viernes, 20 de julio de 2012

Capítulo 40

chillin'

Danny intentó respirar profundamente mientras Alex se dejaba caer sobre el pecho de su hermano, una masa jadeante de piernas y brazos totalmente envuelta en sudor. Alex estrechó a Harry entre sus brazos y enterró la cara en su cuello. De repente, ella soltó un gemido de angustia que surcó el aire. Parecía muy triste. Derrotada.

Aquello hizo salir a Danny de su ensimismamiento. Cuando ella soltó un sollozo entrecortado, cálidas lágrimas se deslizaron por su cara mientras lo miraba a él con furia e impotencia. Danny la arrancó bruscamente del abrazo de Harry y la estrechó contra su cuerpo.

-No quiero que la toques sin mí -le gruñó a Harry -. Es mía. ¡Mía!

De inmediato, ella comenzó a forcejear contra él, a luchar y a contorsionarse para liberarse. Los sollozos arreciaron, pero Danny comprendió lo que Alex no preguntaba, ¿cómo había podido dejar que otro hombre tocara su cuerpo? Oh, Dios, ¿qué le había hecho a Alex?

La vergüenza inundó a Danny, lo aplastó y desoló. La furia -sobre todo hacia sí mismo- llegó a continuación.

Danny supo entonces el significado de la expresión «ver rojo». Un rojo intenso y brillante, como el de la sangre, inundó su mirada, saturando su lógica. Cualquier pensamiento racional... desapareció. El instinto lo empujó cuando tumbó a Alex en la cama, le agarró los muslos y se los separó.

Brillante, dulcemente pegajosa, y muy mojada, así se mostraba ante él. Los pétalos rosados de su sexo se habían puesto rojos e hinchados por el deseo. Esos pliegues que todavía parecían palpitar y desear más. Aquella visión lo dejaban condenadamente hambriento de ella.

-No soy sólo tuya. También lo soy de él -le respondió ella.

Él levantó la vista de entre sus muslos y clavó su penetrante mirada en aquellos ojos empapados de lágrimas. Bravuconería. Cólera. Un callado «que te jodan». Oh, y él la jodería, a base de bien. Se aseguraría de que ella comprendiera que tocara quien la tocara, ella le pertenecía a él.

De un brinco, Danny la cubrió con su cuerpo, se envolvió las piernas de Alex en torno a las caderas y deslizó la dolorida longitud de su miembro profundamente en su sexo. Hasta el fondo. Ella jadeó. Él no supo si de sorpresa, placer o dolor. Posiblemente por las tres cosas a la vez. La sensación de su vaina succionándolo como una boquita hambrienta, destruyó cualquier rastro de conciencia.

Danny le mostró los dientes en algo parecido a una sonrisa.

-Vas a aprender algo muy distinto, gatita. Ahora mismo.
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3 de 4  wiiiiiiiiiiiiiiiii

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