martes, 17 de abril de 2012

Capítulo 7



La cena fue suculenta y duró demasiado tiempo. Harry sabía cocinar, de eso no cabía duda. Dominaba con maestría un arte que Alex admiraba, ya que ella apenas sabía hervir agua. No era hábil en casi ninguna de las llamadas «artes femeninas». Era el resultado de haber crecido entre hombres que se pasaban la vida en misiones altamente secretas y que se mostraban paranoicos con la seguridad.

Con sinceridad, Alex estaba bastante sorprendida de que la blusa de encaje y la falda que se había puesto no le provocaran urticaria, ya que lo cierto era que sabía más de armas de fuego que de alta costura. Más sobre las artes marciales que sobre el maquillaje. Por ese motivo, intentar mantener un romance en el pasado había sido ridículo. Sólo esperaba que cuando Danny y Harry la instruyeran -no que salieran con ella-, ese tipo de cosas no le importaran igual que no le importaban a Dougie.

-¿Te ha gustado la cena? -preguntó Harry.

¿Qué si le había gustado? Se había quedado completamente sorprendida por la maestría culinaria de Harry. Se había ganado con creces el reconocimiento internacional que tenía. Pero después de casi dos horas de deliciosa comida, cháchara y de que todos se dedicaran a evitar por tácito acuerdo lo que vendría a continuación y lo que eso acarrearía, Alex tenía los nervios más afilados que cualquiera de los selectos cuchillos de cocina de Harry. No podía contener la anticipación ni controlar la testosterona que bullía en la estancia, o el espeso deseo que se deslizaba entre sus piernas.

Basándose en los monosílabos con los que Danny había contestado durante la última hora, suponía que él estaba más que listo para ponerse manos a la obra. O era eso, o que seguía sin estar feliz de tenerla allí. Alex apartó a un lado el incómodo pensamiento.

-La cena ha sido maravillosa. Gracias por una comida tan buena, Harry. Todo ha sido espectacular.

-¿Más vino? -Las palabras eran una pregunta educada, pero sus ojos tenían un brillo travieso, como si hubiera hecho la pregunta sólo para jugar con ella.

-No, gracias. Dos copas es mi límite o me quedaré dormida.

-¿Una copita de Jerez?

Un asomo de sonrisa curvó la boca plena, pecaminosa y roja de Harry. Era un hombre atractivo, sensual, juguetón, de trato fácil, cultivado y curioso. Era sorprendente que aún no lo hubiera cazado alguna mujer. Pero en ese momento, Alex quería estrangularlo por prolongar su agonía.

-No quiero nada más.

Harry se puso en pie y dejó su plato en el mostrador de donde cogió un postre de chocolate.

-¿Y postre? Puedo hacer café si queréis. Lo tengo con canela, vainilla francesa...

-Te lo agradezco mucho, pero lo que me gustaría es que nos fuéramos a la cama de una vez.

Harry se detuvo en medio de la cocina, con los platos en la mano. Danny contuvo el aliento. Ninguno de los dos se movió. «Oh, no». ¿Acaso había mal interpretado las vibraciones? Habían parecido interesados. Durante la cena, Danny sólo había dicho lo justo, y la había mirado con esos ojos ardientes hasta que ella casi se había quedado sin apetito. Harry no había hecho más que coquetear, tocándole las manos, rozándole la rodilla con la suya, alimentándola con su tenedor.

Alex lo miró a través de la cocina. Harry se había puesto duro, la bragueta de los pantalones parecía a punto de reventar. A su izquierda, una silla arañó el suelo, rompiendo el silencio sepulcral. Danny se había puesto en pie y Alex descubrió que estaba en el mismo estado que su hermano... listo para la acción. Así que no había malinterpretado nada ¿verdad? O quizá no... quizá el deseo de Danny no tenía nada que ver con sus palabras. Quizá Harry tenía sus dudas. Maldición, no lo sabía. La inexperiencia no era de mucha ayuda ahora.

-Lamento haberlos incomodado -se disculpó-, no estoy acostumbrada a pensar antes de hablar. Mi familia nunca lo hace, así que yo...

-Vamos. -Danny le agarró de la mano y le tiró del brazo, casi arrastrándola en su prisa por abandonar la cocina.

-¿A la cama?

-¡Pues claro!

Danny la deseaba. La excitación la atravesó, haciéndole hervir la sangre. Por fin. Había llegado el momento. Iba a descubrir de qué iba todo eso de los hombres y el sexo, algo que iba más allá del placer de la masturbación. Y lo iba a hacer de la mano de los dos hombres más guapos que había conocido nunca. Con el deseo burbujeando en su cuerpo, pensó que en ese momento no le molestaba lo más mínimo la idea de ser compartida. Aprendería todo al respecto para que cuando Dougie regresara a Londres, al cabo de unas semanas, supiera todo lo que hacía falta saber y cómo ofrecérselo. A él no le importaría hacer más profundo ese vínculo especial porque ella ya no sería demasiado inocente para adaptarse a su estilo de vida.

Harry intentó parecer molesto.

-Me he pasado mucho tiempo haciendo este postre.

Alex le dirigió una mirada provocativa por encima del hombro.

-Será un buen tentempié para medianoche.

-Lo será si me dejas comérmelo de tus pechos -murmuró Harry, acercándose a ella.
Alex soltó una risita juguetona.

-Sólo si me prometes que lamerás hasta la última miga.

Harry murmuró algo entre dientes y la siguió, pero ella no pudo oírlo pues Danny ya la arrastraba por el pasillo hacia la enorme cama de Harry. En menos de treinta segundos, ella estaba acostada, con el enorme cuerpo de Danny cubriendo el suyo y con las rodillas masculinas separando las de ella. La boca de Danny cayó sobre la de ella antes de que la cama dejara de moverse.

Él se apoderó de sus labios y la besó profundamente, azuzándola, inflamándola. Alex le rodeó el cuello con los brazos y se perdió en su sabor picante y en sus caricias. La demanda masculina estaba llena de desesperación; Alex la degustó. La impaciente lujuria de Danny fluía con cada cálido roce de su lengua contra la de ella, con la tensión de los duros hombros masculinos bajo sus dedos.

Danny le separó las piernas un poco más y apretó su miembro directamente contra ella. Oh, era tan bueno. No, mucho más que bueno. Era salvajemente excitante. Él encajaba tan bien, como si hubiera nacido para acunarse entre sus muslos. Y cuando embistió contra ella, rozando su clítoris, ella dejó escapar un gemido dentro de su boca, aturdida de que él pudiera llevarla a tal excitación sexual en tan sólo unos segundos. Danny se tragó su respuesta y empujó contra ella una vez más.

A la derecha, la cama se hundió de nuevo. El calor la inundó, acercándose cada vez más, hasta que otro duro cuerpo masculino se acomodó a su lado. Harry. Sin camisa, como descubrió cuando extendió la mano para tocarlo. Los dedos de Alex encontraron una piel tan suave como el ante sobre músculos acerados y afilados. Luego acarició su pelo oscuro sobre los hombros anchos.

Harry le plantó una serie de besos suaves en la mejilla y luego bajó por su cuello mientras metía una mano entre ella y Danny, hasta que encontró el duro punto de su pezón a través de la blusa y lo acarició. Alex sintió un dulce hormigueo en ese lugar. Y que se humedecía entre las piernas. «¡Oh, vaya!».Danny apartó la boca de la de ella y bajó los labios a lo largo del cuello para saborearle la piel y mordisquearle la clavícula.

Un tembloroso suspiro salió de sus labios y abrió los ojos para ver a Harry y su ardiente mirada observándola, invitándola a pecar. Alex enterró los dedos en su pelo suelto. Harry parecía un caballeroso pirata -apenas domado, sensual, excitante- dispuesto a tomar cualquier cosa que quisiera. Alex contuvo el aliento cuando él se acercó un poco más.
Luego Danny la distrajo desabrochándole los botones de la blusa de encaje y abriéndole la delicada prenda, luego subió el sujetador y la expuso ante su hambrienta mirada.

Le cubrió un pecho con la enorme mano. Alex jadeó ante el electrizante contacto. Danny no le dio tiempo a que se acostumbrara. Levantó el seno, y lo sopesó, luego le pasó el pulgar por la tensa cima. Alex se estremeció. Apenas tuvo tiempo de sobreponerse a la caricia de Danny antes de que la boca de Harry cayera sobre la de ella. Como un maestro, jugó con ella. Lo hizo con suavidad, con un leve roce de labios, un lametazo en el labio inferior, un suspiro erótico cuando apretó su boca contra la de ella, prometiéndole profundizar más el beso, pero sin hacerlo.

Gimiendo con desasosiego, levantó la boca hacia la de Harry que, simplemente, sonrió, luego le mordisqueó el labio inferior de manera juguetona y tierna mientras la llenaba de anticipación y deseo. Todavía en sus pechos, Danny era cualquier cosa menos suave, dejando claro que no tenía intención de ser ignorado. Le succionó el pezón con dureza, llevando el deseo directamente a ese punto dolorido que se puso duro contra la lengua masculina. Luego lo mordisqueó con la suficiente fuerza para que doliera y enviara una bola de fuego desde su pecho a su vientre para estrellarse justo entre sus piernas. Alex gimió y se arqueó contra él.

-Es preciosa, Danny. -Murmuró Harry contra la boca de ella-. Mejor que cualquier fantasía.

Alex se sintió arder ante el halago, pero se descubrió conteniendo el aliento en espera de la respuesta de Danny. ¿Opinaría él lo mismo? No es que importara mucho. Su objetivo era aprender a complacer a Dougie. Era la única razón por la que estaba allí, aunque fue difícil recordarlo cuando Danny alzó la boca y la llevó al otro pecho, creando otra bola de fuego y necesidad que la hizo jadear y humedecerse.

-¿Verdad, Danny? -insistió Harry.

«¿Lo soy?». ¿Por qué la opinión de Danny tenía tanta importancia, maldita sea? Quizá porque pensar que el hombre que le iba enseñar los misterios del sexo no la encontraba atractiva le resultaba insoportable. Quería que él la viera hermosa. Tenía que ser eso.

-Sí -dijo él, gimiendo sobre su pecho, golpeándole el húmedo pezón con el aliento, enfriándolo y endureciéndolo a la vez-. Como un sueño húmedo.

Sus palabras vibraron en lo más profundo de Alex, directamente entre sus pliegues hinchados. Dios, lo deseaba. Palpitaba por él...Luego sintió las manos de Danny bajo la falda, levantándosela, subiéndosela, deslizando la suave tela sobre su piel. Las sensaciones no la excitaron tanto como saber que las ásperas palmas de Danny seguirían el mismo camino; por sus pantorrillas, las rodillas, los muslos, por las caderas.

El roce de las manos callosas de Danny sobre su sensible piel la excitó todavía más. La bola de fuego se multiplicó y se centró entre sus piernas, justo bajo su clítoris. Harry abrió el broche delantero del sujetador y le chupó uno de los pezones mientras Danny se arrancaba la camisa, se sentaba en cuclillas y la miraba fijamente.

-Esto tiene que desaparecer. -Se refería al tanga de color beige que Alex se había comprado esa misma mañana para llevar puesto algo erótico.

Antes de que pudiera quitárselo, Danny agarró uno de los lados. Con una mirada ardiente en una cara cuyos rasgos gritaban que estaba arrebatado por el deseo, enrolló la tela en su puño y tiró. Una boqueada de sorpresa y un rasgón más tarde, Alex estaba prácticamente desnuda.

Harry lo convirtió en un hecho quitándole la blusa y el sujetador y luego deslizándole la falda por las caderas hasta el suelo. Danny siseó con fuerza cuando bajó la vista hacia ella, y centró su mirada descarada entre sus piernas, en los cortos rizos rojizos. Una mirada a la derecha le indicó que Harry miraba en la misma dirección que su hermano, deslizando la mirada por sus curvas y depresiones, desde los pechos, bajando por la cintura y el vientre, hasta más abajo.

Harry parecía dispuesto a saborear cada instante. Danny... esos ojos ardientes le dijeron a Alex que él estaba preparado para darse un festín. Ahora. Alex contuvo el aliento. El corazón le latía a toda velocidad, palpitando por todo su cuerpo y haciendo latir su clítoris dolorosamente.

-¿Danny? -preguntó Harry con suavidad.

Esa pausa en Danny debía ser inusual. Alex podía ver la confusión de Harry bajo la lujuria. No tuvo tiempo de pensar ni de fruncir el ceño antes de que la voz ronca de Danny vibrara dentro de su cuerpo, incrementando el deseo un poco más.

-Maldición, está mojada.

-Bien -murmuró Harry -. ¿Por qué no compruebas lo mojada que está?

«¡Sí, por favor!». Si Alex no hubiera sabido ya que chorreaba de deseo, Danny se lo hubiera probado deslizándole los pulgares sobre los hinchados labios sexuales y abriéndoselos, introduciendo las puntas de los dedos por la resbaladiza piel.

Su toque era eléctrico como si estuviera forzando a que sus pliegues hinchados se abrieran ante sus miradas hambrientas. Sabiendo que los dos la observaban y que pretendían que su deseo se incrementara, Alex casi dejó de respirar. Uno de los pulgares de Danny se deslizó más cerca de su húmeda abertura, y Alex sintió el agudo vacío.

Ansió que él llenara su sexo con la rígida longitud de su miembro... «No. Aquello era peligroso. Y equivocado». Pero con cada roce, el cuerpo de Alex fue cediendo a las demandas de Danny hasta que perdió el control y levantó las caderas en una súplica silenciosa.

-No hagas eso -le advirtió él-. No me tientes a penetrarte.

A pesar de su estado febril, los pensamientos le dieron vueltas en la cabeza. ¿Estaba él molesto porque ella quisiera experimentar más de lo que él podía darle? ¿O porque su mítico autocontrol pendía de un hilo?

Ese último pensamiento era estimulante. Que la inexperta Alex, una chica cuyas coletas y clases de kárate él solía ridiculizar, pudiera excitarlo de esa manera era alentador. Una mirada a Harry probaba que él tampoco estaba en su mejor momento.

Con los ojos entrecerrados, Alex les dirigió a ambos hombres una mirada somnolienta, luego buscó con la mirada el pene de Danny que deformaba la tela de los pantalones. Duro, grueso...y cada vez más grande, igual que ella lo veía a él. Alex les dirigió una sonrisa provocativa, y, antes de recapacitar, volvió a levantar las caderas hacia Danny.

Él gruñó y buscó su cremallera.

-Estás implorando que te dé lo que no quieres que te dé. Detente ya.

-Haz que se corra de una vez -murmuró Harry, la voz de la cordura-. Está excitada y no sabe lo que pide.

Alex frunció el ceño. Claro que sabía lo que quería... ¡alivio! Danny la deseaba, sólo había que mirar la potente erección. Pero él decía que no, igual que había dicho que no al coito convencional durante sus conversaciones. ¿Por qué? Alex sabía que a él le gustaban las mujeres. «Dougie». No podía olvidarse de Dougie. Necesitaba experimentar con el sexo, pero debía de seguir siendo virgen para él, como había dicho que sería.

Danny le había jurado que no se acostaría con una virgen, que no quería reclamar a nadie. Ahora lo recordaba, pero de alguna manera, la postura de Danny la irritaba. Danny cerró los puños. Tragó saliva. El esfuerzo de resistirse a ella le estaba costando todas sus fuerzas.

-De acuerdo -dijo por fin con un tono ronco que la hizo licuarse aún más-. Voy a hacer que te corras.

-Ya lo hablamos antes -le confesó Harry a ella, acercándose más para darle un beso en la boca y luego en el pecho-. Durante esta noche, disfrutarás con nosotros. Te acostumbrarás a las sensaciones de dos hombres dándote placer a la vez. Cuando estés preparada te enseñaremos cómo complacernos a nosotros. Sin prisas ni presiones, ¿vale?

Alex asintió con la cabeza, apenas capaz de pensar en algo que no fuera Danny y su promesa. Iba a hacer que se corriera. Alex no dudaba de que lo hiciera. En treinta segundos...o menos. ¿Desaparecería de esa manera el doloroso vacío que sentía en su interior?

Levantando la cabeza para mirar a Danny, observó las mejillas ardientes de él, el rudo subir y bajar de su pecho musculoso, los tendones y venas tensos como cuerdas en los gruesos antebrazos. Atractivo, poderoso y muy masculino. Una nueva oleada de deseo latió en su vientre, en su sexo. «No. Piensa en Dougie». Cualquier placer que le diera Danny debía ser únicamente por motivos educativos. Y tendría que ser suficiente. No podía pensar en su enorme, palpitante y más que preparado pene en su interior.

-Tócame, por favor -las palabras salieron de sus labios, suaves e implorantes.

-Lo haré. Voy a aprender todas las maneras de hacer que te corras y luego conseguiré que me implores que me detenga.

«Oh, Dios». ¿A qué se refería? Alex esperaba que cumpliera cada una de esas palabras. Se tragó un nudo de lujuria.

-Por favor.

Incapaz de detenerse, alzó las caderas una vez más. Danny no rechazó la invitación para tocarla. Deslizó un grueso dedo en las húmedas profundidades, mientras le rozaba el clítoris con el pulgar.

Chispas eléctricas se convirtieron en magia sobre su piel, haciéndole arder la sangre de pura necesidad. Alex gimió. Cuando él repitió el proceso, y Harry se inclinó sobre su boca para besarla con exigencia sensual, sus gemidos se convirtieron en quejidos.

Harry se tragó los sonidos y le cubrió un pecho con una mano, jugueteando con el pezón, pellizcándolo suavemente, retorciéndoselo. Excitándolo. Enviando más oleadas de lujuria hacia su sexo, donde se unieron al placer que su cuerpo obtenía de cada roce del pulgar de Danny sobre su clítoris.

Con las piernas tensas, arqueó la espalda, sintiendo que el climax se acercaba. Y la había estado tocando ¿cuánto? ¿Menos de dos minutos? Alex se ahogaba, volaba, latía de dolor y...no quería que fuera de otra manera.

Danny introdujo un segundo dedo en la vagina, luchando por deslizar ambos dedos en su interior. El placer se convirtió en una dolorosa sensación cuando él la penetró profundamente con los dedos. Al fin, su carne los absorbió y aceptó. Él maldijo entre dientes.

-Está caliente y me está quemando vivo.

Harry asintió con la cabeza, respirando contra el cuello de Alex mientras le mordisqueaba el lóbulo de la oreja.

-Dime cómo la sientes.

El hedonista Harry era quien alentaba a Danny, quien intentaba llevarla hasta el orgasmo con palabras provocativas, coqueteando peligrosamente con el escaso autocontrol de Danny.

-Alex está condenadamente apretada y caliente. Su sexo me atrapa. Me aferra, palpita. ¡Maldición!

-Penétrala con los dedos.

Danny contuvo el aliento y comenzó a meter y a sacar los dedos del apretado pasaje.

-No puedo parar. Es demasiado bueno para parar.

-Córrete para nosotros -murmuró Harry en el oído de Alex, rozándole los sensibles pezones con los pulgares.

Alex se sentía hinchada en todas partes. Ensartada profundamente. Le dolía la carne interior de la vagina. Estaba húmeda de sudor, mojada de deseo. Le palpitaba el corazón y la sangre corría a toda velocidad por sus venas. Toda ella se estremecía. Y Danny seguía moviendo el pulgar de manera incesante, rozándole despiadadamente el clítoris, deslizando los dedos dentro y fuera, tocando un sensible lugar dentro de su sexo que ella desconocía.

Harry murmuró contra su boca.
-Eres tan hermosa. No puedo esperar a ver cómo gritas de placer.

Luego, con sus insistentes dedos, él le pellizcó el dolorido pezón. Fue demasiado. Demasiado para resistirse. Contenerse no era una opción. El fuego ardió. La sangre rugió. Alex jadeó, gimió, gritó... antes de que el placer que sentía entre las piernas sufriera un incremento de energía que explotó como una supernova, enviándola a un mundo de éxtasis que ella jamás había imaginado que existiera.

-¡Sí! -Los dedos de Danny permanecían dentro de ella, y Alex podía sentir sus propias contracciones en torno a ellos, apretándolos y soltándolos mientras la seguía acariciando-. Si. Otra vez -le exigió él-. Córrete otra vez.

Ella gimió.

-No creo que pueda.

Harry se rió, con un sonido ronco que hablaba de una promesa sensual.
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Las quieren Mrs. Poynter y Mrs. Jones <3 

7 comentarios:

  1. Me queres matar, no? Lo que espere por este cap y lo que que espero por el siguiere! Jajaja
    Esta historia es demasiado buena para ser verdad. Lo que estuve esperando por algo asi escrito en español...
    ME ENCANTA

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  2. No, Clem, solo pretendemos hacer que se emocionen, tendrán más calor y el corazón les latirá más fuerte xD

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  3. Me encanta!!! Que calooooooor!!! Suban prontoooo!!! <3

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  4. Por favor seguila seguila... Las cosas se ponen caliente cada vez mas :O

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  5. dios, dios, dios, esto se pone cada vez más bueno!

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  6. Me va a dar un ataquee! Dios, es perfecta esta novela. Ya quiero el próximo capítulo. Como quisiera ser Alex! JAJAJAJAJAJ Excelente (:

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  7. Queremos el capítulo 8! AMO LA NOVELA.

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