viernes, 20 de julio de 2012

Capítulo 39



-¿Más? -Dios, ¿podría aguantar más sorpresas? Se sentía totalmente destrozada a nivel emocional. ¿Cómo iba a poder mantener la compostura?

-Estamos seguros de saber quién es el imbécil que puso la bomba.

-¿Qué? ¿Lo han detenido?

-Sí. -La voz de Logan reflejaba una alegría que Alex rara vez había oído-. Lo habíamos visto rondar por el hospital durante los diez últimos días. Esta mañana estaba husmeando por los pasillos. Entró con un arma en la habitación de papá. Hunter estaba en el rincón y lo desarmó antes de que pudiera vaciar el cargador de la treinta y ocho en la cabeza de papá.

El corazón de Alex se detuvo.

-Oh, Dios mío. ¿Está ya bajo custodia?

-Por supuesto. Hunter está abajo con la policía. Por el momento, niega haber puesto la bomba, pero fijo que ha sido él. Creo que es cuestión de tiempo que lo confiese. ¿Qué otra cosa puede hacer?

-Genial -murmuró ella. Lo que aquello implicaba cruzó veloz por su mente.

Alguien había intentado matar a su padre que no sólo estaba vivo, sino consciente y fuera de peligro. Por lo tanto, ella estaba fuera de peligro también. Podrían abandonar el pantano. ¡En ese mismo momento! No tendría que andar escondiéndose ni... Ni quedarse bajo el mismo techo que Danny las veinticuatro horas del día. Quien la amaba, la había reclamado, pero no estaba dispuesto a estar con ella. Sólo con ella. Alex tenía que decidir si dejarle o quedarse y esperar que las cosas entre ellos -entre los tres-cambiaran. Pero ahora no podía pensar en ello. Ahora tenía que pensar en su padre.

-¡Son tan buenas noticias! Es como si hubiera ocurrido un milagro. -Le tembló la voz, apenas podía controlarla.

-¿Estás bien, hermanita? -Sabía que Logan tenía el ceño fruncido por el tono de su voz-. No es propio de ti llorar.

-Es que me siento tan feliz. -«Y tan desgraciada a la vez»-. Cerró los ojos con fuerza, pero aun así no pudo contener las lágrimas.

-Bueno -pero no sonaba convencido-. Te llamaré más tarde y entonces podrás hablar con papá. ¿De acuerdo?

-Sí. Gracias.

-Cuídate, hermanita. -Luego colgó el teléfono.

Alex continuó sin moverse, apoyada contra el mostrador, sin notar apenas el frío de la madera contra su piel desnuda.

-¿Ha salido tu padre del coma? -la apremió Harry.

-¿Han detenido al psicópata que te amenazaba? -exigió saber Danny.

-Sí. -Le tembló la voz mientras los miraba a los dos-. Sí.

Harry le pasó un brazo por la cintura y la atrajo contra la dura piel de su torso. Le cubrió la boca suavemente con la de él, recreándose en su sabor, y luego murmuró:

-Es genial, cariño. Me alegro mucho.

Danny permaneció inmóvil, observándolos sin pestañear. Siguió sin moverse mientras Harry la besaba de nuevo y la recostaba contra la alacena, cubriendo su cuerpo con el suyo. La erección contra su vientre era imposible de ignorar. Harry le rozó los labios, jugueteando con ellos, acariciándolos con la lengua... como si fuera una obra de arte. Alex sintió resurgir el deseo.

Harry era asombroso, podía conseguir que lo deseara. Pero nada más. ¿Por qué, maldita sea? ¿Por qué no podía amar a un hombre que estaba preparado para estar con ella y sólo con ella?

Alex interrumpió el beso intentando no llorar y Harry lo interpretó como una sacudida emocional.

-Ven acá, no llores. Todo está bien. Ya podemos abandonar este paraíso en el pantano, y regresar a casa y a nuestra vida. Tú, yo... y Danny. -Le ahuecó la cara con las manos y le brindó una sonrisa-. No puedo esperar.

Luego la besó de nuevo, más profundamente, casi con exigencia. Mientras lo hacía, Alex abrió los ojos. Danny tenía la mirada clavada en ellos, una mirada dura y colérica, pero aun así excitada.

Dando un paso atrás, Harry la tomó de la mano para llevarla al dormitorio.

-Ven conmigo. Quiero celebrarlo amándote.

Dios, ¿tenía que hacerlo? Si Danny continuaba igual, ¿podría soportar ser compartida por ambos, sabiendo que las cosas jamás cambiarían? ¿Sería capaz de quedarse allí sentando y ver cómo su hermano se la tiraba como si compartir no le supusiera ningún problema? De una manera u otra, tenía que hacerle ver que aquel trío no era una solución a largo plazo.

Alex se puso de puntillas y plantó un largo y apasionado beso en la boca de Harry hasta que él la cogió por las caderas y la apretó contra la dura protuberancia de sú pene. Cuando él gimió y dejó caer la toalla, quedándose completamente desnudo en la cocina, ella se apartó con una sonrisa de arpía.

-Ven conmigo.

Danny no dijo una sola palabra; la observó con ojos ardientes, con los puños cerrados. Así que aquello no le gustaba. «Bien». Había llegado el momento de follar con Harry a fondo. Quizás Danny no soportara mirar hasta el final. Sería mejor que se preparara para una buena función.


Alex no miró en dirección a Danny ni una sola vez desde que Harry le había sugerido celebrar las buenas noticias en la cama y ella se había mostrado de acuerdo. Maldita sea, debería de alegrarse de que ella estuviera dispuesta a aceptar algo que él no iba a cambiar. Pero mirar cómo las grandes manos bronceadas de Harry recorrían el cuerpo femenino, se deslizaban sobre los erectos pezones, y las húmedas hendiduras... no era aceptable. No, cuando las noticias de que el coronel estaba consciente y de que el energúmeno que había puesto la bomba estaba entre rejas eran más que buenas razones para celebrarlo todos juntos. Y, estando en medio del pantano, ¿qué mejor que una sesión maratoniana de sexo? Era una fantástica manera de deshacerse de la adrenalina que habían segregado las tres últimas semanas.

Pero era algo más profundo que todo eso. Danny tenía que tocarla antes de regresar a la civilización con su familia. Y no sólo su cuerpo. Eso lo había hecho en abundancia. Esta vez, su misión sería tocar su corazón. Meterse en él y capturarlo, si fuera posible. Tenía que ser uno con ella.

Tenía que hacerle comprender eso, que incluso aunque Harry la tocara, ella era suya. Bueno, ella le había dicho que le amaba. Rezaba para que fuera verdad. Había bajado sus defensas al admitir en voz alta que él también la amaba. Pero una mujer como Alex se merecía un hombre entero. Él no lo era. Pero también era un bastardo egoísta que no estaba dispuesto a renunciar a ella.

-Quiero abrazarte, cariño -dijo Harry -. Quiero...

-Los dos -Danny se aproximó a ellos-queremos abrazarte.

-Por supuesto - Harry le acarició la mejilla-. Estamos igual de aliviados que tú. Emocionados. No podemos esperar para celebrarlo contigo.

En parte era verdad. Lo cierto era que Danny sólo quería tumbar a Alex para que ella pudiera sentirlo, saborearlo y olerlo. Danny quería penetrar por cada uno de sus poros de manera que ella no pudiera volver a pensar en un trío, de manera que le diera la espalda a todo aquello y se marchara.

Pero ¿cómo de grande sería el agujero que le quedaría en el pecho si ella se marchaba? Sería tan grande que haría que el Gran Cañón pareciera diminuto. Tenía que recordarle, de la manera más gráfica posible, que lo mejor era que se quedara con él. Y si bien Alex prefería tener una sola pareja, Danny sabía de hecho que Harry y él eran una tentación para su libido.

Harry se aproximó a la cama y se dejó caer en ella desgarbadamente, con los brazos abiertos. Alex vaciló sólo un momento. Danny imaginaba que una parte de ella no quería seguir, pero a pesar de pensar que dejar que su primo se acercara a ella -la penetrara- era como pasarse por los testículos una navaja oxidada, la empujó hacia él.

Lanzándole una mirada furiosa por encima del hombro, ella se subió a la cama, encima de su hermano. Con su temperamento inflamado por la cólera, le brindó a Harry todo su fulgor flamígero. Sin malgastar un segundo más, curvó su cuerpo sobre el de él y amoldó sus labios a los suyos para buscar su respuesta, hambrienta y desesperada. Alex penetró la boca de Harry con la lengua, emitiendo unos ronroneantes gemidos que fueron directos al pene de Danny y que le partieron el corazón.

Alex se montó a horcajadas sobre su primo. Harry se agitó cuando ella profundizó aún más aquel beso duro y alocado. «¡Santo cielo!». La sorpresa se reflejó en la cara de Harry, pero no por mucho tiempo. El deseo prendió en su hermano como un tornado, haciéndolo arder con el sexo salvaje que prometía aquel beso. Harry respondió a ese beso con cada gramo de delicadeza que poseía y agarró con firmeza las curvas del cuerpo femenino -pechos, cintura, caderas- mientras se arqueaba para responder a la cruda demanda de Alex.

Gimiendo, ella se ubicó sobre la longitud del miembro de su hermano, que ya estaba duro para ella. Contoneando las caderas, onduló y restregó su sexo suave y mojado sobre el pene de Harry y dejó escapar un largo gemido con el que le pedía que fuera todavía mejor. Que la hiciera correrse.

Aquellos sonidos, el hecho de ver a su mujer rozando su clítoris sobre el glande de otro hombre...hizo que Danny tragara saliva. No era una visión fácil de contemplar.

«¡Sandeces!». Apretó la mandíbula. Ver con sus propios ojos cómo Alex le daba la espalda y transmitía a Harry su cruda y rugiente necesidad, ver cómo lo besaba, cómo le exigía que aplacara su deseo... le provocaba un dolor desgarrador. Como si alguien le arrancara las entrañas con las manos. Dios, no podía mirar. Pero se obligó a hacerlo.

Observó cómo el roce del sexo de Alex sobre el miembro de Harry se convertía con rapidez en un tormento húmedo y sedoso. Ella interrumpió el beso con una boqueada y echó la cabeza hacia atrás.

-No te pares. Frótate sobre mí -gruñó Harry cuando ella bajó hacia él-. ¿No sientes lo duro que estoy para ti?

Alex gimió, y el sonido atravesó a Danny como un cuchillo ardiente en los testículos.

-Sí -lloriqueó ella, mientras se estremecía de placer-. Estoy mojada, muy mojada. Harry...

-¿Quieres correrte?

Echando la cabeza, bruscamente hacia atrás, Alex hizo ondular sus cabellos castaño rojizo sobre la pálida piel de su espalda, arqueando sus pechos. Maldita sea, estaba tan jodidamente hermosa...tan jodidamente excitada por otro hombre.

Eran una imagen perfecta. Y era él quien la había empujado a los brazos de Harry. De repente, Danny quiso separarla de esos brazos. No por primera vez, se preguntó por qué Harry quería mantener aquellas relaciones a tres bandas cuando no tenía problemas en llevarse a una mujer a la cama él solo. Pero ahora que veía a Alex y a su hermano juntos, temió saber la respuesta.

Permaneció allí de pie, paralizado. Era como cuando uno se detenía a observar un accidente de tráfico: sabe que no debe mirar, pero aun así lo hace.

Apoyada sobre sus manos y rodillas sobre el cuerpo de Harry, ella frotaba su clítoris sobre el glande de su primo. Sudorosa y temblorosa, miró a Harry a los ojos.

-Dime que quieres correrte -susurró Harry, agarrándola por las caderas para detener sus movimientos hasta que contestara.

Su grito de protesta y el deseo que rugía en su interior, hicieron que Danny se moviera. Dio un paso adelante para darle a Alex lo que necesitaba, para darle él mismo aquel orgasmo edificante, para arrancarla de los brazos de Harry ...

-Sí -gritó ella-. Sí, ¡quiero correrme!

Entonces, ella se liberó de las manos de Harry, arqueándose, retorciéndose y gritando hasta que todo su cuerpo tembló por la liberación. Alex se agarró a él con firmeza, frotando su dulce sexo -ése que pertenecía a Danny- por la polla de Harry, intentando encontrar el clímax salvaje que Danny sabía que necesitaba.

«Ni hablar». Danny no podía permitirlo. Ella era suya. Ese orgasmo tendría que dárselo él. Quiso arrancar a Alex de Harry, tirarla encima de la cama y montarla. Quería ser él quien la liberara, proporcionarle las explosivas sensaciones del orgasmo. Antes de que pudiera tocar a Alex, todo el cuerpo femenino se sacudió, como si hubiera sido atravesado por un rayo.

Alex soltó un largo y rudo grito gutural de satisfacción. Y la palabra que soltó, amenazó con destruirle:

-¡ Harry!

Las entrañas de Danny se desgarraron cuando ella se corrió gritando con una fiera necesidad el nombre...de otro hombre.

Sus vísceras burbujearon como si las hubieran rociado con ácido. La necesidad de follar a Alex reclamarla como suya una vez más luchaba contra el violento deseo de dejar a su hermano hecho un guiñapo. Estaba en un estado volátil. Inestable. Cerca del jodido límite de algo que no podía predecir. Jamás había  experimentado aquella sensación tan salvaje y violenta.
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2 de 4 :D

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