sábado, 21 de abril de 2012

Capítulo 9


Con la mandíbula tensa, Danny maldijo entre dientes.

-Ya me encargo yo.

«Ya suponía que lo harías».

-Cuando termines, la metes en la cama. Voy a darme una ducha.

Danny vaciló y luego asintió con la cabeza.
-Ah, y quédate con ella hasta que vuelva. Podría despertarse desorientada y asustarse.

-Es una mujer adulta.

-Que ha tenido una noche muy movidita. Serán sólo quince minutos, ¿de acuerdo?

Danny gruñó.
-Que sean diez. A menos que haya sexo de por medio no quiero estar con ella.

«Eso no es ninguna sorpresa». Harry sabía que tenía mucho trabajo por delante si quería formar una gran familia feliz.

-Vale, diez minutos.

Harry se giró y salió de la habitación. No miró hacia atrás, pero no tenía duda alguna de que Danny ya alargaba la mano hacia la fruta prohibida que suponía la pálida piel de Alex por el sencillo placer de tocarla. Para recordarse que podía tocarla. Para fantasear que la tocaba de nuevo.

Sonriendo, Harry abrió la puerta del cuarto de baño, sabiendo instintivamente que Danny no podría permanecer demasiado tiempo sin tocarla.
******** 

Danny estaba cubierto por una película de sudor cuando rodó en la cama. La luz grisácea del amanecer se colaba por debajo de las persianas, burlándose de él. Esa noche apenas había dormido. La había pasado a solas, sabiendo que al otro lado del pasillo, Harry y Alex compartían el calor de sus cuerpos -y probablemente mucho más-sin él.

Algo punzante y ardiente surgió en su interior, retorciéndole las entrañas. Danny no quería darle nombre. Pero tampoco lo necesitaba. Los celos eran condenadamente imposibles de confundir. Salió de la cama y recorrió el pasillo hacia la habitación de Harry. Qué estupidez. Qué manera de torturarse.

Pero tenía que verlo con sus propios ojos. Tenía que saber...Y lo supo. «Maldición». Hizo una mueca ante la imagen de Alex acurrucada de lado con la espalda pegada al pecho de Harry, y sus piernas entrelazadas. Los dos estaban enredados entre las sábanas blancas y la mano laxa por el sueño que Harry se había posado sobre uno de los pechos de Alex. Parecían tranquilos. Cómodos. Satisfechos. Tres cosas que no iban con él. Que no se merecía. Él había destruido a Heather, una chica inocente... Interrumpiendo sus pensamientos con una maldición, Danny regresó por el pasillo a su habitación. Tenía que concentrarse en el ejercicio. Ese día era como cualquier otro, a pesar de la presencia de Alex en la casa y de su sombrío estado de ánimo.

Primero haría flexiones. Se echó en el suelo y comenzó la primera serie de cincuenta. El sudor le cubrió de nuevo mientras las contaba, luego se tumbó de espaldas para hacer cien abdominales, y durante todo ese tiempo pudo escuchar cada crujido de las sábanas al otro lado del pasillo, cada murmullo de buenos días, cada desperezo de Alex y Harry. Cada prohibida intimidad en la que Danny no se atrevía a participar.

«No te quejes. Lo hecho, hecho está», se dijo a sí mismo. Cierto, pero... Harry siempre se despertaba excitado, así que Danny sabía lo que vendría a continuación. ¿Por qué demonios no se había comprado un iPod o una radio para no tener que oírlos?

Danny agarró las pesas y se dedicó a hacer trabajar sus bíceps, tríceps y pectorales, recordándose a sí mismo que Harry merecía cualquier felicidad que pudiera encontrar con una mujer. Su primo siempre veía lo bueno en las personas, siempre intentaba ayudar, se reía con facilidad, entregaba su corazón una y otra vez. Y Danny... bueno, él sabía mejor que nadie cómo era.

De repente, oyó la risa de Alex. El sonido cantarín flotó por el pasillo mientras Danny se tumbaba en el suelo para otra tanda de abdominales. Hizo rechinar los dientes. Luego sólo pudo oír los suspiros de Alex. Primero uno, luego otro más largo y profundo... uno que descendió directamente a su miembro y le hizo sentir una puñalada en el vientre.

La negra oleada de celos le acuchilló de nuevo, algo que no sirvió para mejorar su estado de ánimo y sí para multiplicar su deseo de golpear algo y hacer daño. «Céntrate». Dobló las rodillas para alternar con los abdominales. Eran los ejercicios de siempre. Pero concentrarse en la rutina era prácticamente imposible cuando se imaginaba las manos de Harry acariciando las elegantes líneas del torso de Alex hasta llegar a aquellos pezones sonrosados, mientras inspiraba la dulce fragancia a melocotón de su piel y esperaba con su habitual paciencia y susurraba algunas palabras adecuadas que la harían humedecerse.

Luego, lamería los duros brotes de los pechos, donde trazaría un círculo tras otro con la lengua, mientras bajaba las manos al vientre de Alex, instándola a separar aquellos dulces muslos para él, y, por fin, deslizaría los dedos en el resbaladizo refugio del sexo femenino y sentiría cómo las tensas paredes de la vagina de Alex se cerraban en torno a ellos.

El vientre de Danny se contrajo. Hacer abdominales con el miembro duro como una piedra no era nada fácil. En especial cuando los suspiros de Alex se convirtieron de repente en gritos.«Maldición». Se quitó las ropas empapadas en sudor y fue a darse una ducha fría. Tras diez minutos bajo el agua helada en la ducha de estilo italiano, frotándose con el jabón perfumado de Harry, estaba todavía más cabreado.

Gruñendo, salió del cubículo, rezando para que ya se hubiera producido el orgasmo matutino. Aún no se había terminado de secar con la toalla la humedad que le perlaba el pecho, cuando oyó a Alex lanzar un desgarrador grito sensual y lujurioso. Suplicante. «Demonios. Adiós a los beneficios de la ducha fría».

Danny terminó de secarse por completo, concentrándose en el diseño de la pared de yeso veneciana. Pero no pudo dejar de oír los sonidos sexuales que provocaba el placer que Harry le proporcionaba a Alex.

La puerta entre el cuarto de baño y el dormitorio contiguo al de Harry, estaba entreabierta, y los gemidos implorantes de Alex flotaban en el aire. Primero jadeos, luego grititos. Estaba cada vez más cerca.

-Por favor, Harry.

«Joder». Y eso era exactamente lo que quería hacerle a Alex, acomodarse entre aquellos dulces muslos y ser el primero en hundirse profundamente en su interior. Pero eso no iba a ocurrir. Ella no quería y él no podía consentirlo. «Pero tú podrías estar disfrutando con ellos».
Y maldito fuera si no se sentía muy tentado. Estaba en su derecho. Lo compartían todo por igual; era lo que Harry y él habían acordado hacía ya una década, y jamás se habían arrepentido. ¿Por qué envidiaba tanto el placer que se estaban dando Harry y Alex? Nunca le había importado antes. ¿Y por qué no participar en lo que se estaba desarrollando esa mañana? Alex Dawson era demasiado tentadora, demasiado dulce y demasiado receptiva.

Demasiado inocente y vulnerable. Y demasiado peligrosa para su tranquilidad de espíritu. Se parecía demasiado a todo lo que él llevaba años buscando. Si se dirigía a la habitación de Harry, desnudo y excitado, sería absorbido por el atractivo de aquella mujer y se ahogaría por completo.

La noche anterior, el deseo de abrirle las piernas, acomodarse entre ellas y reclamarla, lo había golpeado de manera implacable. Y lo peor de todo era que aquel deseo había crecido como las malas hierbas en un jardín perfectamente cuidado. Tenía que recobrar el control antes de perderlo por completo. Antes de tocarla de nuevo y hacer algo alocado e irrevocable. Con fatales consecuencias.

Gruñendo, cogió unos pantalones cortos y una camiseta, luego se embutió los pantalones sobre su implacable erección matutina. Café. Era lo que necesitaba ahora mismo. Empezó a recorrer el pasillo, vaciló al pasar delante de la habitación de Harry. Al verlos sintió como si le pegaran un puñetazo en el estómago. Harry tenía la cabeza inclinada sobre el cuello de Alex. Los elegantes dedos de su primo jugueteaban entre los muslos abiertos de ella. Desde donde él estaba, el deseo de Alex era evidente, sus pliegues estaban resbaladizos, rojos e hinchados.

-Me muero por hacerte gritar -murmuró Harry -. Porque estés tan excitada que me implores.

- Harry, ahora. Por favor -gimió ella, aferrándose a su cabello-. ¡Por favor!

-Pronto, cariño. Deja que el deseo aumente.

Ella movió la cabeza de un lado a otro.
-No puedo soportarlo más.

La súplica de Alex se clavó en las entrañas de Danny.

-Puedes. Sólo un poco más.

Harry sacó los dedos del anegado e hinchado sexo de Alex para acariciarle los muslos, el abdomen... ignorando sus caderas cuando ella las alzó hacia él. Danny no podía ignorarlo. Y no iba a hacerlo.

Entró en la habitación, bajándose los pantalones cortos por las caderas con un ansia salvaje. «Follala». Necesitaba...tenía que meterse en ella profundamente. Tenía que ser el primero. Ya.

- Harry ... tócame.

El grito gutural de Alex atravesó a Danny, sacándolo del estupor sensual. Le había pedido a su primo que la tocara, no que la follara. «Santo cielo». ¿En qué estaba pensando? En nada que debiera pensar. De hecho, no debería estar allí, deseando estar dentro de ella. Reclamándola. Y lo que era peor, pensando en arrebatarle aquello que ella quería reservar para otro hombre. Nada bueno podría salir de eso. Él ya había tomado a una virgen antes y sabía a ciencia cierta lo que venía a continuación.

Danny se subió bruscamente los pantalones, se dio la vuelta y regresó al pasillo, conteniendo una imprecación. Alex iba a estar allí dos semanas.. . ¿Cómo iba a conseguir no tirársela, no sin destruirla?

El suelo de pizarra de la cocina le enfrió los pies desnudos cuando entró en aquella estancia y cogió el café de la despensa. Miró el paquete. Trufa de caramelo con chocolate. Maldito café aromático. ¿Por qué demonios nunca había café normal allí? Cerró la despensa de golpe. Lanzando el paquete sobre el mostrador al lado de la cafetera, Danny se quedó paralizado.

-¡Harry!

Otra súplica de Alex. «Maldición». Cerró los ojos con fuerza y soltó un fuerte suspiro. Un momento después, abrió de golpe la tapa de la cafetera que crujió con un sonido que no auguraba nada bueno. Luego aquella maldita cosa cayó al suelo. Maldiciendo otra vez, Danny se agarró al borde de la encimera. Tenía tensos todos los músculos del cuerpo, desde el ceño fruncido y los ojos entrecerrados hasta los dedos de los pies, encogidos sobre el suelo de pizarra italiano.

«Esto es lo que te mereces», se castigó a sí mismo mientras recogía la tapa del suelo y la ponía en su sitio. Llenó la cafetera de agua, echó el café molido en el filtro y apretó el interruptor con decisión. Al parecer, Harry también apretó el interruptor de Alex en ese mismo momento.

-¡Oh, Harry! -gritó ella antes de lanzar un gemido largo y torturado.

Así que Alex se había corrido por fin...bajo las manos de Harry, bajo las caricias de Harry. ¿Por qué demonios hacía eso que Danny quisiera golpear algo? ¿O a alguien? Mejor no averiguar la respuesta. En su lugar se dedicó a observar cómo goteaba el café, esforzándose por mantener la mente en blanco, concentrándose sólo en la tarea que tenía entre manos; un truco que había aprendido en las fuerzas especiales, por lo que ya podía estar agradecido al ejército.

Unos minutos después, Harry salió de su habitación en vaqueros y con la camisa en la mano. Su pose era relajada cuando se acercó a la cocina y no había señal de que estuviera empalmado.

-Buenos días.
-¿Hizo que te corrieras con las manos o con la boca?

La pregunta surgió de la boca de Danny antes de que pudiera detenerla. Eso no era asunto suyo. Saberlo no borraría los gemidos de placer de Alex que todavía le resonaban en los oídos o la visible satisfacción que suavizaba el rostro de su primo.

Harry apoyó la cadera contra el mostrador de la cocina, cruzó los brazos sobre el pecho y arqueó una de sus cejas oscuras. Antes de que Harry pudiera responderle, Danny dijo:
-Olvídalo, no es asunto mío.

Se giró para coger las tazas de la alacena superior, luego buscó el azúcar y la leche para Harry. Mientras tanto, sintió la mirada de su primo clavada en su espalda, sopesando la situación, decidiendo cómo contestar. Astuto bastardo.
-Con ninguna de las dos.

Seguía sin ser una respuesta. Y maldito fuera, la cara de Harry no revelaba nada. Alex había estado implorando, pero Harry no había estado satisfaciendo su placer cuando él había pasado por la habitación, aunque tampoco se había quedado para ver mucho más. ¿Y si al final lo había hecho?

-¿No te la follaste? -Danny hizo la pregunta como una afirmación, como si esperara que la respuesta fuera un no.

-¿Qué mosca te ha picado? -preguntó Harry -. Si la deseas esta mañana, está suave, despeinada y mojada. Y todavía sigue en la cama. Ve. Me ocuparé del café.

Danny vaciló. ¿Quería demostrar a su primo y a sí mismo que podía resistirse o salir al pasillo e ir en busca de lo que tanto Alex como Harry habían compartido? Si pudiera, tomaría aún más. Lo tomaría todo.

Sonó el pitido de la cafetera y Harry la extrajo del quemador para servirse una taza, sonriendo débilmente, como si conociera el debate interno de Danny. Ese juego era una tontería, y Danny no quería jugarlo.

-¡Joder! Esto no va a funcionar. Alex tiene que marcharse.

-Cállate o te oirá -murmuró Harry.

Eso sería lo mejor. No quería herir sus sentimientos, sólo quería que se marchara.

-¿Por qué piensas que debería irse? -preguntó Harry en voz baja-. ¿Crees que será incapaz de aprender lo que nosotros tenemos que enseñarle?

Danny puso los ojos en blanco.

-No juegues a hacerte el estúpido. Claro que puede aprender. Es obvio. Sé que no está asustada. Debería estarlo pero por alguna alocada razón no lo está. Sin embargo, ése no es el problema.

-Mmm. Creo que sé a qué problema te refieres, pero ¿por qué no me lo explicas con tus propias palabras?

-Es virgen, ¿recuerdas?

-Pero ella no es Heather.
-Alex no tiene nada que ver con ella. No quiero discutir ese tema de nuevo.

Harry ladeó la cabeza y le dirigió una larga mirada pensativa.

-En realidad fue algo que nunca llegamos a discutir, lo que en sí mismo es parte del problema. Pero si no quieres hablar de Heather, por mí estupendo. Ahora bien, dime qué otras razones tienes para evitar a Alex.

Danny vaciló, luego se dio cuenta de que no diría nada que su primo no supiera.

-Nada que no te haya dicho antes. Me hace perder el control. Si se queda, acabaré por no respetar sus deseos. Tarde o temprano, implorará y no tendré voluntad para decirle que no. La poseeré.

-Si se da el caso, evaluaremos de nuevo la situación. Quizá fuera lo mejor para todos que le diéramos exactamente lo que quiere.

La idea de Harry arrebatarle la virginidad a Alex le hizo sentir como si le hubieran metido las entrañas en una licuadora. Pero tampoco él podría arrebatársela, en especial a solas. Nunca.

-Tú crees que es nuestra.

Harry respondió lentamente:
-Cualquier cosa es posible. Pero sí, me niego a creer que una mujer que responde con tal perfección a nuestras primeras demandas, pertenezca a otro hombre.

-¿Acaso te has olvidado de la promesa que le hicimos de enseñarle a aceptar el contacto de dos hombres a la vez, y de que cree estar enamorada de otro?

-No. Sólo creo que ella está intentando buscar su lugar y que espera que Dougie Poynter esté en él. Pero también creo que no tardará mucho en darse cuenta de que no es así.

-Escúchate Harry, crees que Alex no tardará en correspondernos y olvidarse de todo lo demás -sacudió la cabeza, incrédulo-. Pero te equivocas. En el mejor de los casos, Alex se esforzará en aprender todo lo que hay que saber sobre los tríos para poder ponerlos en práctica con otra persona. En el peor, sólo es una salida. Pero tú sigues pensando que la mujer perfecta está ahí fuera para jugar con nosotros a las casitas hasta que la muerte nos separe.

-Es que está ahí fuera -dijo Harry, confiado-. Pero si está en algún lugar muy lejos o al final del pasillo, está por verse.

Danny meneó la cabeza, se sirvió una taza de café, y contó hasta diez, pero fue inútil. La frustración todavía hervía en su interior, arrebatándole el sentido común y el autocontrol.

-Yo no quiero una esposa. Lo único que quiero es poder follar cuando quiera, y ella no vale para eso.

Harry no dijo nada durante diez segundos.

-Entonces no tienes que preocuparte por nada, salvo de cumplir tu palabra. Alex ya ha superado la ansiedad por estar aquí y te ha perdonado por la terrible manera en que la trataste cuando llegó.

«Maldita sea». Harry no decía que no pudieran echarse atrás en su promesa de enseñarle todo sobre los trios, pero lo sugería en cada situacion.

-Además -añadió Harry -. No somos sus únicas opciones. ¿Has olvidado a los hermanos Gandy?

No. La imagen de David y James con las manos sobre Alex había quedado grabada a fuego en su mente.

-No creo que ella los aceptara.

-Pero podría estar lo suficientemente decidida a aprender con ellos si no le quedara otra opción.

-Cierto. Danny suspiró. Alex lo tenía cogido por los huevos...en más de un sentido.

-Piensa que ésta es la única manera de mantenerla ocupada para protegerla de los hermanos Gandy, a quienes conocemos demasiado bien para permitirles estar con Alex -dijo Harry.
Sí. Trataban con dureza a sus mujeres. Los dos hermanos nunca tenían suficiente. La utilizarían, la destrozarían, y la dejarían a un lado cuando ella no pudiera seguir el ritmo.

Así que, mirara como lo mirase, estaba básicamente jodido, tanto si la dejaba quedarse como si la dejaba marchar.

-Genial. Se quedará con nosotros trece días. Ni más ni menos.

Harry sonrió mientras se encogía de hombros, tomaba un sorbo de café y se dirigía hacia la puerta trasera.

-Tengo que acudir a una entrevista en una emisora local de radio. Seguiremos con esta conversación dentro de trece días. Mientras tanto, Alex es un plato muy dulce por las mañanas -se relamió los labios.

Mientras Danny observaba cómo su primo agarraba las llaves del coche y salía por la puerta, contuvo el deseo de golpear las paredes, los muebles de la cocina, la cabeza de Harry, y maldijo entre dientes.

¿Dejarse tentar? A Danny le encantaría, pero eso no iba a ocurrir. Allí había mucho más en juego que la virginidad de Alex y su enamoramiento por el inmaduro de Dougie Poynter. Mucho más que celos mezquinos. Y maldita sea si Harry no lo sabía y estaba intentando provocarlo.

Podía contar con los dedos de una mano los días que pasarían antes de que terminara atravesando las barreras mentales y físicas de Alex. Era inevitable. Y cuando eso ocurriera, todos sufrirían. Sobre todo Alex.

Alex se despertó por segunda vez esa mañana y se encontró sola en la blanda y acogedora cama de Harry. Se puso la camisa de alguien -¿Harry?-, y salió al pasillo, dejándose guiar por el olor a café recién hecho. Sentía los miembros pesados y aunque trataba de fingir lo contrario, también se sentía un poco inquieta.

Al llegar a la cocina, la imagen de Danny inclinado sobre una taza de café, perdido en sus pensamientos, la dejó clavada en el sitio. No parecía que esos pensamientos le hicieran feliz. Por supuesto que no lo hacían. Ella estaba allí, y él no quería que estuviera. No había oído las palabras de la discusión con Harry, pero habían quedado grabadas, altas y claras, en aquella estancia.

Y eso explicaba por qué la noche anterior se había quedado dormida con Danny a su lado, para despertarse veinte minutos más tarde y descubrir que se había ido. Y por qué cada vez que se despertada inquieta durante la noche, se había encontrado sólo con Harry a su lado. No era simplemente que Danny hubiera elegido dormir en otro lugar, sino que se había negado a estar con ellos aquella mañana cuando Harry la había devorado con la boca. Lo que la había sumido en una profunda tristeza y el peso que sentía en el pecho amenazaba con aplastarla.

A pesar de que Danny parecía haber estado muy excitado la noche anterior, una vez que llegó al orgasmo le dio la impresión de perder el interés en ella. ¿Podía ser porque aún siguiera viéndola como una adolescente? ¿O era porque respetaba a su padre más de lo que ella creía? Tal vez. Pero esos problemas tenían fácil solución. Tomaría cartas en el asunto y él dejaría de mirar de manera tan malhumorada su café. El verdadero problema sería mucho más difícil de solventar, sobre todo si era el mismo que había tenido durante toda la vida.

-Hola -musitó ella.

Danny levantó la cabeza de golpe y clavó la mirada en ella con una expresión entre acusadora y ardiente. Inspiró profundamente. ¿Se estaría preparando mentalmente?

-¿Café? -preguntó al fin.

-Claro. Ya me sirvo yo.

-Las tazas están en la alacena que hay sobre la cafetera.

Alex asintió con la cabeza y cogió una taza. Se preguntó qué podía decir. ¿De qué podía hablar? ¿Debería disculparse porque sus modales bruscos hubieran acabado con su deseo? En cuanto la habían despojado de la falda y la blusa de encaje y la había visto como realmente era, se había dado cuenta de lo poco femenina que era. No sería el primer hombre que lo pensara...sólo había que preguntarle a su pareja en el baile de graduación. Maldecir la realidad no servía de nada.

No podía librarse del hecho de que tras criarse sin madre y entre militares, el coronel y sus dos hermanos de los cuerpos de élite SEALS habían sido los modelos a seguir. Le gustaban los uniformes militares, y correr diez kilómetros todos los días. Por el contrario, odiaba los pantys, el encaje y el maquillaje. La mayor parte de los hombres juraban que ella tenía testosterona en las venas.

Pero la diversión de lanzar a los tíos al suelo por encima del hombro o darles cien vueltas a todos bebiendo, había perdido la gracia hacía mucho tiempo. Quería que los hombres la vieran como a una verdadera mujer, no como un chico con pechos.

Con Danny y Harry había sido tan sensual como había podido. Pero al parecer no había sido suficiente. Todo ese deseo que Danny decía haber sentido por ella durante años... lo más probable es que lo hubiera curado de eso la noche anterior.

«Genial. Así era la vida». Podía vivir con ello. De hecho podía celebrarlo. Todo lo que a ella le importaba era lo que su primo y él podían enseñarle. Danny no tenía que desearla de verdad. Incluso puede que fuera mejor así, ya que ella respondía a él a un nivel más afectivo. Pero, sencillamente, no podía dejar estar las cosas. No era su estilo.

-Puede que no me guste la respuesta, pero si eso va a afectar a tu promesa de enseñarme...

-Cumpliré mi palabra. Aprenderás todo lo que necesitas y, probablemente, más de lo que quieres.

-Bien.
Pero el alivio de Alex fue efímero.

-Yo no estaría tan contenta. -Danny cogió la taza de café y clavó los ojos en ella por encima del borde-. Harry tiene la condenada idea de que te enamorarás de nosotros y te desharás de tu famoso novio para casarte con nosotros y tener bebés.

«¿Matrimonio? ¿Bebés?». Alex contuvo el aliento. Quería esas cosas en su vida algún día, pero con Dougie. Él era quien realmente la conocía y la había aceptado tal y como era. Algo que no ocurría con Danny y Harry.

-¿En serio?

Danny asintió bruscamente con la cabeza.

-Y como no quiero que siga con esa idea, y tú tampoco, a menos que haya sexo de por medio, te mantendrás alejada de mí.

Nadie diría nunca de Danny que se andaba por las ramas. Alex había sabido desde el principio que no le iban las relaciones. No es que quisiera mantener una con él, pero si le iba a permitir aquellas increíbles intimidades con su cuerpo, si iban a estar piel contra piel y vivir bajo el mismo techo, ¿no debería al menos poder hablar con él?

-¿Está Harry en casa ahora?

-No.

Alex frunció el ceño.
-No puede hacerse una idea equivocada si hablamos mientras no está.

-No quiero hablar. Has venido aquí para aprender todo lo necesario sobre los tríos. Vamos a enseñártelo. Pero no somos amigos, me importa un bledo lo que pienses y no tengo nada más que decirte.

«A la defensiva y cerrado en banda». Ésas eran las mejores palabras para describir a Danny. Bueno, ofensivo también serviría, pero eso entraba en la categoría de ataque. No era que estuviera de mal humor por las mañanas; lo conocía lo suficientemente bien para saber que no era así. Y tampoco estaba malhumorado por lo de la noche anterior. No, no había tenido ningún problema hasta que había conocido de primera mano lo poco femenina que ella era.

El primer impulso de Danny había sido rechazar su petición. Ahora probablemente estaría pateándose mentalmente por haber permitido que Harry y ella lo hubieran convencido de ese acuerdo. Seguro que estaba pensando que iban a ser las dos semanas más largas de su vida. Sus hermanos la felicitaban a menudo por ser una de las pocas mujeres que sabía contener sus emociones, pero aquellos horribles sentimientos la carcomían por dentro. Se sentía mal. Herida. Y lo odiaba.

-Genial. No tengo nada más que añadir. Compórtate como un auténtico gilipollas. Me es indiferente siempre que seas un buen maestro.

Alex se puso en pie y pasó junto a Danny hacia la puerta.

El la agarró del brazo y tiró de ella, acercándola a su regazo.

-Gatita, seré el mejor maestro que puedas imaginar. Que no te quepa la menor duda.

-Me alegra oírlo. -Se soltó bruscamente-. Respetaré el hecho de que no quieras que te hable cuando no estemos en la cama, siempre que tú no me toques a menos que sea para enseñarme. Así que hasta esta noche, puedes dejarme en paz.

Danny vaciló; una sonrisa amarga le curvó las comisuras de la boca.

-Gatita, ésa es la mejor idea que has tenido desde que entraste por esa puerta.

En la Noche la cena transcurrió en silencio a pesar de que Harry había asado a la parrilla unas malditas chuletas de cerdo y las había aderezado con un delicioso jarabe de arándanos. A Harry no pareció importarle el desalentador silencio. El ejército había enseñado a Danny a comer cualquier cosa -desde los grasientos platos del comedor hasta una cabra cruda- para mantenerse con vida. Las chuletas de Harry sabían bastante bien. Y Alex... por la manera en que fulminaba a Danny con la mirada, dedujo que los dos habían discutido mientras él no estaba.

Y por la manera en que Danny la miraba a ella, sabía que el hambre de su primo no iba a ser saciada ni por la carne de cerdo ni por la crujiente tarta de melocotones que había horneado un poco antes.

Harry sonrió detrás de la servilleta. Lo cierto es que todo iba sobre ruedas. Había llegado el momento de echar un poco más de leña al fuego.

Harry estiró el brazo hacia Alex y le acarició el suyo, que estaba desnudo por la blusa que llevaba. Luego le rozó la mejilla con los nudillos. Mmm, suave. Dulce. Y Danny estaba cada vez más enfadado, observó al lanzar una mirada de reojo a su primo.

-¿Más ensalada, cariño? -preguntó Harry.

-No. -Ella se relajó lo suficiente para sonreír-. Estoy llena. Cocinas de maravilla, pronto no podré ponerme los pantalones.

Harry se inclinó hacia delante para depositar un beso tierno y sensual en los labios femeninos, que aún tenían el débil sabor de los arándanos con que había condimentado la comida. Al otro lado de la mesa, Danny se puso tenso. Su tenedor repiqueteó en el plato. Harry lo ignoró.

-Con nosotros dos cerca, no necesitas pantalones, ¿verdad que no, Danny?

Harry cerró la mano sobre el hombro desnudo de Alex y se lo acarició suavemente, sin dejar de observar los duros pezones que se erguían contra la tela negra de su blusa y el calor peligroso que emitían los ojos de su primo.

-¿Terminaron de comer? -soltó Danny bruscamente, poniéndose en pie y cerniéndose sobre la mesa.

Alex se apartó y dirigió a Harry una mirada de incertidumbre. Estaba realmente preocupada. Oh, oh, ¿qué diablos había pasado entre Danny y ella para ponerla tan nerviosa?

-Eso depende de Alex. Podemos quedarnos aquí un poco más si lo prefieres, cariño.

Danny soltó la servilleta sobre la mesa.

-Si quieres que te enseñemos algo esta noche, gatita, es ahora o nunca. Tengo mejores cosas que hacer que quedarme aquí sentado charlando.

Harry notó que Alex se tensaba bajo sus dedos. Oh, los fuegos artificiales estaban a punto de comenzar.

-Has sido muy claro y, como no quiero molestarte, será mejor que vaya sólo con Harry a su habitación, tú puedes marcharte si quieres.

Alzando la barbilla, Alex se puso en pie y, a pesar de vestir unos pantalones de mezclilla y una blusa negra de tirantes sin sujetador, pasó al lado de ellos con la altivez de una reina.

La mirada aturdida en la cara de Danny no tenía precio. Su primo se dio la vuelta y siguió a Alex por el pasillo. Harry se puso en pie y se apresuró a ir tras ellos. Quería que estuvieran irritados, pero no tan furiosos que se pusieran a discutir en vez de a follar.

Alex casi logró llegar a la puerta del dormitorio de Harry antes de que Danny la agarrase, la empujara contra la pared y cubriera su cuerpo con el de él.

-Me comprometí a enseñarte todo lo que sé sobre los trios, gatita. Y para eso son necesario tres. No voy a irme a ninguna otra parte que no sea a compartir la cama contigo.

Ella abrió la boca para protestar -o para soltar una réplica mordaz-, pero Danny se le adelantó con un beso abrasador, cubriéndole la boca con la de él, invadiéndola y devorándola. Maldición, sólo con verlos Harry ya se excitaba.

Observó cómo el tenso rechazo de Alex desaparecía bajo el empuje de la lengua de Danny contra la de ella. Gimió cuando una de las manos de su primo se deslizó por la espalda de Alex y se cerró sobre su trasero, levantándole las caderas hacia las de él. No cabía duda, Danny quería penetrarla. «Perfecto».

Él apartó la boca, pero siguió cubriéndola con su cuerpo, apretándola contra la pared. Y se quedó mirándola fijamente, jadeando, como si hubiera estado corriendo diez kilómetros. No apartó la mirada.

Harry se acercó a ellos y rodeó a cada uno con un brazo, empujándolos hacia la puerta del dormitorio.

-¿Por qué no entramos, nos desnudamos y nos ponemos cómodos para pasar un buen rato?

Por encima de él, Danny le dirigió a Alex una tensa mirada. ¿Qué demonios estaba pasando?

-Cariño, ¿estás bien? -preguntó Harry.

Alex lo miró de soslayo antes de volver a mirar a su primo. En ese momento, tenía la piel ruborizada y los pezones como duras bayas tentadoras. Harry decidió centrarse en un objetivo a largo plazo en vez de desnudar a Alex en ese momento.

Alex clavaba la mirada en Danny con una voracidad renuente. Danny se ponía más tenso a cada segundo que pasaba. «Muy interesante».

-Estoy bien -susurró Alex finalmente.

Esas palabras fueron todo lo que Danny necesitaba para pasar a la acción. Alargó la mano por delante de Harry hacia Alex. Le rodeó la cintura con un brazo y la atrajo contra su cuerpo. Con la mano libre le bajó las tiras de su blusa por los hombros y le deslizó la prenda bruscamente por el torso, dejando los pechos y los rosados pezones hinchados expuestos a sus miradas hambrientas.

Harry ya estaba duro desde antes, demasiado duro para su comodidad, pero aquella visión lo llevó a unos límites insoportables.

Danny le dirigió una mirada tan llena de frustración y necesidad sexual, que sus ojos resplandecían con la llama del deseo.

-Ahora.

Su primo no parecía dispuesto a esperar para tocarla y no iba a perder el tiempo indicando lo obvio. Y por mucho que a Harry le gustara recrearse en una mujer, Alex tenía algo que hacía que Danny y él respondieran de manera inmediata, sin que ambos pudieran mantener la distancia necesaria para conducirse con paciencia.

Así que Harry le dirigió a su primo un escueto asentimiento de cabeza. Cuando se acercó a ellos, Alex estaba sin aliento, con los ojos muy abiertos y las pupilas dilatadas. La incertidumbre asomaba a su rostro, pero también una aguda necesidad, como si supiera que era demasiado tarde para detener la hambrienta seducción que su cuerpo estaba a punto de sufrir. Esa noche la llevarían un poco más lejos, la someterían a pruebas más duras.

El deseo le recorrió las venas como un buen vino. Danny se colocó en el lado derecho de Alex, mientras él ocupaba el izquierdo.

-¿Harry? -susurró ella, buscando que la tranquilizara.

¿Sentiría ella la violencia apenas contenida que crepitaba en el aire? Apostaría lo que fuera a que sí. Y eso la asustaba y excitaba a la vez. Tenía buenas razones para tener miedo. En los diez años que Danny y él llevaban compartiendo mujeres, Harry jamás había visto a su primo más ansioso y descontrolado. Tomaría todo lo que ella estuviera dispuesta a ofrecer. En ese mismo momento. Y la presionaría buscando más.

El deseo de Danny alimentaba el suyo, y Harry se sintió salvaje y deliciosamente excitado.

-Abróchate el cinturón, cariño -murmuró Harry-, va a ser un viaje muy movido.
______________________________________________________
Capítulo 9 subido!!! 

Entré más rapido se junten más de 10 likes vamos a subir más rapido. Tampoco se olviden de comentar ;) 

jhgfgdsdfghjkllkjkhgg envidio a Alex!!! 

Con amor Mrs. Poynter & Mrs. Jones <3


Se me olvidaba, si quieren ser avisadas dejen su user de twitter o dígannos por twitter en @MissLPoynter ;)

3 comentarios:

  1. O MI DIOS SOGHNDSÇSBHNPKL DIOSSSSSSSSSSSS

    ResponderEliminar
  2. Maldita sea! Quiero mas capítulos, Alex deja a Dougie y quédate con Danny o con Harry. Si quiero seguir siendo avisada. @feeriveraa

    ResponderEliminar
  3. INCREIBLE! quiero que se quede con Danny <3 sera Danny así en la vida real? OMFG

    ResponderEliminar