Aunque quizá estuviera interpretándola mal. Lo más
probable era que no tuviera ni la más remota idea de qué le estaba pidiendo.
Con aquel tranquilizador pensamiento, dejó traslucir la irritación que sentía y
negó con la cabeza.
-¿Por qué coño ibas a querer saber algo así?
Alex no se
inmutó ante su lenguaje. Danny debía reconocerle eso y más... como haber tenido
las agallas suficientes para ir allí. Al criarse con el coronel y dos hermanos
mayores, era probable que hubiera oído todas las palabras malsonantes del
mundo, y algunas más de su propia cosecha. Pero se preguntó de dónde habría
sacado el valor para preguntarle si quería... ¿qué? ¿ser su tutor sexual? Bufó
para sí mismo al pensar en todas las cosas que le gustaría enseñarle.
-Creo que ha llegado el momento de ampliar mis
horizontes -le explicó ella con despreocupación, de una manera que parecía
haber sido ensayada-. Y a pesar de tu actitud brusca, eres un hombre honrado.
Nunca me harías daño...
-¿Hasta cuando voy a tener que seguir oyendo este
discursito antes de decirte que no?
-Aún no he terminado.
-Ni siquiera deberías haber empezado.
-Necesito saber. Tengo que saber cómo complacer a
un hombre con esas inclinaciones. Esas inclinaciones. Como si fuera algo fácil.
Como si pudiera explicárselo con un simple esquema. Contuvo una amarga risa.
-A ver si nos entendemos, ¿quieres aprender a
follar conmigo, pero no tienes ni idea de qué va la cosa?
Alex se envaró.
-Claro que lo sé. A ti te van los ménages, te
gusta compartir a las mujeres.
¿Cómo diablos se había enterado de eso? Era
sorprendente. Perturbador. Condenadamente excitante. Pero ella había dicho
«ménage» como si la mera palabra la asustara de muerte.
Danny se rió largo y
tendido a costa de Alex.
-Gatita, estás metiéndote en camisa de once varas.
-Por favor, no me trates como a una cría. Puede
que no sea la mujer más experimentada del mundo, pero ¿qué más da? Todos
partimos de cero. Estoy tratando de aprender. No te pido un compromiso ni que
me dediques mucho tiempo. Hablo de una tarde o dos, ¿dónde está el problema?
Así que la gatita aún tenía garras. La encontraba
salvajemente excitante. Se imaginó tumbándola sobre esa misma mesa, separándole
las piernas para observar su sexo abierto para él mientras ella se retorcía y
jadeaba en pleno orgasmo. Él se aclaró la garganta y se obligó a centrarse.
-Olvídate por un segundo de que no tienes más que
una vaga idea sobre el tema. Centrémonos en la gran pregunta: ¿por qué? ¿Por
qué quieres experimentar en tus propias carnes qué se siente al ser compartida?
Alex cruzó las manos delante de ella y vaciló.
Estaba intentando decidir qué contarle, pensando qué descartar y qué no. Danny
le dio un minuto para que aclarara sus ideas; podía esperar. No pensaba ir a
ningún sitio hasta descubrir de qué iba todo ese asunto.
-No sé si te acordarás, pero poco antes de que
vinieras a trabajar con mi padre, éste había estado protegiendo a Dougie
Poynter.
-Sí. -Danny se encogió de hombros.
-Dougie y yo... nos hicimos muy amigos ese verano.
Compartimos un vínculo especial. Se podría decir que nuestro amor floreció.
Hemos salido con otras personas, pero no es lo mismo. Y nuestra relación sólo
se ha hecho más fuerte con los años. Nos hemos mantenido en contacto por
teléfono y por e-mail. Compartimos nuestras esperanzas, deseos y sueños. Llevo
muchos años pensando en él, en nosotros y creo que a él le pasa lo mismo.
Que alguien le diera una bolsa para el mareo. ¿De
veras Alex se tragaba todo eso? ¿Que mientras Dougie se iba tirando a toda
cuanta mujer se le ponía por delante, la amistad con Alex tenía un significado
especial para él? Imaginó que sería posible... después de que el infierno se
congelara.
-Ya veo -dijo arrastrando las palabras-. ¿Y eso
qué tiene que ver?
-Bueno, hace unos seis meses, hablamos largamente
de nuestra relación. Le dije que nunca podría sentir por nadie lo que sentía
por él -se mordisqueó los labios, titubeando-. Dougie me dijo que yo le
importaba mucho, pero que su estilo de vida me escandalizaría. No había más que
leer la prensa amarilla.
-Sí, lo haría.
-He visto montones de fotos de él con diferentes
mujeres. He oído rumores sobre lo mucho que le gusta compartir a las mujeres.
Sé lo que tengo que hacer para tener un futuro con él. Pero él dice que no
quiere corromperme; piensa que yo no podría soportarlo. Tengo que demostrarle
que puedo ser lo que él necesita.
Santo cielo. ¿Acaso había perdido completamente el
juicio? Pretendía que le enseñara a darle placer a ese niño bonito que presumía
de ser cantante de McFly. ¿Sera Alex una mujer inmadura para su edad, de ésas
que perdían la chaveta por las celebridades y gritaban como locas cada vez que
oían su nombre? Se le encogió el estómago.
-¿Así que crees que yo te enseñaré cómo atraparle,
y luego vivirán felices y comerán perdices?
Alex se envaró.
-Creo que lo más inteligente sería ir a donde Dougie
preparada para complacerle y de esa manera probarle que puedo ser alguien
especial para él.
-¿Y a qué viene tanta prisa?
-Ha estado viviendo de gira durante los últimos
años. Le he echado mucho de menos. Pero por fin vuelve a Inglaterra. Vuelve a Londres
durante unos meses. Hemos hecho planes para vernos y averiguar si nuestra
relación tiene algún futuro. Es mi oportunidad para demostrarle que aún nos une
ese vínculo especial.
«¿Vínculo especial?» ¿Qué demonios se suponía que
quería decir con eso?
-En primer lugar, él es una estrella del pop rock.
Ha tenido seis álbumes exitosos, y muchas de sus canciones han encabezado las
listas de popularidad en nuestro país. Las mujeres caen rendidas a sus pies, y
lo sabes.
Ella alzó la barbilla, altiva. Tenía su genio.
Otra cosa que lo ponía tan duro como una roca.
-Precisamente por eso, no puedo permitirme el lujo
de no estar preparada. Sé que tendré que competir por su tiempo y atención. Soy
consciente de que no soy tan mundana como las grupies que lo persiguen. Pero
existe una conexión entre nosotros. Quiero ver si nos lleva a algún lado y creo
que él también está dispuesto a averiguarlo, aunque tiene miedo de hacerme
daño.
-Y supongo que en segundo lugar, tú eres demasiado
inocente para esto.
-Por eso te pido tu ayuda. Me niego a ir a verlo y
correr el riesgo de que me considere una cría. ¿A qué vienen tantas preguntas?
¿Acaso es tan difícil hacerlo?
-Crees que con que te haga un jodido esquema será
suficiente para saber todo lo que hay que saber sobre los ménages, ¿verdad?
-Estoy dispuesta a que me lo expliques, y quizá
también me haga falta una demostración. Depende.
«Jodidamente increíble».
-Una explicación no te serviría de nada, gatita, y
no te prepararía para lo que realmente necesitas. En cuanto a una demostración,
lo más probable es que salieras huyendo espantada.
Ella frunció el ceño. La frustración de Alex
aumentaba a la par que su deseo por ella.
-De ser así, tengo que saberlo ahora, antes de
comprometerme con Dougie. Si lo compruebo por mí misma...
-Saldrías de aquí gritando y corriendo tan rápido
que baterías todos los records. No podrías soportarlo.
-¿Por qué? ¿Acaso estamos hablando también sobre
el bondage (es una denominación aplicada a los encordamientos eróticos
ejecutados sobre una persona vestida o desnuda) o la dominación?
Danny agrandó los ojos sorprendido. ¿Cómo sabía
ella de esas cosas?
-No parezcas tan sorprendido. No soy precisamente
una niña.
-Puede que no. Pero eres virgen todavía. Apostaría
mi vida en ello.
-Sí. ¿Y qué? Me estoy reservando para Dougie. -Se
apartó un brillante rizo rojizo de la cara, actuando como si anunciar que una
mujer de veintitantos años era virgen fuera la cosa más natural del mundo-. Danny,
sé que no me debes nada, pero te estoy pidiendo lo más amablemente posible que
me ayudes.
-Pues joder con tu petición. No me importa cómo lo
expongas. Es una condenada estupidez.
-Si lo que te preocupa es que mi padre se
enfade...
-Demonios, sí, por supuesto que se enfadará. Pero
no es por esa razón por la que no estoy dispuesto a ayudarte. Alex, éste no es
el tipo de sexo que le vaya a una virgen.
Ella hizo una pausa, reflexionando sobre ello.
Luego se puso en pie.
-Vale, lo entiendo. Al parecer no te atraigo para
nada. Genial. Ya encontraré otra manera de aprender.
Danny debería dejar que creyera eso y dejar que se
marchara, pero no podía. Tenía que hacerle saber que sí que lo atraía.... y que
por ese mismo motivo estaba jugando con fuego. Danny se levantó y se interpuso
en su camino.
-¿Así que piensas que no me atraes? -bajó la
mirada al miembro grueso y duro que tensaba la bragueta de los vaqueros. Al
instante, ella siguió la dirección de su mirada. El suave jadeo que emitió sólo
lo puso más duro-. Gatita, no puedes imaginarte lo que se me ha pasado por la
cabeza desde que me has formulado esa petición con esa boca tan deseable que
tienes. Pero dudo que quieras saberlo.
Un ardiente rubor inundó las mejillas de Alex
mientras miraba de nuevo la entrepierna de Danny. Se mordisqueó los labios.
Siempre hacía eso cuando estaba nerviosa o pensativa.
-Sí que quiero. Quiero saberlo todo sobre las
relaciones sexuales que te gustan. Las que le gustan a Dougie.
Danny se sintió molesto, y se prometió a sí mismo
que si alguna vez tocaba a Alex, ella dejaría de pensar en aquella afeminada
estrella del pop. Estaría demasiado ocupada con él. Sólo el pensar en decirle
que no, le hacía sentir como si le aplastaran las pelotas. Mierda, se le estaba
ofreciendo en bandeja para que saciara su lujuria por ella. Lujuria que él
llevaba más de cinco años conteniendo. Lujuria que le ponía el miembro
increíblemente duro y que le hacía sentir un deseo que le retorcía las
entrañas.
«Es inocente. Virgen. ¡¡Peligro!!»
Había llegado el momento de poner fin a aquello.
¿De verdad creía Alex que era lo suficientemente madura para ser compartida?
Sí, tenía que hacer que saliera huyendo en cuestión de segundos. Sería lo mejor
antes de cometer alguna locura como agarrarla, tocarla, excitarla y penetrarla
hasta el fondo.
-El sexo que me gusta no es ni dulce ni romántico,
gatita. Es crudo, y en ocasiones doloroso para una mujer. Puede requerir una
espalda de acero y mucho aguante.
Alex se puso tensa y tragó saliva. Estaba
nerviosa..., pero intrigada. La curiosidad se arremolinaba en aquellos
preciosos ojos color avellana. Al fin, ella asintió con la cabeza.
-Continúa.
Danny se acercó más. No podía contenerse. Ahora
también captaba su aroma. Desprendía un olor a melocotones, a azúcar moreno y a
deseo femenino. ¿Acaso estarían calentándola sus palabras? ¿O sería saber que
lo excitaba lo que la hacía humedecer?
Dio otro paso, invadiendo el espacio personal de Alex,
y acercó los labios a su oído.
-En mi caso, ménage, implica compartir a una
mujer, dos hombres follándola a la vez, llevándola al orgasmo y volviéndola tan
loca de placer que ella olvida su nombre y grita hasta que el techo se le cae
encima.
Danny se apartó para evaluar la reacción de Alex.
Tenía la boca entreabierta en un silencioso jadeo, y los ojos agrandados con
las pupilas dilatadas. Oh, maldita sea. ¿Sería posible que la idea la atrajera?
Su polla estaba preparada para bailar un tango a pesar de que su mente estaba
intentando por todos los medios cortar la música de raíz.
-Ayúdame a entenderlo. ¿Por qué te gustan los
ménages? -logró susurrar ella-. ¿Por qué no hacer el amor con una sola mujer?
Solos los dos.
-Dos hombres pueden lograr que una mujer alcance
un placer tan increíble que ella esté dispuesta a hacer lo que sea por el
placer de sus amantes. Y para eso tengo que tener un asiento en primera fila.
A Alex se le enrojeció aún más la cara. El aroma
del deseo femenino flotaba ahora en el aire. Se le irguieron los pezones al
tiempo que se humedecía los labios con nerviosismo.
-Entiendo.
El vientre de Danny se contrajo ante la imagen de
aquella lengua rosada.
-¿De veras?
-Estoy al tanto de esas cosas. He leído mucho.
Comprendo cómo es posible físicamente, pero... ¿qué pasa con los lazos afectivos?
-¿Los lazos afectivos?
El debía de ser de Marte, porque esa pregunta era,
definitivamente, de Venus. ¿Qué pasaba con las preguntas que se esperaba? Cosas
como ¿por dónde se meten las pollas? ¿Cómo follan dos hombres a una mujer
simultáneamente? Esas sí eran cosas que él podía contestar. Con todo lujo de
detalles además. A él le encantaría verla penetrada por dos miembros batiéndose
en duelo, uno por su apretada vagina y el otro por el intocable trasero.
Mierda, tenía que dejar de pensar en eso antes de que los vaqueros le
constriñeran la erección.
-¿Cómo se manejan esas relaciones para que no
interfieran los celos?
-Es que no son relaciones. Es sólo sexo. De
cualquier forma que pueda ser consumado por tres personas a la vez.
-Ah. -Ella parpadeó y luego apartó la mirada-.
Debería de haberme dado cuenta, tú no eres de los que mantienen relaciones.
-A mí me basta con la lujuria. -Cualquier otra
cosa era potencialmente catastrófica. De hecho, ya había pasado por eso una
vez... y no quería recordar la pesadilla que había sido después.
-Bueno, lo cierto es que contigo, lo de la lujuria
me va bien también. Sólo... solo quiero aprender lo que puedas enseñarme.
«¿Todavía?»
-¿Estás hablando en serio?
Alex se aferró a su bolso y cuadró los hombros.
-Hoy he conducido más de ciento cincuenta
kilómetros para hablar contigo, un hombre al
que no veo desde hace cinco años.
Uno al que nunca le gusté demasiado. Me he tragado mi orgullo para admitir
delante de ti por qué quiero esto y por qué todavía sigo siendo virgen. ¿Me habría
tomado tantas molestias si no hubiera estado segura de aprender a complacer a Dougie
y decidir si es esto lo que quiero en mi vida?
«Dougie». Ahí estaba el nombre de aquel gilipollas
otra vez. Maldito imitador de los jodidos Backstreet Boys y Blink-182. Maldito
fuera él y su melodiosa voz de falsete que copaba las listas de éxitos.
Danny no podía entender por qué un hombre quería
sonar como una mujer delante de todo el mundo.
-No soy el hombre adecuado para eso, Alex. No
puedo hacerlo.
Ella apretó los labios y tensó los dedos en torno
a la correa del bolso.
-¿Por qué no?
-Por un millón de razones. Para empezar, no me
acuesto con vírgenes.
-No te he pedido que lo hicieras. De hecho,
reservo mi virginidad para Dougie. No sé por qué no puedes darme al menos
algunas explicaciones sobre las partes más complejas.
-Porque las explicaciones no te servirían de nada,
gatita. No sabrás de qué va todo esto hasta que no te encuentres taladrada por
un par de miembros bien duros.
-Explícame eso. ¿Taladrada exactamente dónde? ¿Y
de qué manera? ¿De una que implique dolor?
Las palabras de Danny no la habían conmocionado en
lo más mínimo. Sus preguntas le aturdían, le aterraban. ¿Por qué Alex no tenía
miedo? Él sí que lo tenía.
-No voy a hablar de eso. Si quieres información
sobre los ménages, búscala en los libros.
-Como tú muy bien has dicho, las palabras no son
un buen sustituto de la experiencia.
-Entonces que sea ese niño bonito de voz afeminada
el que te proporcione experiencia. Porque, desde luego, no seré yo.
-Genial. -Pasó por su lado-. Tú no quieres
ayudarme. Déjame pensar... ¿con quién salías cuando trabajabas para mi padre?
Ah, sí, con David Gandy. Recuerdo haber oído rumores sobre él. ¿Sabes si vive
cerca de aquí? Supongo que puedo pedírselo a él. Y si no tiene interés, creo
que Brandon Levine también era amigo tuyo, ¿verdad? Puede que esté dispuesto a
ayudarme, así que adiós muy buenas tardes. -Se apresuró hacia la puerta.
Danny se envaró. Oh, sí..., tanto David como
Brandon estarían más que dispuestos a ayudarla... ya fuera con o sin ropa. Pero
ninguno de los dos era conocido por ser cuidadoso. La virginidad de Alex no
significaría nada para ellos. Verían carne fresca y jugosa, y se enterrarían en
ella, jadeando como perros hambrientos. Pero Danny se dijo a sí mismo que ésa
era la elección de Alex..., su problema. Sin embargo, si dejaba que ella
saliera por esa puerta, acabaría maltratada por aquel par de rottweilers
hambrientos. Y eso era algo que le cabreaba. Ella acabaría aplastada en
cuestión de minutos, y, por alguna maldita razón, no podía permitir que eso
ocurriera. Quizá fuera debido a su lealtad hacia el coronel o algo por el
estilo.
«Maldita sea». Iba a tener que disuadirla de
seguir por ese camino antes de que se fuera. Rechinando los dientes, repasó mentalmente
cual sería la mejor manera de conseguirlo. Por desgracia no había muchas
opciones. Y hasta ahora, hablar no había servido de nada. Había llegado el
momento de pasar a la acción.
Danny la agarró del brazo y la atrajo contra su
cuerpo. Los pechos de Alex, dulces y firmes, le quemaron la piel como si él no
llevara camisa. Maldijo para sus adentros ante el contacto. «¡Maldición!».
Aquella chica siempre le había hecho sentir algo. Ahora, después de cinco años,
el efecto era todavía más pronunciado.
Alex jadeó
cuando sus cuerpos se rozaron. Alzó la mirada lentamente hacia la de él. La
excitación ardía en su cara, resplandecía en aquellas dilatadas pupilas color
avellana. Al ver la expresión de ella, Danny se preguntó si ésa era la primera
vez que Alex había sentido algo por él que no fuera irritación. La posibilidad
no era muy halagüeña.
«Aquel plan no podía durar más de tres minutos...»
-Espera un momento. -Tensó los dedos con los que
le agarraba el brazo antes de obligarse a sí mismo a relajarlos-. Supongamos
que hablas en serio. Y que yo reconsidero tu petición. Tendría que ser con
demostración práctica y todo eso.
Ella tragó saliva. Su corazón se saltó un latido.
Dios, no tenía ni idea de lo peligrosamente cerca que estaba de acabar tumbada
sobre la mesa de la cocina para convertirse en su merienda.
-Vale. ¿Quién sería...? ¿Quién se uniría a
nosotros?
Harry resolvió ese dilema al entrar tranquilamente
en la cocina con una sonrisa seductora y una mirada que era imposible de
malinterpretar. ¿Así que el bueno de su primo había estado escuchando? Danny
hizo girar a Alex hacia él.
-Hola, cariño -dijo Harry con acento arrastrado.
Danny sintió que Alex temblaba en sus brazos
cuando se cruzó con la mirada de su primo. Contuvo el instinto de
tranquilizarla. Aquello debería de dejarle muy claro a lo que se enfrentaba,
debería de hacer que Alex descartara sus planes ipso facto. Tranquilizar a la
chica era la última cosa que debería hacer.
-¿Danny y tú...? -a Alex le tembló la voz.
-Exacto.
Incluso la respiración femenina era temblorosa.
Estaba nerviosa. «Estupendo». Por fin, algo había penetrado en aquella dura
cabezota. Había llegado el momento de que Alex soltara un rotundo «no».
Danny dirigió a su primo una mirada de advertencia
mientras asentía con la cabeza. Su primo le respondió con un asomo de sonrisa,
luego se acercó a ellos…
_____________________________________
10+ likes y subimos 2 capítulos más, quizá el viernes :B
Si quieren que avisemos dejen su twitter :)
es genial por dios! Sigan, sigan! :D
ResponderEliminarHoy empece a leer los 2 capítulos, me encanta la forma en que escriben, síganla por favor. Aquí les dejo mi twitter para que me avisen cuando suban capítulo :] @feeriveraa
ResponderEliminar