Por
lo general, a Alex Dawson no le importaba pedir favores. Si su padre hubiera
estado en la ciudad, no le hubiera molestado pedirle que se pasara por la
tintorería. Ni darle la lata a alguno de sus primos para que le comprara
la leche.
Pero
hoy no le pediría ayuda a su familia. Lo que necesitaba no era algo que se
considerase normal.
Respiró
hondo. Podía hacerlo. No, tenía que hacerlo si quería hacer realidad la fantasía
que llevaba siete años rondándole la cabeza.
Salió
del coche bajo aquella húmeda tarde y estudió la casa de ladrillo rojo. El exterior,
con arbustos de diversos tamaños y formas y un césped recién cortado, parecía
cuidado. Era un edificio elegante con aquella fachada de piedra con inmaculadas ventanas blancas. No se oía ni un solo ruido que
perturbara en esta casa en el exterior Londres, el lugar parecía muy tranquilo.
Nadie
podría adivinar jamás qué depravaciones ocurrían en esa casa. De hecho, Alex había
ido allí para descubrirlas personalmente. Para
averiguar si podía soportarlas.
Cerrando
los dedos temblorosos en torno a la correa del bolso, se armó de valor y se
acercó a la pesada puerta de roble. Pensó lo hermoso que era el paisaje marino
de la vidriera de colores y llamó.
Contra
toda lógica, esperó que Danny no estuviera en casa.
¡Uf!
¿Cuánto tiempo hacía que no lo veía? ¿Cinco años? Quizá más. Ojalá pudiera pasar
otros cinco años o más sin tener contacto con él. De hecho, imaginar su cara
era todo lo que hacía falta para hacerle rechinar los dientes y pensar en
asestarle un par de puñetazos. Cuando
Alex tenía diecisiete años, él había despertado en ella una curiosidad que la
atemorizaba, pero que al mismo tiempo no había podido ignorar. La única vez que
había intentado hacer algo al respecto, iniciando una sencilla
conversación, él la había rechazado sin ningún miramiento. Durante mucho
tiempo lo había odiado por ello.
Ahora, en vez de evitarle, iba a tener que
pedirle el favor de su vida.
Y
haría cualquier cosa para que no se lo negara.
Apartándose
un rizo castaño rojizo de la cara, Alex se obligó a no comprobar una vez más el
brillo de labios. El rímel no se le había corrido; lo había comprobado unos
minutos antes. Los jeans, aunque cómodos, habían sido una mala elección. Los
compensaba con una provocativa blusa blanca de encaje que se le
ceñía a los pechos y con el escote bajo y redondeado para llamar la atención.
Había completado su atuendo con unas sandalias blancas de tacón alto que sabía que gustaban a los hombres, pero
que, maldita sea, le hacían polvo los pies.
No
tenía sentido seguir postergando aquello un minuto más.
Tragando
saliva, Alex volvió a llamar.
-Ya
voy -anunció una amortiguada voz masculina.
¿Danny?
Había pasado demasiado tiempo y Alex había borrado de su memoria todo lo que concernía a
aquel hombre. Pero jamás había olvidado del todo aquella voz profunda y ronca.
Sintió
mariposas en el estómago cuando oyó ruido de pasos aproximándose a la puerta.
Había ensayado mil veces lo que iba a decir. Danny pecaba del mismo
comportamiento militar de su padre y sus primos, y no le gustaba la gente que
se andaba con rodeos o sutilezas. Así que sólo esperaba soltar el discurso sin
fastidiarla.
De
repente, un hombre abrió la puerta.
No
era Danny. Era un hombre con el pelo negro alborotado. Tenía unos conmovedores ojos
azules y una mandíbula firme. Una camiseta ceñida de color gris y vaqueros descoloridos
cubrían un cuerpo alto y atlético. Aquel hombre podría trabajar de modelo y
ganar una fortuna. Su cara le resultaba familiar, quizá lo conocía.
-¿Puedo
ayudarte en algo? Sería un placer para mí. -La divertida sonrisa del hombre le
indicó que era consciente de que lo había recorrido de pies a cabeza y que no
le importaba lo más mínimo. De hecho, él había hecho lo mismo. Alex se rió. Era
obvio que la sutileza no era lo suyo.
-Lo
siento. Creo que me he confundido de casa. Estoy buscando a Danny. Supongo que
me confundí de calle...
-No.
Has llegado al sitio correcto. Mi primo Danny regresará pronto.
-¿Danny
es primo tuyo? -La posibilidad casi la dejó boquiabierta.
En
términos físicos, los dos hombres eran -literalmente- como la noche y el día.
El que estaba ante ella era ardiente y sexy, oscuro y lujurioso como la noche. Danny
tenía la piel blanca llena de pecas y el pelo castaño rojizo, era duro y arduo
como el día, la única semajanza eran sus ojos azules. Él se encogió de hombros.
-Somos
primos segundos, ya sé que no es para andar diciéndolo. Pero como él paga su
parte vivimos juntos. Yo soy...
-Harry Judd. ¡Oh, Santo Dios! Te he reconocido por las fotos.
Tengo varios de tus libros de cocina.
-Me
siento halagado.
Ella
le dirigió una gran sonrisa.
-¡Oh,
vaya! Me encantan tus recetas. Aunque soy un auténtico desastre en la cocina.
La
cordial risa masculina de Harry resonó con un eco cálido en su vientre. Le cayó
bien de inmediato. Parecía buena gente. Sencillo a pesar de su
éxito.
-¿Cómo
te llamas, cariño?
-
Alex Dawson -Le tendió la mano-. ¿De verdad eres primo de Danny?
-Eso
parece. -Harry le tomó la mano acariciándola más que estrechándola-. No puedo
dejarte aquí fuera en el porche. ¿Quieres entrar a esperarlo? Me encantaría
disfrutar de tu compañía mientras termino de hacer la cena.
Aquel
hombre rezumaba encanto inglés. Alex se sintió encandilada por él.
-Gracias.
¿Crees que llegará pronto?
-Sí.
Llamó hace un rato para decirme que estaba en camino. -Harry se apartó a un lado
para que pasara.
Alex
entró en la casa, llena de curiosidad. En ella reinaba el clasicismo de
influencia italiana, pero un aire rústico y moderno a la vez. Los suelos
de madera oscura contrastaban con las paredes blancas. Había sillones de cuero
y mesas de hierro forjado, y un televisor de plasma de cincuenta pulgadas. Era
lujosa y de buen gusto, pero aun así muy masculina.
-Calculo
que llegará en diez minutos más o menos. -Harry le dirigió una picara sonrisa-.
El tiempo justo para ofrecerte un té helado de frambuesa y unos bollos de
melocotón recién hechos, además de sonsacarte cómo ha conseguido ese imbécil
que una belleza como tú venga a visitarlo.
A Alex
se le esfumó la sonrisa de golpe. Su misión. Un par de magnéticos ojos hermosos
y algunas palabras amables y ya se había olvidado de la razón por la que había
ido allí.
Una
parte de Alex apenas podía creer que se hubiera atrevido a ir. Era una locura.
Una estupidez. Y, sin embargo, era fundamental para su futuro. Pero no iba a
dejar que Harry le sonsacara la verdad, no importaba lo deliciosos que
resultaran sus bollos. Aunque lo más probable era que Danny se lo contara a Harry
en cuanto la pusiera de patitas en la calle.
-Sólo
estaba bromeando. No hay necesidad de que te pongas tan seria. No tienes que
contarme nada -le aseguró con aquella voz ronca e íntima. La expresión picara de
sus ojos había sido reemplazada por una mirada oscura y adusta.
-Lo
siento. – Alex intentó sonreír-. Es que estoy un poco...
-
¿Nerviosa? -le sugirió él, conduciéndola a una brillante cocina.
-Es
una casa preciosa, en especial la cocina -suspiró ella, feliz por poder cambiar
de
tema.
tema.
Los
elegantes muebles de cerezo y acero inoxidable hablaban de buen gusto europeo y
de cocinas de alta tecnología. Con una creativa mezcla entre lo antiguo y lo
moderno, la cocina con seis fogones, las encimeras de granito y el horno doble,
era el sueño de cualquier chef. Harry parecía encajar allí perfectamente.
-Gracias.
Por si te lo preguntas, Danny no tuvo nada que ver en la decoración -dijo,
guiñándole el ojo.
¿Decoración?
¿Danny? La idea la hizo reír. Danny colgaba las armas en el perchero y tenía
las cajas de los cartuchos esparcidas por el suelo. Para él, los prismáticos de
infrarrojos eran el tema preferido a la hora de tomar café. Un buen televisor,
un sofá viejo y una cámara de seguridad, y no necesitaba nada más para
entretenerse
-Te
creo. ¿Lo has decorado tú todo?
-Con
un poco de ayuda de un amigo mío que es decorador.
-Te
ha quedado muy bonita.
Él le
respondió con una sonrisa.
-Me
alegro de que te guste. ¿Un té de frambuesa?
Harry
le puso la mano en la cintura y la guió hacia una silla de hierro forjado con un
lujoso cojín de color musgo. La leve caricia le gustó. Alex no tenía duda alguna
de que muchas mujeres considerarían muy atractivo al chef. Lo era. Pero tenía
algo que la tranquilizaba. Él cocinaba y decoraba, y además la hacía sentir a
gusto. Quizá era gay Lo observó con
detenimiento y reconsideró ese último pensamiento. «No, por supuesto que no lo
es».
Simplemente era una persona educada y de trato fácil. Todo lo contrario a
su primo.
Danny siempre la sacaba de quicio incluso antes de decirle «hola».
-Así
que conoces a Danny -preguntó Tom, dándole un vaso alto.
-Se
podría decir que sí. -Le dirigió una tensa sonrisa-. Mi padre y él se dedican a
lo mismo. De hecho, él solía trabajar para mi padre. – Alex tomó un sorbo de té
y no pudo
contener un suspiro-. ¡Esto está de muerte!
Harry
frunció el ceño y luego cayó en la cuenta de quién era ella.
-Ah,
¿eres la hija del coronel Dawson?
Alex asintió
con la cabeza.
-¿Danny
te ha hablado de mí?
-Nunca
ha mencionado tu nombre. En realidad sólo me ha hablado de tu padre. Tendré
que patearle el trasero por ese descuido.
Eres preciosa. -Se sentó en la silla a su lado y
sonrió, derrochando encanto-.
Me voy a sentir muy infeliz si ya te ha echado el ojo.
Un
rubor acalorado subió por el cuello de Alex hasta sus mejillas. « ¿Se había sonrojado?»
Ella jamás se sonrojaba. ¡Jamás! Pero Harry y sus halagos eran demasiado para
una chica acostumbrada a tratar sólo con militares.
-Apuesto
lo que sea a que tienes montones de mujeres rendidas a tus pies.
Un
amago de sonrisa aleteó en esa boca exuberante, pero no contestó.
-¿Danny
sabía que ibas a venir?
-No.
Y no me ha echado el ojo. Créeme, hace años que no le veo. Creo que todavía
estaba en el instituto la última vez que lo vi.
La
sorpresa se reflejó en los rasgos blancos y sensuales de Harry.
-Y
ahora llegas aquí como caída del cielo, decidida a hablar con un hombre por el
que, si no me equivoco, no sientes un especial cariño. ¿Es así?
Alex palideció.
Aquel hombre era realmente perspicaz.
-Yo...,
necesito hablar con Danny. Es urgente.
Danny
estaba junto a la puerta de la cocina, apretando los dientes con fuerza. Mierda,
reconocería esa dulce voz en cualquier sitio. Aguda, rítmica, con un leve toque
de picardía. «Alex Dawson». La chica que le ponía duro como un martillo
neumático. Siempre había sido así. Durante todos y cada uno de los días que
había trabajado para el coronel. Era oír su voz y toda la sangre de su cuerpo
descendía directamente a su miembro. Una mirada de esos dulces ojos color
avellana y ya estaba listo para la acción.
Danny
hizo una mueca mientras se recolocaba la bragueta. Maldita sea, todavía tenía
ese poder sobre él. Al menos ya no tenía diecisiete años y tentaba a un hombre
que era lo suficientemente mayor para saber cuándo no debía jugar con fuego.
Hacía
cinco años que había dejado de trabajar para su padre, antes de hacer algo
estúpido. Algo de lo que, estaba seguro, se hubiera arrepentido más tarde,
igual que lo habría hecho ella.
Pero,
¿por qué demonios estaba allí? «Mierda, sólo hay una manera de averiguarlo...»
Alex contuvo
el aliento cuando él entró en la cocina. Danny se detuvo ante la isleta para
ocultar la dura evidencia de su excitación. Al ver la sonrisa de diversión de
su primo, supo que a él no le había engañado.
Pero
fue a Alex a quien prestó toda su
atención. Había madurado. Sus labios eran ahora más provocativos, las pecas se
habían desvanecido. Apenas llevaba maquillaje. El aire de inocencia permanecía
intacto, y lo invitaba a corromperlo.
Danny
apostaría todas sus medallas a que todavía era virgen.
«Estás
loco». Alex debía de tener ya veintidós años, veintitrés como mucho. Pero en lo
más profundo de su ser sabía que no se equivocaba. ¡Maldita sea! Tenía que
deshacerse de ella. Y con rapidez. Un deseo incontrolable y una chica virgen
eran una combinación peligrosa.
-Alex.
-La voz de Danny sonó ronca por el deseo. Reprimió las ganas de hacer una mueca.
-Danny.
Su
nombre pareció flotar desde aquellos labios rosados y tentadores. El ronco sonido
lo puso más duro todavía. Entonces ella se mordisqueó el labio inferior y él sólo
pudo pensar en deslizar su miembro entre esos labios, en penetrar profundamente
la sedosa humedad de su boca mientras ella lo miraba con aquellos ojos
inocentes.
Si no
dejaba de pensar en esas cosas, iba a tener que ir al baño para masturbarse antes
de poder mantener una conversación coherente y deshacerse de ella.
-Hola
-dijo ella para romper el embarazoso silencio.
-Ha
pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos.
Alex
asintió con la cabeza. Fue un gesto automático que denotaba nerviosismo. No había
oído más que unas pocas frases de la conversación de Harry con Alex. Las
suficientes para saber que su primo pensaba que le había echado el ojo a
aquella belleza. Y que Alex tenía una razón importante para estar allí.
Como
sólo tenían un conocido en común, pensó que debía de tratarse del coronel.
-¿Le
ha pasado algo a tu padre?
-E-está
bien. Gracias. - Alex forzó una sonrisa-. Últimamente ha recibido amenazas de
alguno de los psicópatas que envió a la cárcel y que ya ha sido puesto en
libertad, pero eso no es nada nuevo.
«No,
no en esa clase de trabajo».
-No,
no lo es.
Por
fin, su erección disminuyó lo suficiente para cruzar la estancia y sentarse
ante la mesa de estilo italiano. Su primo todavía esbozaba una sonrisa
socarrona, y Danny le dirigió una mirada de advertencia.
-No
he podido evitar oír cómo le decías a Harry que tenías algo importante que
decirme. ¿No será sobre el coronel?
-No.
Es sobre... -Las pestañas de Alex sombrearon sus mejillas cuando bajó la vista
y se volvió a morder el labio. Maldita sea, los gestos inocentes y seductores
de Alex lo ponían a cien.
Ella
levantó la vista de nuevo, y Danny vio que lo miraba con determinación. Interesante.
-Es
algo personal.
« ¿Personal?».
Danny no podía imaginarse a qué se refería. ¿Había acudido a él para contarle
algo personal? Se había esforzado en ser un borde con ella mientras trabajaba
para su padre. No le había resultado demasiado difícil cuando se había sentido
agarrotado todos los días por la frustración sexual. Transcurrió una pausa
silenciosa.
Harry
se levantó y se acercó a Alex.
-Chicos,
los dejaré unos minutos a solas. Hay más té de frambuesa. No permitas que el
ogro te asuste. -Le cogió la mano y se la besó-. Y no se te ocurra marcharte
sin despedirte.
Danny
observó el intercambio y se dio cuenta de que estaba rechinando los dientes.
«Bastardo». Alex poseía todo lo que su primo deseaba en una mujer: dulzura,
virginidad e inocencia. El que ella tuviera el pelo rojizo era sólo un
incentivo más.
«Pero
ya podía irse olvidando de esa mujer». Si Alex estaba vedada para él, también
lo estaba para Harry. El suave golpe de una puerta al cerrarse en el pasillo le
indicó a Danny que su primo se había encerrado en su despacho. Volvió a
centrarse en Alex.
-Bien,
adelante. Te escucho.
-He
venido a pedirte un favor. Me doy cuenta de que esto es un poco extraño,
pero... - se interrumpió con un tembloroso suspiro, luego alzó la barbilla y
pareció controlar los nervios. Un momento después, lo miró directamente a la
cara-. ¿Podrías enseñarme todo sobre el sexo, tal y como a ti te gusta?
Por
lo general, la expresión de Danny jamás reflejaba sus pensamientos. Debido a su
trabajo, poseer una expresión insondable era algo indispensable. Aquella era la
primera vez que Alex lo veía quedarse con la boca abierta. No lo hubiera
sorprendido más si le hubiera pedido que excavara el Gran Cañón con sus propias
manos.
-¿¡Qué!?
-Quiero
que me enseñes cómo son las relaciones sexuales que te gustan.
¿Las
relaciones sexuales que le gustaban a él? ¿Podría haber algo más extraño en
este jodido planeta?
Ahí
pasaba algo. Algo muy raro. A la virginal Alex no podía gustarle lo mismo que a
él. Ni siquiera debería saber que existía.
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He aquí el primer capítulo....
Esperamos y la disfruten tanto como nosotras. Comenten y denle like.
Con amor Mrs. Poynter y Mrs. Jones. <3
Esperamos y la disfruten tanto como nosotras. Comenten y denle like.
Con amor Mrs. Poynter y Mrs. Jones. <3
No se como decir esto pero... me gusto xD
ResponderEliminarNo se que comentar pues mis traumas son bastante grandes pero el morbo y la curiosidad me han traído aquí (?)
ResponderEliminar:O dios que novela hahah avisame cuando este el siguiente cap (: @angie_crystynne ese es mi twitter n_n
ResponderEliminarjajajaj, me gusto mucho aunque me quede un toque traumada con la necesidad sexual de danny :| ladfjhlklñsdksakldlksdkl
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