martes, 10 de abril de 2012

Capítulo 2




Aunque quizá estuviera interpretándola mal. Lo más probable era que no tuviera ni la más remota idea de qué le estaba pidiendo. Con aquel tranquilizador pensamiento, dejó traslucir la irritación que sentía y negó con la cabeza.

-¿Por qué coño ibas a querer saber algo así?

Alex  no se inmutó ante su lenguaje. Danny debía reconocerle eso y más... como haber tenido las agallas suficientes para ir allí. Al criarse con el coronel y dos hermanos mayores, era probable que hubiera oído todas las palabras malsonantes del mundo, y algunas más de su propia cosecha. Pero se preguntó de dónde habría sacado el valor para preguntarle si quería... ¿qué? ¿ser su tutor sexual? Bufó para sí mismo al pensar en todas las cosas que le gustaría enseñarle.

-Creo que ha llegado el momento de ampliar mis horizontes -le explicó ella con despreocupación, de una manera que parecía haber sido ensayada-. Y a pesar de tu actitud brusca, eres un hombre honrado. Nunca me harías daño...

-¿Hasta cuando voy a tener que seguir oyendo este discursito antes de decirte que no?

-Aún no he terminado.

-Ni siquiera deberías haber empezado.

-Necesito saber. Tengo que saber cómo complacer a un hombre con esas inclinaciones. Esas inclinaciones. Como si fuera algo fácil. Como si pudiera explicárselo con un simple esquema. Contuvo una amarga risa.

-A ver si nos entendemos, ¿quieres aprender a follar conmigo, pero no tienes ni idea de qué va la cosa?

Alex se envaró.

-Claro que lo sé. A ti te van los ménages, te gusta compartir a las mujeres.

¿Cómo diablos se había enterado de eso? Era sorprendente. Perturbador. Condenadamente excitante. Pero ella había dicho «ménage» como si la mera palabra la asustara de muerte. 

Danny se rió largo y tendido a costa de Alex.

-Gatita, estás metiéndote en camisa de once varas.

-Por favor, no me trates como a una cría. Puede que no sea la mujer más experimentada del mundo, pero ¿qué más da? Todos partimos de cero. Estoy tratando de aprender. No te pido un compromiso ni que me dediques mucho tiempo. Hablo de una tarde o dos, ¿dónde está el problema?

Así que la gatita aún tenía garras. La encontraba salvajemente excitante. Se imaginó tumbándola sobre esa misma mesa, separándole las piernas para observar su sexo abierto para él mientras ella se retorcía y jadeaba en pleno orgasmo. Él se aclaró la garganta y se obligó a centrarse.

-Olvídate por un segundo de que no tienes más que una vaga idea sobre el tema. Centrémonos en la gran pregunta: ¿por qué? ¿Por qué quieres experimentar en tus propias carnes qué se siente al ser compartida?

Alex cruzó las manos delante de ella y vaciló. Estaba intentando decidir qué contarle, pensando qué descartar y qué no. Danny le dio un minuto para que aclarara sus ideas; podía esperar. No pensaba ir a ningún sitio hasta descubrir de qué iba todo ese asunto.

-No sé si te acordarás, pero poco antes de que vinieras a trabajar con mi padre, éste había estado protegiendo a Dougie Poynter.

-Sí. -Danny se encogió de hombros.

-Dougie y yo... nos hicimos muy amigos ese verano. Compartimos un vínculo especial. Se podría decir que nuestro amor floreció. Hemos salido con otras personas, pero no es lo mismo. Y nuestra relación sólo se ha hecho más fuerte con los años. Nos hemos mantenido en contacto por teléfono y por e-mail. Compartimos nuestras esperanzas, deseos y sueños. Llevo muchos años pensando en él, en nosotros y creo que a él le pasa lo mismo.

Que alguien le diera una bolsa para el mareo. ¿De veras Alex se tragaba todo eso? ¿Que mientras Dougie se iba tirando a toda cuanta mujer se le ponía por delante, la amistad con Alex tenía un significado especial para él? Imaginó que sería posible... después de que el infierno se congelara.

-Ya veo -dijo arrastrando las palabras-. ¿Y eso qué tiene que ver?

-Bueno, hace unos seis meses, hablamos largamente de nuestra relación. Le dije que nunca podría sentir por nadie lo que sentía por él -se mordisqueó los labios, titubeando-. Dougie me dijo que yo le importaba mucho, pero que su estilo de vida me escandalizaría. No había más que leer la prensa amarilla.

-Sí, lo haría.

-He visto montones de fotos de él con diferentes mujeres. He oído rumores sobre lo mucho que le gusta compartir a las mujeres. Sé lo que tengo que hacer para tener un futuro con él. Pero él dice que no quiere corromperme; piensa que yo no podría soportarlo. Tengo que demostrarle que puedo ser lo que él necesita.
Santo cielo. ¿Acaso había perdido completamente el juicio? Pretendía que le enseñara a darle placer a ese niño bonito que presumía de ser cantante de McFly. ¿Sera Alex una mujer inmadura para su edad, de ésas que perdían la chaveta por las celebridades y gritaban como locas cada vez que oían su nombre? Se le encogió el estómago.

-¿Así que crees que yo te enseñaré cómo atraparle, y luego vivirán felices y comerán perdices?

Alex se envaró.

-Creo que lo más inteligente sería ir a donde Dougie preparada para complacerle y de esa manera probarle que puedo ser alguien especial para él.

-¿Y a qué viene tanta prisa?

-Ha estado viviendo de gira durante los últimos años. Le he echado mucho de menos. Pero por fin vuelve a Inglaterra. Vuelve a Londres durante unos meses. Hemos hecho planes para vernos y averiguar si nuestra relación tiene algún futuro. Es mi oportunidad para demostrarle que aún nos une ese vínculo especial.

«¿Vínculo especial?» ¿Qué demonios se suponía que quería decir con eso?

-En primer lugar, él es una estrella del pop rock. Ha tenido seis álbumes exitosos, y muchas de sus canciones han encabezado las listas de popularidad en nuestro país. Las mujeres caen rendidas a sus pies, y lo sabes.

Ella alzó la barbilla, altiva. Tenía su genio. Otra cosa que lo ponía tan duro como una roca.

-Precisamente por eso, no puedo permitirme el lujo de no estar preparada. Sé que tendré que competir por su tiempo y atención. Soy consciente de que no soy tan mundana como las grupies que lo persiguen. Pero existe una conexión entre nosotros. Quiero ver si nos lleva a algún lado y creo que él también está dispuesto a averiguarlo, aunque tiene miedo de hacerme daño.

-Y supongo que en segundo lugar, tú eres demasiado inocente para esto.

-Por eso te pido tu ayuda. Me niego a ir a verlo y correr el riesgo de que me considere una cría. ¿A qué vienen tantas preguntas? ¿Acaso es tan difícil hacerlo?

-Crees que con que te haga un jodido esquema será suficiente para saber todo lo que hay que saber sobre los ménages, ¿verdad?

-Estoy dispuesta a que me lo expliques, y quizá también me haga falta una demostración. Depende.

 «Jodidamente increíble».

-Una explicación no te serviría de nada, gatita, y no te prepararía para lo que realmente necesitas. En cuanto a una demostración, lo más probable es que salieras huyendo espantada.

Ella frunció el ceño. La frustración de Alex aumentaba a la par que su deseo por ella.

-De ser así, tengo que saberlo ahora, antes de comprometerme con Dougie. Si lo compruebo por mí misma...

-Saldrías de aquí gritando y corriendo tan rápido que baterías todos los records. No podrías soportarlo.

-¿Por qué? ¿Acaso estamos hablando también sobre el bondage (es una denominación aplicada a los encordamientos eróticos ejecutados sobre una persona vestida o desnuda) o la dominación?

Danny agrandó los ojos sorprendido. ¿Cómo sabía ella de esas cosas?

-No parezcas tan sorprendido. No soy precisamente una niña.

-Puede que no. Pero eres virgen todavía. Apostaría mi vida en ello.

-Sí. ¿Y qué? Me estoy reservando para Dougie. -Se apartó un brillante rizo rojizo de la cara, actuando como si anunciar que una mujer de veintitantos años era virgen fuera la cosa más natural del mundo-. Danny, sé que no me debes nada, pero te estoy pidiendo lo más amablemente posible que me ayudes.

-Pues joder con tu petición. No me importa cómo lo expongas. Es una condenada estupidez.

-Si lo que te preocupa es que mi padre se enfade...

-Demonios, sí, por supuesto que se enfadará. Pero no es por esa razón por la que no estoy dispuesto a ayudarte. Alex, éste no es el tipo de sexo que le vaya a una virgen.

Ella hizo una pausa, reflexionando sobre ello. Luego se puso en pie.

-Vale, lo entiendo. Al parecer no te atraigo para nada. Genial. Ya encontraré otra manera de aprender.

Danny debería dejar que creyera eso y dejar que se marchara, pero no podía. Tenía que hacerle saber que sí que lo atraía.... y que por ese mismo motivo estaba jugando con fuego. Danny se levantó y se interpuso en su camino.

-¿Así que piensas que no me atraes? -bajó la mirada al miembro grueso y duro que tensaba la bragueta de los vaqueros. Al instante, ella siguió la dirección de su mirada. El suave jadeo que emitió sólo lo puso más duro-. Gatita, no puedes imaginarte lo que se me ha pasado por la cabeza desde que me has formulado esa petición con esa boca tan deseable que tienes. Pero dudo que quieras saberlo.

Un ardiente rubor inundó las mejillas de Alex mientras miraba de nuevo la entrepierna de Danny. Se mordisqueó los labios. Siempre hacía eso cuando estaba nerviosa o pensativa.
-Sí que quiero. Quiero saberlo todo sobre las relaciones sexuales que te gustan. Las que le gustan a Dougie.

Danny se sintió molesto, y se prometió a sí mismo que si alguna vez tocaba a Alex, ella dejaría de pensar en aquella afeminada estrella del pop. Estaría demasiado ocupada con él. Sólo el pensar en decirle que no, le hacía sentir como si le aplastaran las pelotas. Mierda, se le estaba ofreciendo en bandeja para que saciara su lujuria por ella. Lujuria que él llevaba más de cinco años conteniendo. Lujuria que le ponía el miembro increíblemente duro y que le hacía sentir un deseo que le retorcía las entrañas.

«Es inocente. Virgen. ¡¡Peligro!!»

Había llegado el momento de poner fin a aquello. ¿De verdad creía Alex que era lo suficientemente madura para ser compartida? Sí, tenía que hacer que saliera huyendo en cuestión de segundos. Sería lo mejor antes de cometer alguna locura como agarrarla, tocarla, excitarla y penetrarla hasta el fondo.

-El sexo que me gusta no es ni dulce ni romántico, gatita. Es crudo, y en ocasiones doloroso para una mujer. Puede requerir una espalda de acero y mucho aguante.

Alex se puso tensa y tragó saliva. Estaba nerviosa..., pero intrigada. La curiosidad se arremolinaba en aquellos preciosos ojos color avellana. Al fin, ella asintió con la cabeza.

-Continúa.

Danny se acercó más. No podía contenerse. Ahora también captaba su aroma. Desprendía un olor a melocotones, a azúcar moreno y a deseo femenino. ¿Acaso estarían calentándola sus palabras? ¿O sería saber que lo excitaba lo que la hacía humedecer?
Dio otro paso, invadiendo el espacio personal de Alex, y acercó los labios a su oído.

-En mi caso, ménage, implica compartir a una mujer, dos hombres follándola a la vez, llevándola al orgasmo y volviéndola tan loca de placer que ella olvida su nombre y grita hasta que el techo se le cae encima.

Danny se apartó para evaluar la reacción de Alex. Tenía la boca entreabierta en un silencioso jadeo, y los ojos agrandados con las pupilas dilatadas. Oh, maldita sea. ¿Sería posible que la idea la atrajera? Su polla estaba preparada para bailar un tango a pesar de que su mente estaba intentando por todos los medios cortar la música de raíz.

-Ayúdame a entenderlo. ¿Por qué te gustan los ménages? -logró susurrar ella-. ¿Por qué no hacer el amor con una sola mujer? Solos los dos.

-Dos hombres pueden lograr que una mujer alcance un placer tan increíble que ella esté dispuesta a hacer lo que sea por el placer de sus amantes. Y para eso tengo que tener un asiento en primera fila.

A Alex se le enrojeció aún más la cara. El aroma del deseo femenino flotaba ahora en el aire. Se le irguieron los pezones al tiempo que se humedecía los labios con nerviosismo.

-Entiendo.

El vientre de Danny se contrajo ante la imagen de aquella lengua rosada.

-¿De veras?

-Estoy al tanto de esas cosas. He leído mucho. Comprendo cómo es posible físicamente, pero... ¿qué pasa con los lazos afectivos?

-¿Los lazos afectivos?

El debía de ser de Marte, porque esa pregunta era, definitivamente, de Venus. ¿Qué pasaba con las preguntas que se esperaba? Cosas como ¿por dónde se meten las pollas? ¿Cómo follan dos hombres a una mujer simultáneamente? Esas sí eran cosas que él podía contestar. Con todo lujo de detalles además. A él le encantaría verla penetrada por dos miembros batiéndose en duelo, uno por su apretada vagina y el otro por el intocable trasero. Mierda, tenía que dejar de pensar en eso antes de que los vaqueros le constriñeran la erección.

-¿Cómo se manejan esas relaciones para que no interfieran los celos?

-Es que no son relaciones. Es sólo sexo. De cualquier forma que pueda ser consumado por tres personas a la vez.

-Ah. -Ella parpadeó y luego apartó la mirada-. Debería de haberme dado cuenta, tú no eres de los que mantienen relaciones.

-A mí me basta con la lujuria. -Cualquier otra cosa era potencialmente catastrófica. De hecho, ya había pasado por eso una vez... y no quería recordar la pesadilla que había sido después.

-Bueno, lo cierto es que contigo, lo de la lujuria me va bien también. Sólo... solo quiero aprender lo que puedas enseñarme.

«¿Todavía?»

-¿Estás hablando en serio?

Alex se aferró a su bolso y cuadró los hombros.

-Hoy he conducido más de ciento cincuenta kilómetros para hablar contigo, un hombre al 
que no veo desde hace cinco años. Uno al que nunca le gusté demasiado. Me he tragado mi orgullo para admitir delante de ti por qué quiero esto y por qué todavía sigo siendo virgen. ¿Me habría tomado tantas molestias si no hubiera estado segura de aprender a complacer a Dougie y decidir si es esto lo que quiero en mi vida?

«Dougie». Ahí estaba el nombre de aquel gilipollas otra vez. Maldito imitador de los jodidos Backstreet Boys y Blink-182. Maldito fuera él y su melodiosa voz de falsete que copaba las listas de éxitos.

Danny no podía entender por qué un hombre quería sonar como una mujer delante de todo el mundo.

-No soy el hombre adecuado para eso, Alex. No puedo hacerlo.
Ella apretó los labios y tensó los dedos en torno a la correa del bolso.

-¿Por qué no?

-Por un millón de razones. Para empezar, no me acuesto con vírgenes.

-No te he pedido que lo hicieras. De hecho, reservo mi virginidad para Dougie. No sé por qué no puedes darme al menos algunas explicaciones sobre las partes más complejas.

-Porque las explicaciones no te servirían de nada, gatita. No sabrás de qué va todo esto hasta que no te encuentres taladrada por un par de miembros bien duros.

-Explícame eso. ¿Taladrada exactamente dónde? ¿Y de qué manera? ¿De una que implique dolor?

Las palabras de Danny no la habían conmocionado en lo más mínimo. Sus preguntas le aturdían, le aterraban. ¿Por qué Alex no tenía miedo? Él sí que lo tenía.

-No voy a hablar de eso. Si quieres información sobre los ménages, búscala en los libros.

-Como tú muy bien has dicho, las palabras no son un buen sustituto de la experiencia.

-Entonces que sea ese niño bonito de voz afeminada el que te proporcione experiencia. Porque, desde luego, no seré yo.

-Genial. -Pasó por su lado-. Tú no quieres ayudarme. Déjame pensar... ¿con quién salías cuando trabajabas para mi padre? Ah, sí, con David Gandy. Recuerdo haber oído rumores sobre él. ¿Sabes si vive cerca de aquí? Supongo que puedo pedírselo a él. Y si no tiene interés, creo que Brandon Levine también era amigo tuyo, ¿verdad? Puede que esté dispuesto a ayudarme, así que adiós muy buenas tardes. -Se apresuró hacia la puerta.
Danny se envaró. Oh, sí..., tanto David como Brandon estarían más que dispuestos a ayudarla... ya fuera con o sin ropa. Pero ninguno de los dos era conocido por ser cuidadoso. La virginidad de Alex no significaría nada para ellos. Verían carne fresca y jugosa, y se enterrarían en ella, jadeando como perros hambrientos. Pero Danny se dijo a sí mismo que ésa era la elección de Alex..., su problema. Sin embargo, si dejaba que ella saliera por esa puerta, acabaría maltratada por aquel par de rottweilers hambrientos. Y eso era algo que le cabreaba. Ella acabaría aplastada en cuestión de minutos, y, por alguna maldita razón, no podía permitir que eso ocurriera. Quizá fuera debido a su lealtad hacia el coronel o algo por el estilo.

«Maldita sea». Iba a tener que disuadirla de seguir por ese camino antes de que se fuera. Rechinando los dientes, repasó mentalmente cual sería la mejor manera de conseguirlo. Por desgracia no había muchas opciones. Y hasta ahora, hablar no había servido de nada. Había llegado el momento de pasar a la acción.

Danny la agarró del brazo y la atrajo contra su cuerpo. Los pechos de Alex, dulces y firmes, le quemaron la piel como si él no llevara camisa. Maldijo para sus adentros ante el contacto. «¡Maldición!». Aquella chica siempre le había hecho sentir algo. Ahora, después de cinco años, el efecto era todavía más pronunciado.

Alex  jadeó cuando sus cuerpos se rozaron. Alzó la mirada lentamente hacia la de él. La excitación ardía en su cara, resplandecía en aquellas dilatadas pupilas color avellana. Al ver la expresión de ella, Danny se preguntó si ésa era la primera vez que Alex había sentido algo por él que no fuera irritación. La posibilidad no era muy halagüeña.
«Aquel plan no podía durar más de tres minutos...»

-Espera un momento. -Tensó los dedos con los que le agarraba el brazo antes de obligarse a sí mismo a relajarlos-. Supongamos que hablas en serio. Y que yo reconsidero tu petición. Tendría que ser con demostración práctica y todo eso.

Ella tragó saliva. Su corazón se saltó un latido. Dios, no tenía ni idea de lo peligrosamente cerca que estaba de acabar tumbada sobre la mesa de la cocina para convertirse en su merienda.

-Vale. ¿Quién sería...? ¿Quién se uniría a nosotros?

Harry resolvió ese dilema al entrar tranquilamente en la cocina con una sonrisa seductora y una mirada que era imposible de malinterpretar. ¿Así que el bueno de su primo había estado escuchando? Danny hizo girar a Alex hacia él.

-Hola, cariño -dijo Harry con acento arrastrado.

Danny sintió que Alex temblaba en sus brazos cuando se cruzó con la mirada de su primo. Contuvo el instinto de tranquilizarla. Aquello debería de dejarle muy claro a lo que se enfrentaba, debería de hacer que Alex descartara sus planes ipso facto. Tranquilizar a la chica era la última cosa que debería hacer.

-¿Danny y tú...? -a Alex le tembló la voz.

-Exacto.

Incluso la respiración femenina era temblorosa. Estaba nerviosa. «Estupendo». Por fin, algo había penetrado en aquella dura cabezota. Había llegado el momento de que Alex soltara un rotundo «no».

Danny dirigió a su primo una mirada de advertencia mientras asentía con la cabeza. Su primo le respondió con un asomo de sonrisa, luego se acercó a ellos…



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10+ likes y subimos 2 capítulos más, quizá el viernes :B


Si quieren que avisemos dejen su twitter :) 

2 comentarios:

  1. es genial por dios! Sigan, sigan! :D

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  2. Hoy empece a leer los 2 capítulos, me encanta la forma en que escriben, síganla por favor. Aquí les dejo mi twitter para que me avisen cuando suban capítulo :] @feeriveraa

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