viernes, 13 de abril de 2012

Capítulo 4



-Esta Bien -dijo Alex e inspiró profundamente.

-Será mejor que esperes a oír a qué estás accediendo.

-Danny -lo interrumpió Harry con el ceño fruncido.

Un buen trozo de músculo dorado quedó a la vista cuando Danny levantó una mano.

-Debe oírlo todo.

Dirigiéndose a ella otra vez, Danny la tomó por las mejillas y la forzó a mirarle a los ojos.

-Luego quiero llevarte a la cama y observar cómo Harry hunde su miembro profundamente en ti mientras jadeas y gritas y te corres. Mientras él está en ello, yo me ocuparé de tu dulce culito, y te follaremos a la vez. Juntos. Con fuerza. Durante toda la noche. Hasta que estés agotada, saciada, exhausta.

El calor y la alarma la atravesaron a un mismo tiempo. La idea le atraía de una manera prohibida. Jamás había imaginado de verdad cómo sería estar con dos hombres. Pero ahora lo hacía. No dudaba que estos dos la harían gozar. Pero ella quería conservar su virginidad... no importaba cuánto le costara. Y además, había algo en las palabras de Danny que la irritaba. Sonaba como si sólo quisiera... utilizarla. Como si ella fuera una mujer cualquiera que hubiera conocido en la barra de un bar y la hubiera llevado a casa para un polvo rápido.

-Luego volveremos a poseerte -continuó Danny con voz ronca-. Dormiremos una hora y volveremos a tomarte otra vez, tan dura y profundamente que no podrás andar ni sentarte durante una semana. ¿Qué te parece, gatita? ¿Entiendes ahora de qué va todo esto?

La mirada en su cara era la de un auténtico depredador. La deseaba. Para follar. Nada más. No le importaba si con ello la ayudaba o no.

Alex tragó saliva, intentando pensar a pesar del deseo, la cólera y la confusión. «Separa los hechos de las emociones», era lo que su padre le había enseñado. Tal y como ella lo veía en ese momento, Danny parecía un gilipollas, lo que probaba que quizá las primeras impresiones eran las correctas.

-Acudí a ti para pedirte un favor, y actúas como si estuvieras ante un rollo fácil de usar y tirar.

Danny se encogió de hombros.

-Un favor... vaya. Pues eso es lo que estoy haciendo. Si puedes seguir el ritmo que Harry y yo te marquemos durante una noche, sin duda estarás preparada para todo lo que quiera ese niño bonito. ¿Te apuntas o no?

-En primer lugar, tengo intención de conservar mi virginidad para Dougie. Ya te lo dije.

-Genial. Supongo que tu culo y tu boca acabarán escocidos, pero puedo vivir sin tu coño. ¿Y tú, Harry?

Alex dirigió la mirada al chico blanco y alto seductor. Él se tomó su tiempo antes de responder.

-Yo no tomaría nada que Alex no quisiera dar.

-¿Ves? -Danny le dirigió una tensa sonrisa-. Así que ya está todo resuelto. Súbete a la
mesa.

Ella le observó cerrar los dedos sobre el botón superior de los jeans y, con un
movimiento rápido de la muñeca, lo abrió, revelando durante un instante la piel morena de aquel tenso abdomen.

Los nervios de Alex se crisparon. Sandeces. Actuaban como un par de lobos
hambrientos. ¿Acaso esperaba él que ella se subiera a la mesa y se convirtiera en la merienda? ¿Acaso pensaba que iba a abrirse de piernas, hacerle una mamada y...?

Ella no había ido allí buscando un final feliz. Pero había pensado que al menos le explicaría cómo funcionaba esa clase de sexo. Y si había que hacer una demostración, deberían ir despacio, haciéndola sentir segura. Ese placer era algo que ella daría y recibiría. No algo tosco y rudo pensado para ahuyentarla.

Alex comprendía lo que había querido decir Danny con que las palabras no eran
suficientes. Pero ahora su cuerpo se había enfriado -más con cada palabra que él decía-, y la lógica ocupaba su lugar. -En segundo lugar -continuó ella-, no me gusta tu actitud. Actúas como si yo fuera sólo una más. Como si con tal de tener un agujero húmedo en el que meterte, fueras feliz. Danny se quedó pensativo, como si estuviera considerando la idea.

-Eso es bastante preciso. Tú aprendes. Nosotros disfrutamos. Todos salimos ganando.
Súbete a la mesa.

¿De verdad creía que la iba a mangonear?

Alex observó cómo Danny se bajaba la cremallera. Harry se quitó la camisa por encima de la cabeza y la tiró al suelo, exponiendo un pecho cubierto de vello oscuro y montones de músculos de piel aceitunada.
El latir frenético del corazón de Alex y su salvaje y agitada respiración indicaban algo más profundo. «Miedo». Eso era lo que sentía ahora. Cruel e implacable. No importaba lo que le hubiera enseñado su padre, no podía ignorarlo. No podía continuar adelante para enfrentarse a eso. Si los dejaba, caerían sobre ella y utilizarían cada parte de su cuerpo hasta que quedara exhausta, luego la enviarían a casa sin volver la vista atrás. La arrollarían y esperarían que ella siguiera el ritmo. Serían rápidos y violentos. La atacarían, la golpearían, la follarían. Quizá a Harry le importara su poca experiencia, pero no lo conocía tan bien como para asegurarlo. Danny había
dejado bien claro que sólo la veía como sexo fácil, y nada más. «¡Bastardo!»

Recogió su ropa del mostrador, se puso los pantalones y se abrochó la blusa sobre los
pechos. Se aferró a la ropa interior como si le fuera la vida en ello.

-Vine a pedirte un favor.

Maldita sea, odiaba que le temblara la voz.

-Y tenemos dos duras pollas preparadas para concedértelo -le aseguró Danny-. Un
favor con favor se paga. Súbete a la mesa.

-No. Acudí a ti porque pensé...-Alex negó con la cabeza-. Siempre te comportaste
como un bastardo cuando trabajabas para mi padre, siempre te mostraste distante. Pero jamás me habías parecido un mercenario despiadado. Ahora veo que estaba equivocada.

Harry dio un paso hacia ella.

-Alex.

-¡Quieto! -ella retrocedió-. Danny me acaba de tratar como si fuera una fulana sin valor.
Y tú lo has permitido.

-Te has ofrecido como si lo fueras -intervino Danny -. ¿Qué esperabas?

-¡Vete al infierno! -les dio la espalda y se metió el sujetador y el tanga en el bolsillo.

-Ya estoy allí, gatita. Estoy tan duro que el resto de mi cuerpo se ha quedado sin sangre. ¿Seguro que no quieres quedarte y echarme una mano?

«¡Qué caradura!»

-Ya que hablas de manos, tú tienes un par con cinco dedos en cada una. Puedes
arreglártelas muy bien solo.

Alex enfiló hacia la puerta. El portazo resonó en la tranquila tarde en Londres hasta que ella puso el coche en marcha y se alejó a toda velocidad.

******

-¿La has encontrado? -preguntó Harry con la voz teñida de preocupación. Maldita fuera la perfecta señal del móvil, Danny podría haber fingido no haberlo oído.

-Sí.

Danny había encontrado a Alex, por supuesto. Y al igual que cuando ella tenía diecisiete años, le había puesto un nudo en el estómago que ni el propio Houdini podría deshacer.

-Vas a pedirle perdón por asustarla y a asegurarte de que no se mete en líos -le recordó Harry.

Danny no quería hacerlo. Pero como Harry había apuntado racionalmente, asustar a Alex era sólo una solución temporal a un problema que no iba a desaparecer sólo porque él quisiera.

Alex era demasiado tenaz para darse por vencida. No iba a rendirse en su obsección por buscar a alguien que la ayudara a conseguir a Dougie Poynter, alguien que, en el mejor de los casos, podría incomodarla por no saber qué diablos hacer y que en el peor, se aprovecharía de ella y le haría daño. El coronel mataría a Danny si le ocurría algo a su hija sólo porque él se había hecho un nudo en la polla. El padre de Alex era de temer. Un auténtico hijo de puta. Justo lo que él iba a ser.

No creía que el hombre perdonase a Danny y a Harry cuando introdujesen a su niñita en los placeres del sexo anal. Pero quería pensar que el coronel preferiría eso a que Alex eligiera a un desconocido en la barra de un bar para hacer... prefería no pensar en lo que ella podía acabar haciendo con otros dos hombres. Se aferró a la endeble mesa de madera que tenía delante y no se soltó hasta que la oyó crujir. Pero no era su antiguo jefe lo que lo motivaba. Era la propia Alex. Desde siempre, había tenido vividas fantasías con ella, se había masturbado pensando en ella. Pero la realidad era todavía más impactante, había sido como comparar una suave brisa con un huracán de fuerza
cinco.

Alex era dulce e inocente. Era como miel en su boca. Absolutamente perfecta. Su piel cálida y suave, tan radiante como un día de verano... Dios, sólo había que oírlo. Era jodidamente patético. Estaba describiendo a la chica como si fuera un poeta o algo por el estilo. Mierda. Sin embargo, había algo que no podía ignorar. Alex era una tentación tan fuerte que, por mucho que odiara admitirlo, podía llegar a hacerle perder el autocontrol. Debería alejarse de ella en cuanto pudiera, antes de que lo succionara por completo como una boa constrictor. Antes de que lo destruyera. Pero si Alex iba a entregarse a aquella búsqueda de conocimientos sexuales, él no iba a permitir que otro hombre fuera su mentor.

Maldiciendo entre dientes, Danny se subió el cuello de la cazadora y tragó saliva. Siguió
mirando fijamente. En ese momento, Alex estaba en la pista de baile del bar de David Gandy, Saturn V, cimbreando sus dulces caderas al ritmo de Party Girl de McFly. Sus muslos quedaban al descubierto por una falda tan corta que debería ser considerada indecente, además de enseñar una tira de la pálida piel del estómago.

Bailaba entre David y su hermano, James Gandy. El club estaba lleno de humo y de gente, pero aun así, Danny no podía malinterpretar la lujuria que asomaba en la cara de ambos hermanos.

-¿Me estás oyendo? -gritó Harry.

Danny agarró el teléfono con fuerza.

-Anoche fastidiaste las cosas a base de bien, Danny. Te toca hacer de Sir Galahad y salvar la situación. Y también tendrás que pedir disculpas.

-¡Déjame en paz!

Harry suspiró.

-Dile que la ayudaremos. Y díselo con suavidad. Nada de mencionar que usaremos su
trasero tan a fondo que no podrá sentarse en una semana.

Danny hizo una mueca. La había tratado mal, esperando disuadirla de esa idea tan tonta y temeraria. Harry lo sabía, pero admitirlo ante él en voz alta sólo le daría más munición. Y ya tenía la razón de su parte...

-No me presiones.

-Tú eres el único que presiona. El que ahuyentó a Alex cuando ella no había hecho más que pedir un favor. Y un favor que ambos nos morimos por satisfacer.

-Mierda, sí, admito que la presioné. Es virgen.

-No es Heather.

Eso había sido un golpe bajo. Danny apretó el teléfono y maldijo el rumbo que había tomado aquella conversación sin él proponérselo.

-Ella no tiene nada que ver con esto. Lo que pasa es que Alex no es mi tipo.

Harry se rió de él.

-¿De veras? ¿Y quién es tu tipo?

Danny hizo una pausa; apenas podía recordar el nombre de otra mujer desde que había
vuelto a ver a Alex.

-Kate Hudson.

-¿La rubia que posee el club de striptease? ¿La de los pechos gigantes?

-No es una fulana -protestó Danny, sabiendo por anteriores discusiones que era eso lo
que estaba pensando Harry.

-Quizá, pero lo cierto es que no deseas a Kate. Y que ella no te desea a ti.

-Porque te desea a ti.

Motivo por el cual Danny se había enfadado con Kate la última vez que la había visto hacía unos meses.

-Pues yo no estoy interesado. Además, dices que la deseas sólo porque piensas que ella es segura.

-La deseo porque me pone caliente y he oído que hace unas mamadas de muerte.

Harry bufó.

-¿Y por qué entonces mientras te masturbabas anoche gemías el nombre de Alex? Te oí a través de la pared.

Danny sintió que se ruborizaba.

-Pues cómprate unos jodidos tapones para los oídos. Sí, Alex me puso caliente, ¿y qué? Es virgen. Y ya te digo que eso no es precisamente muy alentador.

-Ya estuve con una virgen antes y fue una bonita experiencia aunque opines lo contrario.

Heather fue...



-Ni se te ocurra mencionarla.

-¡No! Tú espantaste a Alex con aquellas palabras desagradables, y fue por Heather. Danny, no fuiste el responsable de...

-Todos saben que lo fui. Tengo que vivir con ello cada jodido segundo de mi vida. Déjalo estar..... -gruñó.

-Creo que estás equivocado -suspiró Harry-. Pero dejaré el tema si me prometes que
hablarás con Alex, que te disculparás. Dile que la ayudaremos.

Danny se tomó otro largo sorbo de cerveza y miró fijamente cómo James Gandy agarraba
las caderas de Alex y le apretaba el trasero contra su miembro. Al parecer aquel bastardo buscaba que alguien le rompiera la nariz. Danny estaría encantado de hacerlo si no quitaba sus sucias manos de ella. Sintió que empezaba a hervirle la sangre, y la furia, que ya asomaba a sus ojos, amenazaba con nublarle la mente. (Eso se llaman celos)


-Alex parece estar ya muy ocupada -le gruñó Danny al teléfono.

-Pero acudió antes a ti.

Sí, así había sido. Condenado Harry y su lógica. Y Alex, suponía, representaba ese espectáculo sólo para él, dada la manera en que lanzaba miradas de reojo en su dirección.

-Deja a un lado tu mal humor -dijo Harry-, y haz lo correcto.

-Sabes que si la llevo a casa voy a terminar por follármela. Los dos lo haremos -
suspiró-. Lo sabes.

Danny quería hundirse en el cuerpo de Alex. No. Ni hablar. No sólo en su culo, aunque eso también le gustaría. No sólo en su boca, aunque estaba seguro que una mamada de la provocativa boca de Alex sería increíble. La deseaba por completo, y no creía que permanecer alejado de su sexo fuera una opción.

-Respetaremos cualquier cosa que desee. Si cambia de idea, genial. Si no, lo superaremos. Ve y discúlpate.

De alguna manera, su hermano tenía razón. Eran verdades como puños. Pero correría un riesgo si prometía instruir a Alex en el sexo. Si ella volvía a casa con él, Danny querría hundirse en su sexo. Lo reduciría al mismo estado de siempre y le arrebataría el control. Aquello le aterraba. ¿Y si el pasado volvía a repetirse? No era Heather, cierto, pero se le parecía mucho. Y a pesar de eso, él no podía mantenerse alejado. Negándose a darle más vueltas al asunto, Danny se llevó la cerveza a los labios y se la bebió de un trago. Luego depositó la botella sobre la mesa.

-Vale, ya voy.

-Tráela a casa.

A casa. Como si ella fuera suya. Como si fuera una gatita perdida a la que pudieran
reclamar. Harry seguro que lo veía de esa manera. Su hermano ya estaba oyendo campanadas de boda y bebés llorones, ya se imaginaba una casita con una valla blanca donde ellos dos y la chica de sus sueños vivirían felices por siempre jamás. Danny soltó un bufido.

 Bueno, había llegado el momento. Corrió la silla hacia atrás, se puso en pie y miró cómo Alex se marcaba una rumba pornográfica con los hermanos Gandy. Con el ceño fruncido y ganas de bronca, atravesó la estancia.

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He aquí el 4to capítulo. Si se juntan más de 10 likes actualizamos inmediatemente.
No se olviden de dejar también sus comentarios. ;)
Los quieren Mrs. Poynter y Mrs. Jones :) 


3 comentarios:

  1. Me encanto, Danny si fue un idiota por haber tratado asi a Alex. Y bueno pues tiene que arreglar ese error y cotrolarse con ella. Siganle por favor. Twitter: @feeriveraa

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  2. susiñuñfaljksn ¡Ya quiero el siguiente capítulo! ¡Síganla, síganla!

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  3. Oh dios, amo esta novela, quiero mas capítulos!
    Excelente narración.

    esas ganas de violarlo a Jones! dkjfmnsdfjknsdfksjfnsjkn <3

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