La
cena fue suculenta y duró demasiado tiempo. Harry sabía cocinar, de eso no
cabía duda. Dominaba con maestría un arte que Alex admiraba, ya que ella apenas
sabía hervir agua. No era hábil en casi ninguna de las llamadas «artes
femeninas». Era el resultado de haber crecido entre hombres que se pasaban la vida
en misiones altamente secretas y que se mostraban paranoicos con la seguridad.
Con
sinceridad, Alex estaba bastante sorprendida de que la blusa de encaje y la
falda que se había puesto no le provocaran urticaria, ya que lo cierto era que
sabía más de armas de fuego que de alta costura. Más sobre las artes marciales
que sobre el maquillaje. Por ese motivo, intentar mantener un romance en el
pasado había sido ridículo. Sólo esperaba que cuando Danny y Harry la
instruyeran -no que salieran con ella-, ese tipo de cosas no le importaran
igual que no le importaban a Dougie.
-¿Te
ha gustado la cena? -preguntó Harry.
¿Qué
si le había gustado? Se había quedado completamente sorprendida por la maestría
culinaria de Harry. Se había ganado con creces el reconocimiento internacional
que tenía. Pero después de casi dos horas de deliciosa comida, cháchara y de
que todos se dedicaran a evitar por tácito acuerdo lo que vendría a
continuación y lo que eso acarrearía, Alex tenía los nervios más afilados que
cualquiera de los selectos cuchillos de cocina de Harry. No podía contener la
anticipación ni controlar la testosterona que bullía en la estancia, o el
espeso deseo que se deslizaba entre sus piernas.
Basándose
en los monosílabos con los que Danny había contestado durante la última hora,
suponía que él estaba más que listo para ponerse manos a la obra. O era eso, o
que seguía sin estar feliz de tenerla allí. Alex apartó a un lado el incómodo
pensamiento.
-La
cena ha sido maravillosa. Gracias por una comida tan buena, Harry. Todo ha sido
espectacular.
-¿Más
vino? -Las palabras eran una pregunta educada, pero sus ojos tenían un brillo
travieso, como si hubiera hecho la pregunta sólo para jugar con ella.
-No,
gracias. Dos copas es mi límite o me quedaré dormida.
-¿Una
copita de Jerez?
Un
asomo de sonrisa curvó la boca plena, pecaminosa y roja de Harry. Era un hombre
atractivo, sensual, juguetón, de trato fácil, cultivado y curioso. Era
sorprendente que aún no lo hubiera cazado alguna mujer. Pero en ese momento,
Alex quería estrangularlo por prolongar su agonía.
-No
quiero nada más.
Harry
se puso en pie y dejó su plato en el mostrador de donde cogió un postre de
chocolate.
-¿Y
postre? Puedo hacer café si queréis. Lo tengo con canela, vainilla francesa...
-Te
lo agradezco mucho, pero lo que me gustaría es que nos fuéramos a la cama de
una vez.
Harry
se detuvo en medio de la cocina, con los platos en la mano. Danny contuvo el
aliento. Ninguno de los dos se movió. «Oh, no». ¿Acaso había mal interpretado
las vibraciones? Habían parecido interesados. Durante la cena, Danny sólo había
dicho lo justo, y la había mirado con esos ojos ardientes hasta que ella casi
se había quedado sin apetito. Harry no había hecho más que coquetear, tocándole
las manos, rozándole la rodilla con la suya, alimentándola con su tenedor.
Alex
lo miró a través de la cocina. Harry se había puesto duro, la bragueta de los
pantalones parecía a punto de reventar. A su izquierda, una silla arañó el
suelo, rompiendo el silencio sepulcral. Danny se había puesto en pie y Alex
descubrió que estaba en el mismo estado que su hermano... listo para la acción.
Así que no había malinterpretado nada ¿verdad? O quizá no... quizá el deseo de
Danny no tenía nada que ver con sus palabras. Quizá Harry tenía sus dudas.
Maldición, no lo sabía. La inexperiencia no era de mucha ayuda ahora.
-Lamento
haberlos incomodado -se disculpó-, no estoy acostumbrada a pensar antes de
hablar. Mi familia nunca lo hace, así que yo...
-Vamos.
-Danny le agarró de la mano y le tiró del brazo, casi arrastrándola en su prisa
por abandonar la cocina.
-¿A
la cama?
-¡Pues
claro!
Danny
la deseaba. La excitación la atravesó, haciéndole hervir la sangre. Por fin.
Había llegado el momento. Iba a descubrir de qué iba todo eso de los hombres y el
sexo, algo que iba más allá del placer de la masturbación. Y lo iba a hacer de
la mano de los dos hombres más guapos que había conocido nunca. Con el deseo
burbujeando en su cuerpo, pensó que en ese momento no le molestaba lo más
mínimo la idea de ser compartida. Aprendería todo al respecto para que cuando
Dougie regresara a Londres, al cabo de unas semanas, supiera todo lo que hacía
falta saber y cómo ofrecérselo. A él no le importaría hacer más profundo ese
vínculo especial porque ella ya no sería demasiado inocente para adaptarse a su
estilo de vida.
Harry
intentó parecer molesto.
-Me
he pasado mucho tiempo haciendo este postre.
Alex
le dirigió una mirada provocativa por encima del hombro.
-Será
un buen tentempié para medianoche.
-Lo
será si me dejas comérmelo de tus pechos -murmuró Harry, acercándose a ella.
Alex
soltó una risita juguetona.
-Sólo
si me prometes que lamerás hasta la última miga.
Harry
murmuró algo entre dientes y la siguió, pero ella no pudo oírlo pues Danny ya
la arrastraba por el pasillo hacia la enorme cama de Harry. En menos de treinta
segundos, ella estaba acostada, con el enorme cuerpo de Danny cubriendo el suyo
y con las rodillas masculinas separando las de ella. La boca de Danny cayó
sobre la de ella antes de que la cama dejara de moverse.
Él
se apoderó de sus labios y la besó profundamente, azuzándola, inflamándola.
Alex le rodeó el cuello con los brazos y se perdió en su sabor picante y en sus
caricias. La demanda masculina estaba llena de desesperación; Alex la degustó.
La impaciente lujuria de Danny fluía con cada cálido roce de su lengua contra
la de ella, con la tensión de los duros hombros masculinos bajo sus dedos.
Danny
le separó las piernas un poco más y apretó su miembro directamente contra ella.
Oh, era tan bueno. No, mucho más que bueno. Era salvajemente excitante. Él
encajaba tan bien, como si hubiera nacido para acunarse entre sus muslos. Y
cuando embistió contra ella, rozando su clítoris, ella dejó escapar un gemido
dentro de su boca, aturdida de que él pudiera llevarla a tal excitación sexual
en tan sólo unos segundos. Danny se tragó su respuesta y empujó contra ella una
vez más.
A
la derecha, la cama se hundió de nuevo. El calor la inundó, acercándose cada
vez más, hasta que otro duro cuerpo masculino se acomodó a su lado. Harry. Sin
camisa, como descubrió cuando extendió la mano para tocarlo. Los dedos de Alex
encontraron una piel tan suave como el ante sobre músculos acerados y afilados.
Luego acarició su pelo oscuro sobre los hombros anchos.
Harry
le plantó una serie de besos suaves en la mejilla y luego bajó por su cuello
mientras metía una mano entre ella y Danny, hasta que encontró el duro punto de
su pezón a través de la blusa y lo acarició. Alex sintió un dulce hormigueo en
ese lugar. Y que se humedecía entre las piernas. «¡Oh, vaya!».Danny apartó la
boca de la de ella y bajó los labios a lo largo del cuello para saborearle la
piel y mordisquearle la clavícula.
Un
tembloroso suspiro salió de sus labios y abrió los ojos para ver a Harry y su
ardiente mirada observándola, invitándola a pecar. Alex enterró los dedos en su
pelo suelto. Harry parecía un caballeroso pirata -apenas domado, sensual,
excitante- dispuesto a tomar cualquier cosa que quisiera. Alex contuvo el
aliento cuando él se acercó un poco más.
Luego
Danny la distrajo desabrochándole los botones de la blusa de encaje y
abriéndole la delicada prenda, luego subió el sujetador y la expuso ante su
hambrienta mirada.
Le
cubrió un pecho con la enorme mano. Alex jadeó ante el electrizante contacto.
Danny no le dio tiempo a que se acostumbrara. Levantó el seno, y lo sopesó,
luego le pasó el pulgar por la tensa cima. Alex se estremeció. Apenas tuvo
tiempo de sobreponerse a la caricia de Danny antes de que la boca de Harry cayera
sobre la de ella. Como un maestro, jugó con ella. Lo hizo con suavidad, con un
leve roce de labios, un lametazo en el labio inferior, un suspiro erótico
cuando apretó su boca contra la de ella, prometiéndole profundizar más el beso,
pero sin hacerlo.
Gimiendo
con desasosiego, levantó la boca hacia la de Harry que, simplemente, sonrió,
luego le mordisqueó el labio inferior de manera juguetona y tierna mientras la
llenaba de anticipación y deseo. Todavía en sus pechos, Danny era cualquier
cosa menos suave, dejando claro que no tenía intención de ser ignorado. Le
succionó el pezón con dureza, llevando el deseo directamente a ese punto
dolorido que se puso duro contra la lengua masculina. Luego lo mordisqueó con
la suficiente fuerza para que doliera y enviara una bola de fuego desde su
pecho a su vientre para estrellarse justo entre sus piernas. Alex gimió y se
arqueó contra él.
-Es
preciosa, Danny. -Murmuró Harry contra la boca de ella-. Mejor que cualquier
fantasía.
Alex
se sintió arder ante el halago, pero se descubrió conteniendo el aliento en
espera de la respuesta de Danny. ¿Opinaría él lo mismo? No es que importara
mucho. Su objetivo era aprender a complacer a Dougie. Era la única razón por la
que estaba allí, aunque fue difícil recordarlo cuando Danny alzó la boca y la
llevó al otro pecho, creando otra bola de fuego y necesidad que la hizo jadear
y humedecerse.
-¿Verdad,
Danny? -insistió Harry.
«¿Lo
soy?». ¿Por qué la opinión de Danny tenía tanta importancia, maldita sea? Quizá
porque pensar que el hombre que le iba enseñar los misterios del sexo no la
encontraba atractiva le resultaba insoportable. Quería que él la viera hermosa.
Tenía que ser eso.
-Sí
-dijo él, gimiendo sobre su pecho, golpeándole el húmedo pezón con el aliento,
enfriándolo y endureciéndolo a la vez-. Como un sueño húmedo.
Sus
palabras vibraron en lo más profundo de Alex, directamente entre sus pliegues
hinchados. Dios, lo deseaba. Palpitaba por él...Luego sintió las manos de Danny
bajo la falda, levantándosela, subiéndosela, deslizando la suave tela sobre su
piel. Las sensaciones no la excitaron tanto como saber que las ásperas palmas
de Danny seguirían el mismo camino; por sus pantorrillas, las rodillas, los
muslos, por las caderas.
El
roce de las manos callosas de Danny sobre su sensible piel la excitó todavía
más. La bola de fuego se multiplicó y se centró entre sus piernas, justo bajo
su clítoris. Harry abrió el broche delantero del sujetador y le chupó uno de
los pezones mientras Danny se arrancaba la camisa, se sentaba en cuclillas y la
miraba fijamente.
-Esto
tiene que desaparecer. -Se refería al tanga de color beige que Alex se había
comprado esa misma mañana para llevar puesto algo erótico.
Antes
de que pudiera quitárselo, Danny agarró uno de los lados. Con una mirada
ardiente en una cara cuyos rasgos gritaban que estaba arrebatado por el deseo,
enrolló la tela en su puño y tiró. Una boqueada de sorpresa y un rasgón más
tarde, Alex estaba prácticamente desnuda.
Harry
lo convirtió en un hecho quitándole la blusa y el sujetador y luego
deslizándole la falda por las caderas hasta el suelo. Danny siseó con fuerza
cuando bajó la vista hacia ella, y centró su mirada descarada entre sus
piernas, en los cortos rizos rojizos. Una mirada a la derecha le indicó que
Harry miraba en la misma dirección que su hermano, deslizando la mirada por sus
curvas y depresiones, desde los pechos, bajando por la cintura y el vientre,
hasta más abajo.
Harry
parecía dispuesto a saborear cada instante. Danny... esos ojos ardientes le
dijeron a Alex que él estaba preparado para darse un festín. Ahora. Alex
contuvo el aliento. El corazón le latía a toda velocidad, palpitando por todo
su cuerpo y haciendo latir su clítoris dolorosamente.
-¿Danny?
-preguntó Harry con suavidad.
Esa
pausa en Danny debía ser inusual. Alex podía ver la confusión de Harry bajo la
lujuria. No tuvo tiempo de pensar ni de fruncir el ceño antes de que la voz
ronca de Danny vibrara dentro de su cuerpo, incrementando el deseo un poco más.
-Maldición,
está mojada.
-Bien
-murmuró Harry -. ¿Por qué no compruebas lo mojada que está?
«¡Sí,
por favor!». Si Alex no hubiera sabido ya que chorreaba de deseo, Danny se lo
hubiera probado deslizándole los pulgares sobre los hinchados labios sexuales y
abriéndoselos, introduciendo las puntas de los dedos por la resbaladiza piel.
Su
toque era eléctrico como si estuviera forzando a que sus pliegues hinchados se
abrieran ante sus miradas hambrientas. Sabiendo que los dos la observaban y que
pretendían que su deseo se incrementara, Alex casi dejó de respirar. Uno de los
pulgares de Danny se deslizó más cerca de su húmeda abertura, y Alex sintió el
agudo vacío.
Ansió
que él llenara su sexo con la rígida longitud de su miembro... «No. Aquello era
peligroso. Y equivocado». Pero con cada roce, el cuerpo de Alex fue cediendo a
las demandas de Danny hasta que perdió el control y levantó las caderas en una
súplica silenciosa.
-No
hagas eso -le advirtió él-. No me tientes a penetrarte.
A
pesar de su estado febril, los pensamientos le dieron vueltas en la cabeza.
¿Estaba él molesto porque ella quisiera experimentar más de lo que él podía
darle? ¿O porque su mítico autocontrol pendía de un hilo?
Ese
último pensamiento era estimulante. Que la inexperta Alex, una chica cuyas
coletas y clases de kárate él solía ridiculizar, pudiera excitarlo de esa
manera era alentador. Una mirada a Harry probaba que él tampoco estaba en su
mejor momento.
Con
los ojos entrecerrados, Alex les dirigió a ambos hombres una mirada
somnolienta, luego buscó con la mirada el pene de Danny que deformaba la tela
de los pantalones. Duro, grueso...y cada vez más grande, igual que ella lo veía
a él. Alex les dirigió una sonrisa provocativa, y, antes de recapacitar, volvió
a levantar las caderas hacia Danny.
Él
gruñó y buscó su cremallera.
-Estás
implorando que te dé lo que no quieres que te dé. Detente ya.
-Haz
que se corra de una vez -murmuró Harry, la voz de la cordura-. Está excitada y
no sabe lo que pide.
Alex
frunció el ceño. Claro que sabía lo que quería... ¡alivio! Danny la deseaba,
sólo había que mirar la potente erección. Pero él decía que no, igual que había
dicho que no al coito convencional durante sus conversaciones. ¿Por qué? Alex
sabía que a él le gustaban las mujeres. «Dougie». No podía olvidarse de Dougie.
Necesitaba experimentar con el sexo, pero debía de seguir siendo virgen para
él, como había dicho que sería.
Danny
le había jurado que no se acostaría con una virgen, que no quería reclamar a
nadie. Ahora lo recordaba, pero de alguna manera, la postura de Danny la
irritaba. Danny cerró los puños. Tragó saliva. El esfuerzo de resistirse a ella
le estaba costando todas sus fuerzas.
-De
acuerdo -dijo por fin con un tono ronco que la hizo licuarse aún más-. Voy a
hacer que te corras.
-Ya
lo hablamos antes -le confesó Harry a ella, acercándose más para darle un beso
en la boca y luego en el pecho-. Durante esta noche, disfrutarás con nosotros.
Te acostumbrarás a las sensaciones de dos hombres dándote placer a la vez.
Cuando estés preparada te enseñaremos cómo complacernos a nosotros. Sin prisas
ni presiones, ¿vale?
Alex
asintió con la cabeza, apenas capaz de pensar en algo que no fuera Danny y su
promesa. Iba a hacer que se corriera. Alex no dudaba de que lo hiciera. En
treinta segundos...o menos. ¿Desaparecería de esa manera el doloroso vacío que
sentía en su interior?
Levantando
la cabeza para mirar a Danny, observó las mejillas ardientes de él, el rudo
subir y bajar de su pecho musculoso, los tendones y venas tensos como cuerdas
en los gruesos antebrazos. Atractivo, poderoso y muy masculino. Una nueva
oleada de deseo latió en su vientre, en su sexo. «No. Piensa en Dougie».
Cualquier placer que le diera Danny debía ser únicamente por motivos
educativos. Y tendría que ser suficiente. No podía pensar en su enorme, palpitante
y más que preparado pene en su interior.
-Tócame,
por favor -las palabras salieron de sus labios, suaves e implorantes.
-Lo
haré. Voy a aprender todas las maneras de hacer que te corras y luego
conseguiré que me implores que me detenga.
«Oh,
Dios». ¿A qué se refería? Alex esperaba que cumpliera cada una de esas
palabras. Se tragó un nudo de lujuria.
-Por
favor.
Incapaz
de detenerse, alzó las caderas una vez más. Danny no rechazó la invitación para
tocarla. Deslizó un grueso dedo en las húmedas profundidades, mientras le
rozaba el clítoris con el pulgar.
Chispas
eléctricas se convirtieron en magia sobre su piel, haciéndole arder la sangre
de pura necesidad. Alex gimió. Cuando él repitió el proceso, y Harry se inclinó
sobre su boca para besarla con exigencia sensual, sus gemidos se convirtieron
en quejidos.
Harry
se tragó los sonidos y le cubrió un pecho con una mano, jugueteando con el
pezón, pellizcándolo suavemente, retorciéndoselo. Excitándolo. Enviando más
oleadas de lujuria hacia su sexo, donde se unieron al placer que su cuerpo
obtenía de cada roce del pulgar de Danny sobre su clítoris.
Con
las piernas tensas, arqueó la espalda, sintiendo que el climax se acercaba. Y
la había estado tocando ¿cuánto? ¿Menos de dos minutos? Alex se ahogaba,
volaba, latía de dolor y...no quería que fuera de otra manera.
Danny
introdujo un segundo dedo en la vagina, luchando por deslizar ambos dedos en su
interior. El placer se convirtió en una dolorosa sensación cuando él la penetró
profundamente con los dedos. Al fin, su carne los absorbió y aceptó. Él maldijo
entre dientes.
-Está
caliente y me está quemando vivo.
Harry
asintió con la cabeza, respirando contra el cuello de Alex mientras le
mordisqueaba el lóbulo de la oreja.
-Dime
cómo la sientes.
El
hedonista Harry era quien alentaba a Danny, quien intentaba llevarla hasta el
orgasmo con palabras provocativas, coqueteando peligrosamente con el escaso
autocontrol de Danny.
-Alex
está condenadamente apretada y caliente. Su sexo me atrapa. Me aferra, palpita.
¡Maldición!
-Penétrala
con los dedos.
Danny
contuvo el aliento y comenzó a meter y a sacar los dedos del apretado pasaje.
-No
puedo parar. Es demasiado bueno para parar.
-Córrete
para nosotros -murmuró Harry en el oído de Alex, rozándole los sensibles
pezones con los pulgares.
Alex
se sentía hinchada en todas partes. Ensartada profundamente. Le dolía la carne
interior de la vagina. Estaba húmeda de sudor, mojada de deseo. Le palpitaba el
corazón y la sangre corría a toda velocidad por sus venas. Toda ella se
estremecía. Y Danny seguía moviendo el pulgar de manera incesante, rozándole
despiadadamente el clítoris, deslizando los dedos dentro y fuera, tocando un
sensible lugar dentro de su sexo que ella desconocía.
Harry
murmuró contra su boca.
-Eres
tan hermosa. No puedo esperar a ver cómo gritas de placer.
Luego,
con sus insistentes dedos, él le pellizcó el dolorido pezón. Fue demasiado.
Demasiado para resistirse. Contenerse no era una opción. El fuego ardió. La
sangre rugió. Alex jadeó, gimió, gritó... antes de que el placer que sentía
entre las piernas sufriera un incremento de energía que explotó como una
supernova, enviándola a un mundo de éxtasis que ella jamás había imaginado que
existiera.
-¡Sí!
-Los dedos de Danny permanecían dentro de ella, y Alex podía sentir sus propias
contracciones en torno a ellos, apretándolos y soltándolos mientras la seguía
acariciando-. Si. Otra vez -le exigió él-. Córrete otra vez.
Ella
gimió.
-No
creo que pueda.
Harry
se rió, con un sonido ronco que hablaba de una promesa sensual.
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Las quieren Mrs. Poynter y Mrs. Jones <3
Me queres matar, no? Lo que espere por este cap y lo que que espero por el siguiere! Jajaja
ResponderEliminarEsta historia es demasiado buena para ser verdad. Lo que estuve esperando por algo asi escrito en español...
ME ENCANTA
No, Clem, solo pretendemos hacer que se emocionen, tendrán más calor y el corazón les latirá más fuerte xD
ResponderEliminarMe encanta!!! Que calooooooor!!! Suban prontoooo!!! <3
ResponderEliminarPor favor seguila seguila... Las cosas se ponen caliente cada vez mas :O
ResponderEliminardios, dios, dios, esto se pone cada vez más bueno!
ResponderEliminarMe va a dar un ataquee! Dios, es perfecta esta novela. Ya quiero el próximo capítulo. Como quisiera ser Alex! JAJAJAJAJAJ Excelente (:
ResponderEliminarQueremos el capítulo 8! AMO LA NOVELA.
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