domingo, 15 de abril de 2012

Capítulo 6




… Alex se puso tensa. No le gustaba ese lenguaje cortante, pero estaba acostumbrada a él. Lo que más le molestaba era su tono, como si ser virgen la convirtiera en una forma de vida inferior.

-Creo que eso ya lo hemos aclarado. Te he dicho que quiero reservar mi virginidad para Dougie. Así que eso no será un problema.

-Quiero que recuerdes eso cuando las cosas se pongan calientes. -Le sujetó la cara entre las manos y la acercó más a su cuerpo. El intenso resplandor de sus ojos le dijo a Alex lo mucho que deseaba besarla-. Y se calentarán, Alex.

Un escalofrío ardiente la atravesó.

-Ni lo olvidaré, ni cambiaré de opinión.

-No cederé cuando me implores.

Alex se soltó de su agarre.

-¿Cuando te implore? «Oh, Dios, alguien tiene mucha fe en sus proezas». La sombría sonrisa de Danny la puso de los nervios.

-Es uno de los placeres de ser compartida por dos hombres. Podemos conseguir que supliques por algo. Pero como ya hemos acordado aquí y ahora que no será sexo convencional, no habrá ningún riesgo.

Entonces, ¿qué tipo de sexo sería? ¿Oral? ¿Anal? Tampoco tenía experiencia en esas facetas. En dos semanas, se habría convertido en toda una experta en ambos casos. Ese pensamiento la hizo tomar aliento al sentir un peligroso arrebato de deseo.

-¿Riesgos de qué? ¿De embarazo?

Danny apretó los labios.

-De eso y de enrollarnos. Que seas virgen es una responsabilidad. Un hombre no debería follar a una virgen a no ser que tenga intención de reclamarla y conservarla para sí. Y yo no estoy dispuesto a reclamar a ninguna mujer... en ese sentido.

Asombroso. Anticuado y liberal a la vez.

-De alguna manera, no puedo decir que me sorprenda -comentó ella, notando el sarcasmo en su voz.

Danny sólo se cruzó de brazos y la miró fijamente, con una expresión insondable y la mandíbula tensa, un lenguaje corporal inequívoco. Sus labios apretados en una línea sombría y esos ojos parecían inexpresivos y despreocupados...a primera vista.

Alex lo miró de nuevo. Desolado. Eso es lo que parecía. Lo que denotaba la rigidez de su postura combinada con algún tipo de anhelo que ella percibía mientras lo miraba. Danny parpadeó, cambiando el peso de pierna, y retrocedió un paso. Fuera lo que fuese lo que Alex había visto en sus ojos, había desaparecido…

Alex frunció el ceño. Señor, debía de estar loca, No era posible haber visto eso en su mirada. Danny era el último hombre a quien atribuir una emoción humana. Pero aquella mirada...lo más probable era que hubiera confundido su desolación con la molestia de tener que esperar al día siguiente para aliviar su excitación de cualquier manera que no fuera sexo convencional. El tema de que era virgen y de reclamarla no le molestaba de verdad. De hecho, dudaba mucho que lo hiciera. Lo más probable es que él no hubiera pensado apenas en los riesgos del sexo convencional como no fuera para decir que «no vírgenes» se correspondía mejor a «ningún tipo de compromiso».

-¿Debo decirle a Harry que regresarás a tiempo para la cena?

Danny volvía a mostrar una expresión neutra, y, esta vez, Alex no buscó bajo la superficie. Dudaba que Danny fuera lo suficientemente sensible para tener sus propios demonios personales, pero si los tenía, ella no quería conocerlos.

-¿Cocinará él? Pues allí estaré.

Danny no sonrió. De hecho, parecía tan alegre como un hombre condenado a muerte.

-Te estaremos esperando.

*****
Danny estaba tomando una cerveza en la cocina cuando Harry abrió la puerta principal y apareció Alex al otro lado. Parecía tan condenadamente inocente con una blusa blanca de encaje y una coqueta falda de flores, que él rechinó los dientes. Tenerla allí no auguraba nada bueno. «Maldición».

El indicio de picardía en los ojos de Alex no fue lo que lo puso duro; estaba así desde hacía veinte minutos, cuando había estado pensando en ella. Pero el deseo que hacía brillar las mejillas femeninas envió una nueva oleada de sangre a su miembro cuando Harry la invitó a entrar. Ella aceptó con una sonrisa y entró en el vestíbulo con sus sandalias de tiras. Durante toda la tarde, su primo se había comportado como un cachorro jadeante ante la promesa de un nuevo juguete.

Había adulado a Diane, su vieja asistenta, quien se encargaba de limpiarles la casa. Harry también se había pasado las últimas cuatro horas preparándole a Alex un delicioso plato de pollo, cuyo nombre Danny no sabía pronunciar, además del postre, una complicada tarta de chocolate y fresas. Danny negó con la cabeza. Harry había comprado cuatro cajas de fresas y había escogido las mejores para la confección del pastel.
Pero Danny dudaba que lograran llegar al postre.

No tenía que preguntarle a Harry el porqué de todo ese esfuerzo. Su primo quería creer que finalmente habían encontrado a la mujer que podría complementarlos, la mujer que podía querer lo que ninguna otra mujer querría estando en su sano juicio: disfrutar de una relación a tres bandas con un militar retirado y un chef temperamental. Al parecer, Harry se había olvidado de las miles de veces en que Danny había insistido en que no quería una relación permanente.

Aun así, su primo seguía insistiendo en que Alex sería de ellos, quién sabía por qué. Danny le había señalado repetidamente que sus miembros no penetrarían el dulce sexo de Alex. Que si ella iba allí, era sólo para familiarizarse con los trios y para prepararse para complacer a otro hombre. Nada de eso había importado. Harry seguía convencido de que Alex podría ser «la única». Dulce y curiosa. Suave y con un gran corazón. Según Harry, Alex era perfecta para vivir con dos hombres tan complicados como ellos.

Danny bufó. Sí, seguro que aquello terminaba como el final feliz de los cuentos de hadas. Pues no sería así, y Harry tendría que descubrirlo por sí solo. Danny estaba cansado de señalarle lo evidente. Aun así, tenía que admitir que había algo en Alex que lo ponía a cien. Haciendo una mueca ante la erección que tensaba la bragueta de los pantalones de pinzas que Harry había insistido que se pusiera, alzó la botella de cerveza y dio un largo trago. Mierda, estaba más duro de lo que nunca recordaba haber estado y lo único que había hecho era ver cómo Alex atravesaba la puerta con una sonrisa vacilante.

-Hola.

La voz de Alex fue un suspiro suave y ligeramente tembloroso. Bien. Tenía razones para estar nerviosa. Él también lo estaba. Tenía las entrañas como un polvorín a punto de estallar.

¿Qué ocurriría con su reserva y autocontrol cuando Harry y él la llevaran a la cama? 

Catapún. Sentía cómo la adrenalina corría por sus venas como solía ocurrir después de una misión. Necesitaba follar, y no podría contenerse demasiado tiempo. Y lo que era peor... parecía estar obsesionado con ella.

Era muy probable que Alex acabara implorando ser penetrada. Pero cuando suplicara por un duro miembro en su sexo, ¿cumpliría él la promesa de permitir que siguiera siendo virgen?

A pesar de lo que habían acordado, no estaba seguro. Podía follarla, podía reclamarla, pero ¿podría afrontar las consecuencias? ¡Demonios, no! No quería correr más riesgos con vírgenes. Ni hablar. Nunca más. Alex aprendería todo lo que pudieran enseñarle en dos semanas y luego se iría. De una manera u otra tendría que resistir la tentación.

-Adelante -decía Harry, cogiéndole la pesada bolsa de viaje y dejándola en el suelo del vestíbulo-. Nos alegramos de tenerte aquí. Me encanta que hayas decidido quedarte con nosotros. Y si Harry se salía con la suya, Alex no se iría nunca.

-Gracias por cambiar de idea.

Alex parecía cohibida mientras se colocaba el sedoso pelo rojizo detrás de la oreja y sus ojos color avellana recorrían con rapidez la salita y la cocina. Su mirada se encontró con la de Danny y ninguno de los dos la apartó. Ella contuvo el aliento ante la descarga eléctrica que le recorrió el cuerpo. El sintió una punzada en el vientre y un fuerte tirón en su miembro duro. Maldición. Estaba perdido.

Harry tomó la mano de Alex y la guió a la cocina.

-Yo no necesitaba cambiar de idea. Por lo que a mí respecta, siempre has sido bienvenida.

«Gracias por echar una mano, primo».

-Danny. -Su nombre tembló en los labios de ella.

El sonido descendió directamente a su polla. Dado que no confiaba en sí mismo para no revelar los sucios pensamientos que le pasaban por la cabeza, guardó silencio y asintió brevemente.

-¿Un vaso de vino? -le preguntó Harry, guiándola al centro de la cocina.

-Claro. Gracias. ¿Tienes vino blanco?

-Tengo un excelente chardonnay.

-Perfecto.

Harry le dirigió una mirada reprobadora al pasar por su lado. ¿Qué demonios quería su primo que hiciera? A Danny no le gustaba el vino. Harry tenía el don de la palabra, así que Danny le dejaba llevar la conversación. Era lo mejor, ya que Danny sólo hablaba como un cavernícola. Además, no tenía nada que decir. Si tocaba a Alex ahora mismo, Harry sólo oiría dos sonidos: él arrancándole la ropa y ella gritando como una loca cuando la boca de Danny le cubriera el clítoris hasta que se corriera.

-Huele genial -murmuró ella, dirigiendo una tímida mirada en dirección a Danny.
Sonriendo de la misma manera encantadora que un maldito presentador de un programa de entrevistas, Harry le ofreció a Alex una copa de vino.

-Espero que te guste. Ponte cómoda. O, si lo prefieres, dile a Danny que te enseñe la casa.

Alex tomó un sorbo de chardonnay, luego dirigió una mirada ansiosa en dirección a Danny. Se pasó la lengua por el exuberante labio inferior y a Danny se le aflojaron las rodillas.

-Me encantaría -dijo ella.

Lo que a él le encantaría sería ver esa lengua deslizándose por su glande. Tragó saliva ante aquella imagen mental que le arrebató la mayor parte de su autocontrol.

-Claro -dijo él, intentando no hacer una mueca.

Danny atravesó la cocina y le posó la palma de la mano sobre la cintura porque no podía estar un minuto más sin tocarla. Curvas cálidas y firmes. Sensible. Danny recorrió sus formas con la mirada, y no se le pasó por alto que se le habían endurecido los pezones en el mismo instante en que la tocó. Y ese olor... a melocotones, azúcar moreno y canela. Intimo, picante y excitante. Inhaló de nuevo. Santo cielo, si seguía poniéndose más duro, la cremallera le iba a dejar marcas permanentes en la polla.

Con un suave empujón, apartó las manos de ella y la condujo fuera de la cocina, de vuelta a la salita, luego al vestíbulo, donde cogió la brillante bolsa de viaje de color azul. Colgándosela al hombro, la miró.

-Hay dos dormitorios y un despacho al final del pasillo. El grande es el de Harry, ya que vive aquí todo el tiempo. Yo sólo estoy entre una y otra misión o, como ahora, cuando me estoy recobrando de una lesión.

-¿Qué te ocurrió?

A Danny no se le escapó el tono de preocupación en su voz, algo que provocó que quisiera inmovilizarla contra una pared para besarla. No sólo quería follarla. Aún quería... «No, ni hablar». Pero su pequeña muestra de preocupación le atraía de una manera desconocida para él, aunque era igual de efectiva que una sirena enredándolo con sus encantos. Si no tenía cuidado, acabaría colgado de ella, por citar un cliché. Ya había pasado antes por eso con Heather, y nada le gustaría más que deshacerse de esos recuerdos imborrables, así que cerró su mente a cal v canto decidido a no fastidiar las cosas de nuevo.

-Un gilipollas con una navaja quiso dibujar la marca del Zorro en mis costillas. Pero ahora, tras doce puntos y una vacuna contra el tétanos, estoy como nuevo.

-Tanto mi padre como tú tienen un trabajo muy peligroso.

-Para mí sería muchísimo peor estar sentado tras un escritorio.

-Depende de cada caso, pero sé que los hombres de acción como ustedes siempre necesitan patear algunos traseros.

Danny no pudo contener la sonrisa que le asomó a los labios.

-Exacto.

Unos metros más adelante, él abrió la puerta que daba paso a una pequeña habitación con paredes blancas. Había una cama de matrimonio, una silla, una lamparita y un escritorio con un portátil. Jamás ganaría un premio de decoración, pero era funcional.

-Ésta es tu habitación. -No era una suposición; Alex lo sabía.

-Sí.

-Es como tú.

-¿Aburrida? -la provocó él.

-Dura -se rió ella-. Podría llamarte un montón de cosas, pero aburrido no es una de ellas.
El tono ligeramente ronco de su voz aún seguía clavándose en su miembro. Nunca le habían gustado mucho los melocotones, pero el olor que ella desprendía le aceleraba el pulso. Maldita sea, Harry siempre hacía de las cenas en compañía un evento especial. ¿Cómo se las iba a arreglar para no tumbar a Alex sobre la mesa y comérsela a ella en vez de la comida?

-Es funcional, limpia y sencilla. A ti te gustan las cosas así.

Oh, maldición. Lo había calado demasiado bien sin que él se hubiese dado cuenta. Volvió a sentir ese peligroso impulso de querer besarla, junto con el deseo de abrazarla sólo por el placer de sentirla contra su cuerpo. «Ni hablar. Era una estupidez. Un error. No debía suceder». Saborearía su dulzura antes de poseer su culo, pero el afecto... quedaba fuera de toda cuestión.

Alex lo tomaría como lo que no era. Maldición, incluso podría tomarlo él.

-Exacto -murmuró él, cerrando la puerta.

Cruzando el pasillo, abrió la puerta del despacho de Harry. Con paredes de un profundo tono borgoña y madera oscura, vitrinas de cristal y pomos de latón, parecería el elegante refugio de un caballero inglés si no fuera por el ordenador de sobremesa, un teléfono inalámbrico, un fax y una impresora multifunción. Tras el escritorio de nogal había un sillón de piel y una librería de madera más clara que tenía colgado al lado un premio de cocina que Harry llamaba «el medallón».

-Vaya -suspiró Alex-. Es un despacho precioso. Harry tiene muy buen gusto.

¿Por qué las mujeres siempre decían eso? Por lo general, los hombres con «buen gusto» eran gays, pero sabía de primera mano que Harry era tan heterosexual como él.Por primera vez en su vida Danny lamentó las inclinaciones sexuales de Harry. De no ser por eso y por el interés que su primo tenía en Alex, Danny podría haber encontrado la manera de que sólo fuera suya, de tenerla con las piernas bien abiertas sobre la cama y él solo encima de ella, follándola.

«¡No!». Sería como volver a pasar por lo mismo. No es que Alex fuera Heather, pero se le parecía bastante. Habían pasado doce años desde aquel terrible verano en que comenzó a compartir a las mujeres y a conseguir que alcanzaran el máximo placer.

-A Harry le encanta la decoración y la cocina.

-Es un hombre maravilloso. -Los ojos color avellana de Alex se iluminaron mientras observaba la estancia.

Danny contuvo una punzada de irritación. Harry era un buen cocinero y un buen decorador, y, por supuesto, eso tenía que impresionarla. Pero había ido allí por sexo, y, en lo concerniente a eso, se juró a sí mismo que sería él quien se le quedara grabado en la mente.

Girándose, Danny salió del despacho y regresó al pasillo. Abrió la puerta y dejó la bolsa de viaje en el suelo.

-Ésta es la habitación de Harry.

Era espaciosa y con una ecléctica mezcla de lo antiguo y lo moderno, de tecnología y clasicismo. Colores marrones, aceitunados y dorados, con alguna salpicadura de rojo, junto con una enorme cama que invitaba a cualquier mujer a acomodarse en ella. Le molestaba saber que Alex no sería la excepción. Alex miró su bolsa de viaje en el suelo de la habitación de Harry y luego la cama.

-¿Dormiré aquí?

Danny tragó aire e intentó no imaginar a Alex desnuda en la cama de Harry, intentó no pensar en ellos dos durmiendo, tocándose, follando a unas paredes de distancia. Aquel pensamiento le produjo una violenta oleada de furia que le hizo cerrar los puños con fuerza. Alex dormiría con Harry. Era lo mejor. Menos tentación para él. Harry dormía toda la noche de un tirón, pero no era el caso de Danny. Y si no tenía a su lado a la mujer que más le había excitado durante la última década, cuando permaneciera insomne la noche siguiente, no podría acariciarle la piel sedosa, ni susurrarle palabras picantes, ni alabar su sexo. Y querría hacerlo. Mierda, quería hacerlo ahora. «Una mala señal, muy mala».

-Sí. Harry tiene la cama más grande. Y yo no duermo demasiado bien. No me gustaría desvelarte.

Alex se giró lentamente hacia él y le miró fijamente.

-Sé que piensas que cometo un error, y que no te emociona demasiado ayudarme...
Ella tenía razón y a la vez no la tenía. Estar allí para ser educada sexualmente por Harry y por él, era un arma de doble filo. Danny pensaba que estaba equivocada. Alex no parecía el tipo de mujer que podía hacer de los trios una manera de vivir. Pero para satisfacer la necesidad puramente egoísta de tocarla, la ayudaría. Aun así, odiaba que ella quisiera aprender a ser compartida para luego ponerlo en práctica con un niño bonito como Dougie Poynter, una estrella del pop que probablemente tenía un harén de admiradoras en cada ciudad del mundo y que acabaría rompiéndole el corazón. En realidad, si era sincero consigo mismo, ni siquiera quería compartirla con Harry. «Guau». Harry y él eran primos, y desde aquel desastroso verano con Heather, Harry y él habían compartido casi todo, incluidas las mujeres. Y ahí estaba él, admitiendo que quería a Alex para él solo.

Esa confesión no era buena para su alma, decidió Danny, ya que le hacía sentirse fatal. Alex alargó la mano y le tocó el brazo, haciendo que deseara desnudarla y tumbarla en la cama de Harry. Maldita cena. Una parte de su ser, sentía la tentación de dejar a un lado su decisión de no volver a acostarse con una mujer a solas.

-Pero -murmuró ella-, no voy a complicarte la vida. Te lo prometo. Sé que en el fondo no me quieres aquí.

No. La realidad era que sí que la quería allí, mucho más de lo que debería. Y Alex era una chica lista; no tardaría mucho en darse cuenta.

-Está bien.

Danny cerró la puerta del dormitorio de Harry -y a las perturbadoras imágenes de su primo y Alex enlazados y solos- y volvieron al pasillo. Después atravesaron la salita y luego fueron por otro pasillo.

-Éste es el cuarto de los juegos. -Le mostró una espaciosa estancia con un minibar y una mesa de billar que, gracias a Harry, tenía la suficiente elegancia para evitar que se pareciera a la sala de recreo de un par de solteros.

-Ésa es nuestra guarida. -Danny señaló otra habitación que incluía una pantalla de plasma gigante, un par de sofás de cuero, un par de consolas de juegos y unas ventanas muy masculinas. Le había dicho a Harry que los dominios de un hombre tenían que estar libres de cortinas.

-Aquí es donde nos relajamos. Hay una estantería con libros y películas en la pared de atrás. Así que si alguna vez te aburres...

-Gracias. Ahora mismo tengo que preparar los exámenes de enfermería así que me dedicaré a estudiar, al menos en los momentos en que no estemos...ocupados.
El rubor inundó las mejillas de Alex de nuevo. Aquella piel tan pálida no le permitía ocultarlo. Ese pensamiento lo excitó. Lo excitó pensar lo roja que se le pondría la piel...Demonios, volvía a ponerse duro otra vez.

Danny se colocó detrás de uno de los sofás para ocultar su erección e hizo una mueca. ¿Cómo podría contenerse durante las dos horas que a Harry le gustaba que duraran las cenas? En ese momento, daría cualquier cosa por un par de hamburguesas con tal de que todos estuvieran dispuestos a comérselas desnudos.

-La mayoría de los días, esto está bastante tranquilo, así que será un buen lugar para estudiar. Ahora ya conoces la casa. Hay jacuzzi ahí fuera.

Alex frunció el ceño.

-Vaya, no he traído bañador.

-Incluso aunque lo hubieras traído, no lo llevarías puesto.

-Oh. Ya veo...-captó la insinuación sexual y sus ojos color avellana se iluminaron. Tomó un trago de vino y luego se mordió el labio. Danny estuvo condenadamente cerca de saltar sobre el sofá, empujarla contra la pared y desnudarla.

-Tiene sentido. -Le dirigió una sonrisa nerviosa-. De cualquier manera, vas a verme desnuda.

Sí. El iba a hacer bastante más que mirarla, aunque ese momento estaba tardando mucho en llegar.

-¡La cena! -gritó Harry desde la cocina.

Agradeciendo que comenzaran de una vez las dos horas de anticipación que conducirían al verdadero festín, Danny guió a Alex a la cocina. Harry los esperaba con la mesa preparada. Su primo ayudó a Alex a sentarse, apartándole la silla como un caballero. Maldición, ¿por qué no se le había ocurrido a él? Intentando no parecer contrariado, Danny se sentó y observó cómo Harry servía la comida, el vio, cómo sonreía, coqueteaba y la acariciaba de manera casual, algo que le enfureció sobremanera. Alex se sonrojó y sonrió, y absorbió cada una de las palabras de Harry, algo que le enojó todavía más.

Él necesitaba tirársela de una vez. Alex estaba allí por el sexo. Y punto. ¿A quién le importaba que él no fuera Sir Galahad?

Y más tarde, cuando estuvieran desnudos y en la cama, Danny probaría que aunque aquellas cualidades que Harry mostraba eran buenas, sería él quien la haría retorcerse de placer. Estaría en sintonía con ella. Podría sentir cómo crecía su deseo, cómo se aferraba a su cuerpo. Y usaría esos deseos para hacer que se corriera tantas veces que Alex perdería la cuenta. Se juró a sí mismo que su nombre sería el único que pronunciarían los labios femeninos.
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No aguantamos más, subimos el capítulo 6. :D


Ya saben que entre más comentarios y más de 10 likes, más rápido subimos. ;) 


Los quieren. Mrs. Poynter & Mrs. Jones. <3


Nota para los nuevos: si quieren que les avisemos cada que se actualice, dejen su twitter ;) 

12 comentarios:

  1. Danny, Danny, Danny... El y su tentación. Se esta poniendo lo interesante. Síganla :3 twitter: @feeriveraa

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    1. Hahahaha por el momento esta bien controlado xD aunque no será por mucho >:D

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  2. @AzuuPoynter, yo ya te avise por twitter que me avises. Besos enormes y amo esta nove

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  3. Dios mio!!! me ruborice de tan solo leerla. Es genial, sigan así. Les dejo mi twitter que quiero que me avisen cuando suban el séptimo. Es @iaamdanic Besos.

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    1. Si ahorita te ruborizaste, vas sudar cuando llegue lo bueno!!! xD

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  4. Excelente! Pobre Danny, JAJAJAJAJAJAJ. Pero bueno, ya le va a llegar su momento, dentro de poco creo, no lo veo aguantando mucho(?.

    Siganla, es perfecta <2

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  5. Empece a leer ayer a la noche y me devore, como Danny y Harry van a hacer con Alex, los 6 capítulos! Necesito más!!! Por favor! Esta demasiado pero DEMASIADO bien escrita! Me siento ahí! No se si me explico... Jajaja Ame haber encontrado esta historia.
    Clem (@00CLemENtiNA00)

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  6. Añadi esta novela a los favoritos para poder leerla seriamente algun dia que tuviese tiempo, y ahora que porfin la empece no puedo parar, y me encanta pensar que aun me quedan unos cuantos capitulos, aunque tendre que relajarme para no leerloa muy rapido y luego tener que esperar jerjer os adoro nenas, no la abandoneis porfavor. Un besote; @loignoritas :')

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