No cabía duda de que él había tenido muchas veces la fantasía en la que la follaban juntos. «¡Maldito fuera Harry!». Pero Danny no se hacía ilusiones. Si no tomaba él a Alex, lo haría Harry.

-¿Quién va a ser? -le presionó su primo.

-Estoy pensando. -¿Pero qué había que pensar? Si Alex ya había dicho que sí, y si Harry pensaba tirársela si él se negaba, ¿cómo podía decir que no cuando lo que más quería era ser su primer amante y reclamarla para sí?

-Tienes treinta segundos.

-No me presiones, cabrón.

-Demasiado tarde.

-¿Por qué me estás haciendo esto? ¿Por qué no dejas simplemente que las cosas vayan a su ritmo? Deja que la haga correrse con la boca. Eso la aliviaría.

Harry se burló de él.

-Hoy sí, pero ¿qué pasará mañana? ¿Y pasado mañana? Es una mujer que se merece disfrutar de una sexualidad plena y feliz. Ya lo he hablado con ella. Está tomando la pildora y está preparada. Más que preparada. Está empapando mis dedos. Ambos le importamos. Y los dos la adoramos.

Danny comenzó a sudar.

-Lo que estás sugiriendo es...permanente.

-Que es exactamente lo que tú deseas. Lo que yo deseo. No permitas que el miedo que sientes lo estropee todo.

Danny cerró los ojos con fuerza por un momento, pero eso no impidió que reconociera la verdad.

-Has planeado todo esto, hijo de perra. Me has estado forzando desde el principio.

-Empezaba a preguntarme si seríamos viejos antes de que encontraras el valor suficiente para hacer el amor con ella. -Harry miró el reloj-. Ahora lo sabré. Han terminado tus treinta segundos.

Danny no dijo nada mientras las palabras de Harry retumbaban en su cabeza. Alex merecía disfrutar de una sexualidad plena y eso incluía..., bueno... sexo completo. Alex quería eso. No era menor de edad ni emocionalmente inestable. Y a él le importaba ella más de lo que quería admitir. Si Alex volvía a desaparecer de su vida, su ausencia lo destrozaría. Pero ¿Qué podía ofrecerle él además de un pasado traumático un presente paranoico y un futuro donde la mayor parte de la gente los vería como unos depravados?

Harry estaba ahora impaciente. Colocó a Alex encima de la vieja mesa redonda de la cocina y se deshizo de los vaqueros, arrojándolos al suelo. Se ubicó entre la V que formaban las piernas abiertas de Alex, la agarró de las caderas y se sujetó el miembro.

-¿Qué demonios estás haciendo? -dijo Danny empujando a Harry y apartándolo de Alex-. ¿Es su primera vez y pretendes mantener relaciones sexuales sobre la mesa de la cocina?

Harry se encogió de hombros.

-Bueno, me la llevaré a la cama y la follaré allí.

Danny observó atónito cómo Harry le tendía la mano a Alex. Ella vaciló y levantó unos inquisitivos ojos muy abiertos en dirección a él. ¿Quieres ser el primero? Le preguntaba con la mirada. ¿Te importo? ¿Necesitaba Danny estar ya dentro de ella? ¿Quería ser el primer hombre en hundirse en su cuerpo y tomar una parte de ella que ningún otro hombre tendría jamás?

«Sí, sí, sí y sí».

-¡Ni lo sueñes! -gruñó Danny.

Luego levantó a Alex de la mesa, y la estrechó contra su cuerpo. Ella le envolvió automáticamente la cintura con las piernas mientras la boca masculina se amoldaba a la de ella y la saboreaba desesperadamente con la lengua. Quiso sumergirse en ella y rodearla con sus brazos, mientras la sostenía con una mano bajo el trasero desnudo. El dulce jugo de su sexo goteó sobre su muñeca y la tela de los vaqueros. Era condenadamente bueno que estuviera tan mojada. Iba a necesitar toda esa lubricación. Dentro del oscuro dormitorio, Danny apartó la mosquitera y la depositó en la cama. Era perfecta. Bella y radiante, igual que la propia cama, delgada y con sugerentes curvas.

-¿Estás segura, gatita? -le preguntó con voz áspera y ronca.

Alex asintió con la cabeza sin dejar de removerse.

-Sí. Por favor. Ya.

-¿Estás hablando tú o el deseo? Harry te ha llevado a un punto...

-Deseo esto, te deseo. Ya lo hacía antes de que él me pusiera la mano encima. Por favor -susurró ella, deslizando su propia mano entre sus piernas para acariciarse el clítoris y llevándolo a él cerca de la locura.

Danny sintió que se le aflojaban las rodillas a la vez que su erección latía con aprobación, pero la agarró de la muñeca y se la apartó. Quería ser él quien la hiciera llegar al orgasmo. El y su dolorida polla.

Danny tragó saliva. «Joder». Iba a hacerlo. Iba a olvidarse de todo lo demás y a hacer el amor con Alex. A poseerla. A ser su primer amante. A reclamarla. No podría impedirlo, no quería evitarlo.

-Te dije todas aquellas cosas horribles para que te fueras, pero no sentía lo que dije.

-Lo sé. Te perdono.

La respiración de Danny era jadeante. ¿De verdad era ella tan maravillosa como para entender que no había querido decir aquellas cosas? No se la merecía, y esperaba no destrozarle la vida. Pero no podía negarse más a lo que todos querían. Y no era simplemente su cuerpo lo que necesitaba, sino la intimidad. Necesitaba sentirse tan unido a ella como sólo podían estarlo dos personas.

-Gracias. -Miró a Harry, con el corazón latiendo más rápido que un M60-. ¿Me das un condón?

-No. -Fue Alex la que lo dijo. La palabra resonó en la habitación.

-Está tomando la píldora -le recordó Harry.

Danny se volvió hacia ella, se la quedó mirando fijamente y no pudo evitar darle un beso húmedo y devorador en la boca, ni de rozarle el erecto pezón con el pulgar.

-¿De veras?

Alex se arqueó bajo su caricia.

-Fui a ver a un médico después de dejar a Dougie. Esperaba que ocurriera esto.

Esa información le hizo hervir la sangre y querer gritar de alegría. «A salvo». Ella estaba a salvo. ¡Bendita fuera! La recompensó con una caricia en el otro pecho. Ella le respondió con un gemido. No sólo podría hundirse profundamente en ella, sino que podría hacerlo sin protección. «No seas tonto», le gritó una parte de su mente. La píldora no era totalmente segura.

-Dame un condón -le dijo a Harry -. Es sólo por seguridad. -Luego le pasó la mano a Alex por el pelo-. No quiero que te pase nada.

-No quiero que nada se interponga entre nosotros. Por favor...

«Oh, cielos». Sería algo estúpido, alocado e impulsivo. Pero algo en el interior de Danny comenzó a hacer erupción, gritando un «cielos, sí», al pensar en estar dentro de ella sin que nada se interpusiera entre ellos. Deseaba tener a Alex de una manera en que no había tenido a otra mujer. La píldora era más efectiva que los condones, y sabía por experiencia, que los condones no eran infalibles.

Danny no podía apartar la mirada de ella. Ahora observaba fijamente los puntos y los moretones que tenía. Le recordaban que podría haberla perdido antes de haberla reclamado siquiera. Eso sí habría sido una jodida ironía. La necesitaba. Y tenía que poseerla de la manera más elemental posible.

-Gatita -le dijo con voz ronca-. Te prometo que estoy sano. Suelo hacerme reconocimientos médicos con regularidad. Siempre he tomado precauciones. Yo nunca... -tragó saliva-. Estás segura conmigo.

-Lo sé. -Sonriendo, Alex extendió la mano y pasó la yema de los dedos suavemente por la espalda de Danny. Él se estremeció y contuvo la respiración-. Entonces, yo también seré la primera para ti.

Como si ella quisiera reclamarlo a él. El deseo de Danny se acrecentó, invadió su mente y le hizo abandonar cualquier pensamiento racional. Todo lo que haría esa noche sería puro instinto. Todo corazón.

-Así es. -Se bajó de golpe los vaqueros por las caderas, y subió lentamente a la cama, tumbándose a su lado.

Inclinándose y zambulléndose en el paraíso que era la boca de Alex, Danny degustó su sabor único y limpio. El beso fue brusco y exigente. Sin palabras, ella le dijo que esperaba que se lo diera todo, que no se reservara nada para él. ¿Cómo, con todo lo que la deseaba, con todo lo que la quería, podría contenerse? Alex ya había demostrado ser lo suficientemente fuerte para satisfacer sus necesidades en otras variantes del sexo. Sería perfecto. Cuando la tomó de la nuca para profundizar el beso, Danny sintió que Harry subía a la cama y se situaba al otro lado de Alex.

Interrumpió el beso, luego clavó la mirada en Harry. Abrió la boca y la cerró de golpe. ¿Cómo podía haberse olvidado de su primo? Él, que no se había acostado solo con una mujer en doce años, a pesar de todo, se había olvidado. Y ahora tenía que recordarse a sí mismo que no sería el único amante de Alex, sino que también lo sería Harry.

Esa idea provocó en él una sensación de rechazo absoluto. Danny apartó a un lado su instinto, intentado imponer un poco de lógica a su mente cegada por la lujuria. Necesitaba que Harry estuviera allí. Estaba dispuesto a sumergirse en Alex sin que hubiera entre ellos una barrera de látex. Oh, Dios... se moría por sentir su carne desnuda rodeándole. Pero no estaba dispuesto a olvidar todas las precauciones. No podía ser el único responsable. Por si acaso...

Aquel miedo que albergaba en su interior le recordaba que tenía que compartirla. Tenía que ignorar aquella parte de sí mismo que se rebelaba. No podía ser el único con el que ella hiciera el amor.

Apartando esos pensamientos de su mente, observó cómo Harry rodeaba uno de los rígidos pezones de Alex con la lengua. Él se dedicó al otro, humedeciéndolo, pellizcándolo con los dientes, satisfecho con la rápida respuesta de Alex que separó automáticamente los muslos.

Danny deslizó una mano reverentemente por la suave piel del vientre de Alex y siguió bajando hacia su sexo. Un refugio mojado, empapado e hinchado. Ella jadeó ante el primer toque. Bajo los dedos de Danny, el tenso clítoris palpitó. Dios, estaba más que preparada. Era bueno saberlo, Danny se encontraba en el mismo estado.

Deslizó lentamente un dedo en su interior. Su canal era muy estrecho. «Oh, Dios...demasiado estrecho». Jadeó. El cuerpo de Alex se cerró en torno a su dedo, implorando en silencio. Añadiendo un segundo dedo, los introdujo más profundamente. Menos mal que se había corrido ya dos veces ese día, o hubiera explotado nada más entrar en ese cálido nido vacío. Pero cuando introdujera su gran erección en su cuerpo, iba a lastimarla. Danny odiaba aquello. Hizo un movimiento de tijera con los dedos, intentando dilatarla para minimizar el dolor.

-Más -le exigió ella.

Sosteniéndole la mirada, clavó los ojos en Alex. Ella no estaba hablando con Harry, que se dedicaba a lamer y succionar sus pezones como si fueran un pirulí o como si su boca fuera una aspiradora. Hablaba con él.

-¿Más adentro? -preguntó Danny roncamente mientras empujaba los dedos en su interior hasta la empuñadura.

Jadeando mientras movía la cabeza de un lado a otro, negando y asintiendo a la vez, ella le respondió:

-Más adentro. Mucho más. Quiero estar llena de ti.

Danny casi se mareó ante su jadeante respuesta, absolutamente honesta.

-Quiero llenarte, gatita. Creo que no he querido nada más en la vida.

-Estás haciendo lo que tienes que hacer -murmuró Harry, trazando un sendero de besos por la barbilla de Alex.

Los pezones que había dejado desatendidos estaban rojos. No había otra manera de describirlos. Hinchados. Bien trabajados. Muy duros. Estarían muy sensibles por la mañana, pero dado que Alex se arqueaba hacia Harry e intentaba conducir su cabeza de vuelta hacia ellos, ahora no los sentía así. Lo único que ella sentía era que estaba lista.

Levantándose de la cama, Danny se puso de pie a su lado, y acariciándole los muslos y las caderas, la acercó al borde de la cama, haciendo que le rodeara las caderas con los muslos.

-¿Danny?

Él se inclinó y depositó un suave beso en su vientre.

-No voy a irme. En esta posición, puedo controlar mejor el ángulo y la presión. Si te duele demasiado, podré retirarme.

O al menos, esperaba poder hacerlo. Aunque lo que en realidad quería era arremeter contra ella como el toro embestía un capote rojo.

Danny inspiró profundamente, reteniendo el aire e intentando centrarse.

-Un poco de dolor no me hará daño.

-También dejo sitio para que Harry se dedique a otras partes de tu cuerpo. -Indicó con los dedos las líneas de su torso, y luego los bajó, deteniéndose para describir unos círculos en el clítoris de Alex-. Confía en mí. Al final de la noche, te sentirás bien follada.

Alex enlazó las piernas en torno a su cintura, atrapándolo entre ellas.

-¿Me lo prometes?

Aquellas burlonas palabras lo atravesaron y se clavaron directamente en su miembro. Danny levantó la mirada al techo, intentando conservar su autocontrol. También quería que Alex se sintiera bien amada.

-Sí -graznó-. Oh, sí.

Ella le respondió con una sonrisa radiante que sólo incrementó el deseo que sentía. El control de Danny se evaporó. Cogiéndose el rígido pene con la mano, lo guió a la pequeña e hinchada abertura. Ella era menuda. Y él no era un hombre pequeño. Iba a tener que hacer fuerza para penetrarla. Aquel pensamiento provocó otra nueva oleada de sudor.

Danny se inclinó hacia adelante un poco e introdujo el glande en el interior de Alex. «Oh, maldita sea. Era tan caliente y estrecha». Bajo él, Alex se movió con agitación, arqueándose, forzándolo a penetrarla un poco más. Agarrándola de las caderas, se introdujo un centímetro más.

Hasta tropezar con su himen.

-No te detengas -le imploró ella.

Danny no hubiera podido detenerse aunque hubiera querido. Pero un millón de pensamientos cruzaron por su mente. ¿Y sí... la lastimaba demasiado? ¿Y si a ella no le gustaba la intensa sensación de sentirlo en su interior? ¿Y si no estaba tan preparada como pensaba? O peor todavía, ¿y si volvía a repetirse la misma historia?

-Estás pensando demasiado -murmuró Harry -. La quieres. Y a menos que me equivoque, la amas. Está protegida y yo estoy aquí. No podría ser más perfecto de lo que es.

Eso puso fin a todas sus reservas. Harry tenía razón. Preocuparse por el dolor o la preparación de Alex -incluso por el futuro- no era más que una excusa. Tras doce años, había llegado el momento de darse otra oportunidad.
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Parte 4 de 4 :D ¡Y hasta aquí llega el maratón! x]

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Mrs. L. Poynter & Mrs. Y. Jones

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