… Alex
se puso tensa. No le gustaba ese lenguaje cortante, pero estaba acostumbrada a
él. Lo que más le molestaba era su tono, como si ser virgen la convirtiera en
una forma de vida inferior.
-Creo
que eso ya lo hemos aclarado. Te he dicho que quiero reservar mi virginidad
para Dougie. Así que eso no será un problema.
-Quiero
que recuerdes eso cuando las cosas se pongan calientes. -Le sujetó la cara
entre las manos y la acercó más a su cuerpo. El intenso resplandor de sus ojos
le dijo a Alex lo mucho que deseaba besarla-. Y se calentarán, Alex.
Un
escalofrío ardiente la atravesó.
-Ni lo
olvidaré, ni cambiaré de opinión.
-No
cederé cuando me implores.
Alex
se soltó de su agarre.
-¿Cuando
te implore? «Oh, Dios, alguien tiene mucha fe en sus proezas». La sombría
sonrisa de Danny la puso de los nervios.
-Es
uno de los placeres de ser compartida por dos hombres. Podemos conseguir que
supliques por algo. Pero como ya hemos acordado aquí y ahora que no será sexo
convencional, no habrá ningún riesgo.
Entonces,
¿qué tipo de sexo sería? ¿Oral? ¿Anal? Tampoco tenía experiencia en esas
facetas. En dos semanas, se habría convertido en toda una experta en ambos
casos. Ese pensamiento la hizo tomar aliento al sentir un peligroso arrebato de
deseo.
-¿Riesgos
de qué? ¿De embarazo?
Danny
apretó los labios.
-De
eso y de enrollarnos. Que seas virgen es una responsabilidad. Un hombre no
debería follar a una virgen a no ser que tenga intención de reclamarla y
conservarla para sí. Y yo no estoy dispuesto a reclamar a ninguna mujer... en
ese sentido.
Asombroso.
Anticuado y liberal a la vez.
-De
alguna manera, no puedo decir que me sorprenda -comentó ella, notando el
sarcasmo en su voz.
Danny
sólo se cruzó de brazos y la miró fijamente, con una expresión insondable y la
mandíbula tensa, un lenguaje corporal inequívoco. Sus labios apretados en una
línea sombría y esos ojos parecían inexpresivos y despreocupados...a primera
vista.
Alex lo miró de nuevo. Desolado. Eso es lo que parecía. Lo que denotaba la
rigidez de su postura combinada con algún tipo de anhelo que ella percibía
mientras lo miraba. Danny parpadeó, cambiando el peso de pierna, y retrocedió
un paso. Fuera lo que fuese lo que Alex había visto en sus ojos, había
desaparecido…
Alex
frunció el ceño. Señor, debía de estar loca, No era posible haber visto eso en
su mirada. Danny era el último hombre a quien atribuir una emoción humana. Pero
aquella mirada...lo más probable era que hubiera confundido su desolación con
la molestia de tener que esperar al día siguiente para aliviar su excitación de
cualquier manera que no fuera sexo convencional. El tema de que era virgen y de
reclamarla no le molestaba de verdad. De hecho, dudaba mucho que lo hiciera. Lo
más probable es que él no hubiera pensado apenas en los riesgos del sexo
convencional como no fuera para decir que «no vírgenes» se correspondía mejor a
«ningún tipo de compromiso».
-¿Debo
decirle a Harry que regresarás a tiempo para la cena?
Danny
volvía a mostrar una expresión neutra, y, esta vez, Alex no buscó bajo la
superficie. Dudaba que Danny fuera lo suficientemente sensible para tener sus
propios demonios personales, pero si los tenía, ella no quería conocerlos.
-¿Cocinará
él? Pues allí estaré.
Danny
no sonrió. De hecho, parecía tan alegre como un hombre condenado a muerte.
-Te estaremos esperando.
*****
Danny
estaba tomando una cerveza en la cocina cuando Harry abrió la puerta principal
y apareció Alex al otro lado. Parecía tan condenadamente inocente con una blusa
blanca de encaje y una coqueta falda de flores, que él rechinó los dientes.
Tenerla allí no auguraba nada bueno. «Maldición».
El
indicio de picardía en los ojos de Alex no fue lo que lo puso duro; estaba así
desde hacía veinte minutos, cuando había estado pensando en ella. Pero el deseo
que hacía brillar las mejillas femeninas envió una nueva oleada de sangre a su
miembro cuando Harry la invitó a entrar. Ella aceptó con una sonrisa y entró en
el vestíbulo con sus sandalias de tiras. Durante toda la tarde, su primo se
había comportado como un cachorro jadeante ante la promesa de un nuevo juguete.
Había
adulado a Diane, su vieja asistenta, quien se encargaba de limpiarles la
casa. Harry también se había pasado las últimas cuatro horas preparándole a Alex
un delicioso plato de pollo, cuyo nombre Danny no sabía pronunciar, además del
postre, una complicada tarta de chocolate y fresas. Danny negó con la cabeza. Harry
había comprado cuatro cajas de fresas y había escogido las mejores para la
confección del pastel.
Pero Danny
dudaba que lograran llegar al postre.
No
tenía que preguntarle a Harry el porqué de todo ese esfuerzo. Su primo quería
creer que finalmente habían encontrado a la mujer que podría complementarlos,
la mujer que podía querer lo que ninguna otra mujer querría estando en su sano
juicio: disfrutar de una relación a tres bandas con un militar retirado y un
chef temperamental. Al parecer, Harry se había olvidado de las miles de veces
en que Danny había insistido en que no quería una relación permanente.
Aun
así, su primo seguía insistiendo en que Alex sería de ellos, quién sabía por
qué. Danny le había señalado repetidamente que sus miembros no penetrarían el
dulce sexo de Alex. Que si ella iba allí, era sólo para familiarizarse con los
trios y para prepararse para complacer a otro hombre. Nada de eso había
importado. Harry seguía convencido de que Alex podría ser «la única». Dulce y
curiosa. Suave y con un gran corazón. Según Harry, Alex era perfecta para vivir
con dos hombres tan complicados como ellos.
Danny
bufó. Sí, seguro que aquello terminaba como el final feliz de los cuentos de
hadas. Pues no sería así, y Harry tendría que descubrirlo por sí solo. Danny
estaba cansado de señalarle lo evidente. Aun así, tenía que admitir que había
algo en Alex que lo ponía a cien. Haciendo una mueca ante la erección que
tensaba la bragueta de los pantalones de pinzas que Harry había insistido que
se pusiera, alzó la botella de cerveza y dio un largo trago. Mierda, estaba más
duro de lo que nunca recordaba haber estado y lo único que había hecho era ver
cómo Alex atravesaba la puerta con una sonrisa vacilante.
-Hola.
La voz
de Alex fue un suspiro suave y ligeramente tembloroso. Bien. Tenía razones para
estar nerviosa. Él también lo estaba. Tenía las entrañas como un polvorín a
punto de estallar.
¿Qué
ocurriría con su reserva y autocontrol cuando Harry y él la llevaran a la cama?
Catapún. Sentía cómo la adrenalina corría por sus venas como solía ocurrir
después de una misión. Necesitaba follar, y no podría contenerse demasiado
tiempo. Y lo que era peor... parecía estar obsesionado con ella.
Era
muy probable que Alex acabara implorando ser penetrada. Pero cuando suplicara
por un duro miembro en su sexo, ¿cumpliría él la promesa de permitir que
siguiera siendo virgen?
A
pesar de lo que habían acordado, no estaba seguro. Podía follarla, podía
reclamarla, pero ¿podría afrontar las consecuencias? ¡Demonios, no! No quería
correr más riesgos con vírgenes. Ni hablar. Nunca más. Alex aprendería todo lo
que pudieran enseñarle en dos semanas y luego se iría. De una manera u otra
tendría que resistir la tentación.
-Adelante
-decía Harry, cogiéndole la pesada bolsa de viaje y dejándola en el suelo del
vestíbulo-. Nos alegramos de tenerte aquí. Me encanta que hayas decidido
quedarte con nosotros. Y si Harry se salía con la suya, Alex no se iría nunca.
-Gracias
por cambiar de idea.
Alex
parecía cohibida mientras se colocaba el sedoso pelo rojizo detrás de la oreja
y sus ojos color avellana recorrían con rapidez la salita y la cocina. Su
mirada se encontró con la de Danny y ninguno de los dos la apartó. Ella contuvo
el aliento ante la descarga eléctrica que le recorrió el cuerpo. El sintió una
punzada en el vientre y un fuerte tirón en su miembro duro. Maldición. Estaba
perdido.
Harry
tomó la mano de Alex y la guió a la cocina.
-Yo no
necesitaba cambiar de idea. Por lo que a mí respecta, siempre has sido
bienvenida.
«Gracias
por echar una mano, primo».
-Danny.
-Su nombre tembló en los labios de ella.
El
sonido descendió directamente a su polla. Dado que no confiaba en sí mismo para
no revelar los sucios pensamientos que le pasaban por la cabeza, guardó
silencio y asintió brevemente.
-¿Un
vaso de vino? -le preguntó Harry, guiándola al centro de la cocina.
-Claro.
Gracias. ¿Tienes vino blanco?
-Tengo
un excelente chardonnay.
-Perfecto.
Harry
le dirigió una mirada reprobadora al pasar por su lado. ¿Qué demonios quería su
primo que hiciera? A Danny no le gustaba el vino. Harry tenía el don de la
palabra, así que Danny le dejaba llevar la conversación. Era lo mejor, ya que Danny
sólo hablaba como un cavernícola. Además, no tenía nada que decir. Si tocaba a Alex
ahora mismo, Harry sólo oiría dos sonidos: él arrancándole la ropa y ella
gritando como una loca cuando la boca de Danny le cubriera el clítoris hasta
que se corriera.
-Huele
genial -murmuró ella, dirigiendo una tímida mirada en dirección a Danny.
Sonriendo de la misma manera encantadora que un maldito presentador de un programa de entrevistas, Harry le ofreció a Alex una copa de vino.
Sonriendo de la misma manera encantadora que un maldito presentador de un programa de entrevistas, Harry le ofreció a Alex una copa de vino.
-Espero
que te guste. Ponte cómoda. O, si lo prefieres, dile a Danny que te enseñe la
casa.
Alex
tomó un sorbo de chardonnay, luego dirigió una mirada ansiosa en dirección a Danny.
Se pasó la lengua por el exuberante labio inferior y a Danny se le aflojaron
las rodillas.
-Me
encantaría -dijo ella.
Lo que
a él le encantaría sería ver esa lengua deslizándose por su glande. Tragó
saliva ante aquella imagen mental que le arrebató la mayor parte de su
autocontrol.
-Claro
-dijo él, intentando no hacer una mueca.
Danny
atravesó la cocina y le posó la palma de la mano sobre la cintura porque no
podía estar un minuto más sin tocarla. Curvas cálidas y firmes. Sensible. Danny
recorrió sus formas con la mirada, y no se le pasó por alto que se le habían
endurecido los pezones en el mismo instante en que la tocó. Y ese olor... a
melocotones, azúcar moreno y canela. Intimo, picante y excitante. Inhaló de
nuevo. Santo cielo, si seguía poniéndose más duro, la cremallera le iba a dejar
marcas permanentes en la polla.
Con un
suave empujón, apartó las manos de ella y la condujo fuera de la cocina, de
vuelta a la salita, luego al vestíbulo, donde cogió la brillante bolsa de viaje
de color azul. Colgándosela al hombro, la miró.
-Hay
dos dormitorios y un despacho al final del pasillo. El grande es el de Harry,
ya que vive aquí todo el tiempo. Yo sólo estoy entre una y otra misión o, como
ahora, cuando me estoy recobrando de una lesión.
-¿Qué
te ocurrió?
A Danny
no se le escapó el tono de preocupación en su voz, algo que provocó que
quisiera inmovilizarla contra una pared para besarla. No sólo quería follarla.
Aún quería... «No, ni hablar». Pero su pequeña muestra de preocupación le
atraía de una manera desconocida para él, aunque era igual de efectiva que una
sirena enredándolo con sus encantos. Si no tenía cuidado, acabaría colgado de
ella, por citar un cliché. Ya había pasado antes por eso con Heather, y nada le
gustaría más que deshacerse de esos recuerdos imborrables, así que cerró su
mente a cal v canto decidido a no fastidiar las cosas de nuevo.
-Un
gilipollas con una navaja quiso dibujar la marca del Zorro en mis costillas.
Pero ahora, tras doce puntos y una vacuna contra el tétanos, estoy como nuevo.
-Tanto
mi padre como tú tienen un trabajo muy peligroso.
-Para
mí sería muchísimo peor estar sentado tras un escritorio.
-Depende
de cada caso, pero sé que los hombres de acción como ustedes siempre necesitan
patear algunos traseros.
Danny
no pudo contener la sonrisa que le asomó a los labios.
-Exacto.
Unos
metros más adelante, él abrió la puerta que daba paso a una pequeña habitación
con paredes blancas. Había una cama de matrimonio, una silla, una lamparita y
un escritorio con un portátil. Jamás ganaría un premio de decoración, pero era
funcional.
-Ésta
es tu habitación. -No era una suposición; Alex lo sabía.
-Sí.
-Es
como tú.
-¿Aburrida?
-la provocó él.
-Dura
-se rió ella-. Podría llamarte un montón de cosas, pero aburrido no es una de
ellas.
El
tono ligeramente ronco de su voz aún seguía clavándose en su miembro. Nunca le
habían gustado mucho los melocotones, pero el olor que ella desprendía le
aceleraba el pulso. Maldita sea, Harry siempre hacía de las cenas en compañía
un evento especial. ¿Cómo se las iba a arreglar para no tumbar a Alex sobre la
mesa y comérsela a ella en vez de la comida?
-Es
funcional, limpia y sencilla. A ti te gustan las cosas así.
Oh,
maldición. Lo había calado demasiado bien sin que él se hubiese dado cuenta.
Volvió a sentir ese peligroso impulso de querer besarla, junto con el deseo de
abrazarla sólo por el placer de sentirla contra su cuerpo. «Ni hablar. Era una
estupidez. Un error. No debía suceder». Saborearía su dulzura antes de poseer
su culo, pero el afecto... quedaba fuera de toda cuestión.
Alex
lo tomaría como lo que no era. Maldición, incluso podría tomarlo él.
-Exacto
-murmuró él, cerrando la puerta.
Cruzando
el pasillo, abrió la puerta del despacho de Harry. Con paredes de un profundo
tono borgoña y madera oscura, vitrinas de cristal y pomos de latón, parecería
el elegante refugio de un caballero inglés si no fuera por el ordenador de
sobremesa, un teléfono inalámbrico, un fax y una impresora multifunción. Tras
el escritorio de nogal había un sillón de piel y una librería de madera más
clara que tenía colgado al lado un premio de cocina que Harry llamaba «el
medallón».
-Vaya
-suspiró Alex-. Es un despacho precioso. Harry tiene muy buen gusto.
¿Por
qué las mujeres siempre decían eso? Por lo general, los hombres con «buen
gusto» eran gays, pero sabía de primera mano que Harry era tan heterosexual
como él.Por primera vez en su vida Danny lamentó las inclinaciones sexuales de Harry.
De no ser por eso y por el interés que su primo tenía en Alex, Danny podría
haber encontrado la manera de que sólo fuera suya, de tenerla con las piernas
bien abiertas sobre la cama y él solo encima de ella, follándola.
«¡No!».
Sería como volver a pasar por lo mismo. No es que Alex fuera Heather, pero se
le parecía bastante. Habían pasado doce años desde aquel terrible verano en que
comenzó a compartir a las mujeres y a conseguir que alcanzaran el máximo
placer.
-A Harry
le encanta la decoración y la cocina.
-Es un
hombre maravilloso. -Los ojos color avellana de Alex se iluminaron mientras
observaba la estancia.
Danny
contuvo una punzada de irritación. Harry era un buen cocinero y un buen
decorador, y, por supuesto, eso tenía que impresionarla. Pero había ido allí
por sexo, y, en lo concerniente a eso, se juró a sí mismo que sería él quien se
le quedara grabado en la mente.
Girándose,
Danny salió del despacho y regresó al pasillo. Abrió la puerta y dejó la bolsa
de viaje en el suelo.
-Ésta
es la habitación de Harry.
Era
espaciosa y con una ecléctica mezcla de lo antiguo y lo moderno, de tecnología
y clasicismo. Colores marrones, aceitunados y dorados, con alguna salpicadura
de rojo, junto con una enorme cama que invitaba a cualquier mujer a acomodarse
en ella. Le molestaba saber que Alex no sería la excepción. Alex miró su bolsa
de viaje en el suelo de la habitación de Harry y luego la cama.
-¿Dormiré
aquí?
Danny
tragó aire e intentó no imaginar a Alex desnuda en la cama de Harry, intentó no
pensar en ellos dos durmiendo, tocándose, follando a unas paredes de distancia.
Aquel pensamiento le produjo una violenta oleada de furia que le hizo cerrar
los puños con fuerza. Alex dormiría con Harry. Era lo mejor. Menos tentación
para él. Harry dormía toda la noche de un tirón, pero no era el caso de Danny.
Y si no tenía a su lado a la mujer que más le había excitado durante la última
década, cuando permaneciera insomne la noche siguiente, no podría acariciarle
la piel sedosa, ni susurrarle palabras picantes, ni alabar su sexo. Y querría
hacerlo. Mierda, quería hacerlo ahora. «Una mala señal, muy mala».
-Sí. Harry
tiene la cama más grande. Y yo no duermo demasiado bien. No me gustaría
desvelarte.
Alex
se giró lentamente hacia él y le miró fijamente.
-Sé
que piensas que cometo un error, y que no te emociona demasiado ayudarme...
Ella
tenía razón y a la vez no la tenía. Estar allí para ser educada sexualmente por
Harry y por él, era un arma de doble filo. Danny pensaba que estaba equivocada.
Alex no parecía el tipo de mujer que podía hacer de los trios una manera de
vivir. Pero para satisfacer la necesidad puramente egoísta de tocarla, la ayudaría.
Aun así, odiaba que ella quisiera aprender a ser compartida para luego ponerlo
en práctica con un niño bonito como Dougie Poynter, una estrella del pop que
probablemente tenía un harén de admiradoras en cada ciudad del mundo y que
acabaría rompiéndole el corazón. En realidad, si era sincero consigo mismo, ni
siquiera quería compartirla con Harry. «Guau». Harry y él eran primos, y desde
aquel desastroso verano con Heather, Harry y él habían compartido casi todo,
incluidas las mujeres. Y ahí estaba él, admitiendo que quería a Alex para él
solo.
Esa
confesión no era buena para su alma, decidió Danny, ya que le hacía sentirse
fatal. Alex alargó la mano y le tocó el brazo, haciendo que deseara desnudarla
y tumbarla en la cama de Harry. Maldita cena. Una parte de su ser, sentía la
tentación de dejar a un lado su decisión de no volver a acostarse con una mujer
a solas.
-Pero
-murmuró ella-, no voy a complicarte la vida. Te lo prometo. Sé que en el fondo
no me quieres aquí.
No. La
realidad era que sí que la quería allí, mucho más de lo que debería. Y Alex era
una chica lista; no tardaría mucho en darse cuenta.
-Está
bien.
Danny
cerró la puerta del dormitorio de Harry -y a las perturbadoras imágenes de su
primo y Alex enlazados y solos- y volvieron al pasillo. Después atravesaron la
salita y luego fueron por otro pasillo.
-Éste
es el cuarto de los juegos. -Le mostró una espaciosa estancia con un minibar y
una mesa de billar que, gracias a Harry, tenía la suficiente elegancia para
evitar que se pareciera a la sala de recreo de un par de solteros.
-Ésa
es nuestra guarida. -Danny señaló otra habitación que incluía una pantalla de
plasma gigante, un par de sofás de cuero, un par de consolas de juegos y unas
ventanas muy masculinas. Le había dicho a Harry que los dominios de un hombre
tenían que estar libres de cortinas.
-Aquí
es donde nos relajamos. Hay una estantería con libros y películas en la pared
de atrás. Así que si alguna vez te aburres...
-Gracias.
Ahora mismo tengo que preparar los exámenes de enfermería así que me dedicaré a
estudiar, al menos en los momentos en que no estemos...ocupados.
El
rubor inundó las mejillas de Alex de nuevo. Aquella piel tan pálida no le
permitía ocultarlo. Ese pensamiento lo excitó. Lo excitó pensar lo roja que se
le pondría la piel...Demonios, volvía a ponerse duro otra vez.
Danny
se colocó detrás de uno de los sofás para ocultar su erección e hizo una mueca.
¿Cómo podría contenerse durante las dos horas que a Harry le gustaba que
duraran las cenas? En ese momento, daría cualquier cosa por un par de
hamburguesas con tal de que todos estuvieran dispuestos a comérselas desnudos.
-La
mayoría de los días, esto está bastante tranquilo, así que será un buen lugar
para estudiar. Ahora ya conoces la casa. Hay jacuzzi ahí fuera.
Alex
frunció el ceño.
-Vaya,
no he traído bañador.
-Incluso
aunque lo hubieras traído, no lo llevarías puesto.
-Oh.
Ya veo...-captó la insinuación sexual y sus ojos color avellana se iluminaron. Tomó
un trago de vino y luego se mordió el labio. Danny estuvo condenadamente cerca
de saltar sobre el sofá, empujarla contra la pared y desnudarla.
-Tiene
sentido. -Le dirigió una sonrisa nerviosa-. De cualquier manera, vas a verme
desnuda.
Sí. El
iba a hacer bastante más que mirarla, aunque ese momento estaba tardando mucho
en llegar.
-¡La
cena! -gritó Harry desde la cocina.
Agradeciendo
que comenzaran de una vez las dos horas de anticipación que conducirían al
verdadero festín, Danny guió a Alex a la cocina. Harry los esperaba con la mesa
preparada. Su primo ayudó a Alex a sentarse, apartándole la silla como un
caballero. Maldición, ¿por qué no se le había ocurrido a él? Intentando no
parecer contrariado, Danny se sentó y observó cómo Harry servía la comida, el
vio, cómo sonreía, coqueteaba y la acariciaba de manera casual, algo que le
enfureció sobremanera. Alex se sonrojó y sonrió, y absorbió cada una de las
palabras de Harry, algo que le enojó todavía más.
Él
necesitaba tirársela de una vez. Alex estaba allí por el sexo. Y punto. ¿A
quién le importaba que él no fuera Sir Galahad?
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No aguantamos más, subimos el capítulo 6. :D
Ya saben que entre más comentarios y más de 10 likes, más rápido subimos. ;)
Los quieren. Mrs. Poynter & Mrs. Jones. <3
Nota para los nuevos: si quieren que les avisemos cada que se actualice, dejen su twitter ;)
JAJAJAJAJAAJ Danny calentón :P
ResponderEliminarLo sé, Danny quiere que le echen agua fría! xD
EliminarDanny, Danny, Danny... El y su tentación. Se esta poniendo lo interesante. Síganla :3 twitter: @feeriveraa
ResponderEliminarHahahaha por el momento esta bien controlado xD aunque no será por mucho >:D
Eliminar@AzuuPoynter, yo ya te avise por twitter que me avises. Besos enormes y amo esta nove
ResponderEliminarClaro que si Azu ya estas en la lista :) <3
EliminarDios mio!!! me ruborice de tan solo leerla. Es genial, sigan así. Les dejo mi twitter que quiero que me avisen cuando suban el séptimo. Es @iaamdanic Besos.
ResponderEliminarSi ahorita te ruborizaste, vas sudar cuando llegue lo bueno!!! xD
EliminarExcelente! Pobre Danny, JAJAJAJAJAJAJ. Pero bueno, ya le va a llegar su momento, dentro de poco creo, no lo veo aguantando mucho(?.
ResponderEliminarSiganla, es perfecta <2
pronto >:D
EliminarEmpece a leer ayer a la noche y me devore, como Danny y Harry van a hacer con Alex, los 6 capítulos! Necesito más!!! Por favor! Esta demasiado pero DEMASIADO bien escrita! Me siento ahí! No se si me explico... Jajaja Ame haber encontrado esta historia.
ResponderEliminarClem (@00CLemENtiNA00)
Añadi esta novela a los favoritos para poder leerla seriamente algun dia que tuviese tiempo, y ahora que porfin la empece no puedo parar, y me encanta pensar que aun me quedan unos cuantos capitulos, aunque tendre que relajarme para no leerloa muy rapido y luego tener que esperar jerjer os adoro nenas, no la abandoneis porfavor. Un besote; @loignoritas :')
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