
Danny intentó
respirar profundamente mientras Alex se dejaba caer sobre el pecho de su
hermano, una masa jadeante de piernas y brazos totalmente envuelta en sudor. Alex
estrechó a Harry entre sus brazos y enterró la cara en su cuello. De repente,
ella soltó un gemido de angustia que surcó el aire. Parecía muy triste.
Derrotada.
Aquello hizo salir a Danny
de su ensimismamiento. Cuando ella soltó un sollozo entrecortado, cálidas
lágrimas se deslizaron por su cara mientras lo miraba a él con furia e
impotencia. Danny la arrancó bruscamente del abrazo de Harry y la estrechó
contra su cuerpo.
-No quiero que la
toques sin mí -le gruñó a Harry -. Es mía. ¡Mía!
De inmediato, ella
comenzó a forcejear contra él, a luchar y a contorsionarse para liberarse. Los
sollozos arreciaron, pero Danny comprendió lo que Alex no preguntaba, ¿cómo
había podido dejar que otro hombre tocara su cuerpo? Oh, Dios, ¿qué le había
hecho a Alex?
La vergüenza inundó a
Danny, lo aplastó y desoló. La furia -sobre todo hacia sí mismo- llegó a
continuación.
Danny supo entonces
el significado de la expresión «ver rojo». Un rojo intenso y brillante, como el
de la sangre, inundó su mirada, saturando su lógica. Cualquier pensamiento
racional... desapareció. El instinto lo empujó cuando tumbó a Alex en la cama,
le agarró los muslos y se los separó.
Brillante, dulcemente
pegajosa, y muy mojada, así se mostraba ante él. Los pétalos rosados de su sexo
se habían puesto rojos e hinchados por el deseo. Esos pliegues que todavía
parecían palpitar y desear más. Aquella visión lo dejaban condenadamente
hambriento de ella.
-No soy sólo tuya.
También lo soy de él -le respondió ella.
Él levantó la vista
de entre sus muslos y clavó su penetrante mirada en aquellos ojos empapados de
lágrimas. Bravuconería. Cólera. Un callado «que te jodan». Oh, y él la jodería,
a base de bien. Se aseguraría de que ella comprendiera que tocara quien la
tocara, ella le pertenecía a él.
De un brinco, Danny
la cubrió con su cuerpo, se envolvió las piernas de Alex en torno a las caderas
y deslizó la dolorida longitud de su miembro profundamente en su sexo. Hasta el
fondo. Ella jadeó. Él no supo si de sorpresa, placer o dolor. Posiblemente por
las tres cosas a la vez. La sensación de su vaina succionándolo como una
boquita hambrienta, destruyó cualquier rastro de conciencia.
Danny le mostró los
dientes en algo parecido a una sonrisa.
-Vas a aprender algo
muy distinto, gatita. Ahora mismo.
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3 de 4 wiiiiiiiiiiiiiiiii
Me estoy tocando leyendo esto e__e
ResponderEliminarEscribis muy bien <3